Si tuviéramos que definir el cómic de alguna manera, diríamos que es un arte híbrido: tiene la potencia visual y el ritmo de una película, pero también la narratividad y la pausa de un libro. El lector decide cuándo detenerse en una viñeta para explorar los ecos que quedan entre una página y la siguiente y descubrir sus matices. Leer historias en viñetas gusta por todo esto. Y escribir cómics, también. Pero si crear historietas es un trabajo emocionante, convertirlo en profesión es otro viaje.
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