En medio del rugir de los motores, el silbido de las balas y el humo espeso de la Segunda Guerra Mundial, una historia de humanidad y honor brilló como una estrella solitaria en el cielo devastado por la guerra. Es la historia de Charlie Brown y Franz Stigler, dos enemigos que jamás debieron cruzarse y que, sin embargo, compartieron uno de los gestos más nobles jamás vividos entre combatientes.
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