La razón no puede estar en el precio, porque hablamos de cinco o seis cucharadas diarias, la cosa es el no fijarnos. O equivocarnos pensando que da igual perdiendo la oportunidad de aliñar la verdura, de saltear la carne, de freír el pescado, de montar la mahonesa, de mojar el pan con diversidad de aceites vírgenes extraordinarios de distintas variedades de oliva, zonas y maduraciones.
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