Las ciudades pueden ser tan cambiantes como los imperios que las gobernaron. Un vistazo a un mapa medieval revela lugares familiares ocultos bajo nombres muy diferentes: Constantinopla por Estambul, Edo por Tokio, Ragusa por Dubrovnik. Algunos cambiaron oficialmente en la era moderna, a menudo para reflejar cambios políticos, nuevas identidades nacionales o reajustes fronterizos. Otras eran conocidas en la Europa medieval por nombres latinizados o extranjeros que difieren de los que ahora se usan en sus lenguas locales. Aquí 40 ejemplos.
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