Mi plan excluyó las calas y las playas gracias al consejo de los mallorquines de toda la vida que me hicieron saber que ellos no las pisan hasta bien entrado septiembre. Solo hay que renunciar a hacer lo mismo que el resto o, al menos, a hacerlo al mismo tiempo. Sin embargo, sí hubo visitas a Palma, un lugar tomado por los cruceristas que, afortunadamente, siguen una ruta tan trillada e instagrameable que es fácil esquivarla y vivir otra versión de la ciudad
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