En la lonja de Roses (Girona) hace más de 10 años saltó la alarma. La merluza pescada era demasiado pequeña para la talla comercial. Era demasiado pronto para pescarla. Surgió la pregunta: “¿Y si dejamos de pescar ahí?” Hoy hay una zona de cría de merluza en el golfo de Roses, una de las áreas de mayor biodiversidad de todo el Mediterráneo, de 50 km2 en la que nadie pescó desde entonces. Aumentó el tamaño de peces, la cantidad de reproductores, la biomasa y se recuperaron especies clave como gorgonias y corales: dan refugio para otras especies.