Destilar la raza aria más selecta obsesionó a al jefe de las SS, Heinrich Himmler. Fundó unos hogares, los 'Heime', donde nacerían los germánicos más depurados. Antes de que los estadounidenses liberaran estos hogares, Himmler ordenó quemar todos los archivos. Quiso arrasar cualquier constancia de los padres de los más de veinte mil bebés nacidos allí. Y de los niños robados en otros países. Solo en Polonia, arrebataron más de 200.000 niños a sus familias. Les usurparon nombres y apellidos. Apenas 20.000 pudieron volver a casa.
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