Westsplaining

¿Sabes qué es el westsplaining o explicación occidental?

Cuando otra persona explica tu drama... en tu lugar.

¿Qué hace que una tragedia sea "comprensible"?

En el mundo occidental, no basta con la sangre para entenderte; hay que expresarla con un lenguaje comprensible, reformularla en un formato analítico, explicarla desde la voz de un "experto blanco"... para que sea creíble.

Westsplaining: Es cuando el oprimido se convierte en un "objeto de estudio" y el colonizador, en un "analista comprensivo".

Que tu historia la cuente alguien que no la vivió y luego exija que estés de acuerdo.

Pero va más allá de la comprensión... es una nueva forma de control. Porque quien te explica también se arroga el derecho de redefinirte... o de silenciarte.

Explicar no siempre significa comprender, y a veces... es la forma elegante de negar.

En Palestina, se le pide a la víctima que explique con calma su enojo, para no perturbar la noción de "ambos lados". En África, un informe que evalúa el continente se redacta en términos colonialistas y luego recibe una medalla internacional... en nombre del "desarrollo".

En su famoso ensayo "¿Pueden hablar los oprimidos?", Gayatri Spivak pregunta: "Incluso cuando los oprimidos hablan, ¿alguien los escucha? ¿O sus palabras son repetidas en el idioma del otro hasta que pierden su significado?"

El westsplaining no te calla.

Incluso permite que salga tu voz... siempre y cuando no sea realmente la tuya.

Esta forma de explicación no es más que una reproducción de la tutela... bajo la máscara del análisis.

El westsplaining no es un fenómeno nuevo, sino la prolongación de una larga hegemonía cognitiva occidental.

En su libro "Orientalismo", el escritor palestino Edward Said explica cómo Occidente inventó un "Oriente" a su medida: sensual, caótico, emocional e irracional. Su objetivo no era conocerlo, sino moldearlo... gestionarlo a su antojo.

Hoy, los pueblos no están representados en pinturas, sino en boletines de noticias, documentos políticos y foros de "paz"... donde se discute el destino de una nación entera sin que ninguno de sus miembros sea escuchado (como ya se hizo con la partición de Palestina).

Quien monopoliza la interpretación, monopoliza el derecho a definirte... y puede borrarte del debate sin alzar la voz.

El término westsplaining no surgió en un aula académica; nació en medio del conflicto. En 2017, voces de Europa del Este comenzaron a denunciar el tono condescendiente con el que Occidente abordaba sus problemas.

El "experto" occidental les explicaba la guerra, la OTAN... y concluía: "No entendéis los entresijos del juego".

Así nació el término, primero como una broma ácida:

"Occidente está explicando de nuevo" ("The West is explaining again").

Pronto se convirtió en un arma contra la tutela del centro. Con los años, *activistas palestinos y africanos* lo adoptaron al entender que la violencia no solo ocurre en el campo de batalla, sino también cuando otros reexaminan tu sangre como si tú no supieras por qué se derramó.

En Palestina, a la víctima no solo se le exige silencio, sino que lo exprese con el lenguaje adecuado.

Condenar su ira, justificar su catástrofe y replantear el crimen... en nombre de la "comprensión".

Se le presenta un "plan de paz", igual que esos "planes de desarrollo" impuestos a África: diseñados en Washington o París, y luego enviados a los pueblos como si fueran destino escrito.

En ambos casos, la realidad es reescrita sin su consentimiento.

La voz es purgada de su tono original... para hacerla presentable.

Cuando el análisis encubre el control, la persona es enterrada dos veces:

Una, bajo los escombros.

Otra, en un informe escrito en su nombre... sin su permiso.

El westsplaining no niega tu existencia; la reconstruye para ajustarla a su relato.

Puedes hablar... pero solo si tu voz no incomoda.

¿Hablar? Sí, pero en el lenguaje del académico blanco, en términos de "complejidad" y "equilibrio"... no en el lenguaje del duelo, la sangre y la memoria.

Por eso, recuperar la voz propia no es solo exigir representación, sino arrebatar el derecho a que te narren como eres. ¡Y ay de ti si apoyas o no condenas a la resistencia! Entonces perdiste la oportunidad que te brindó occidente de ser alguien de quien apiadarse.

Anónimo