Hace tiempo que no me indigno con los políticos. Tenemos más o menos lo que nos merecemos. O quizá mejor, tenemos más o menos lo que votamos.
El sistema electoral no es ni mucho menos perfecto, pero los votos representan en gran medida lo que la gente piensa o quiere. Sin entrar en opiniones, Vox tiene el peso político que le ha dado la gente. Y creo que no engañan mucho, ni en las formas ni en el fondo. Vox tan solo da voz, como su nombre indica.
Pasaba algo similar con Trump. Su discurso era bastante claro en lo que se refiere a inmigrantes, ecología, derechos sociales... Y la gente lo votó. No me indigna tanto que haya opciones políticas diferentes a lo que yo pienso. Me llama la atención que tengan tantos votos. Es cierto que al igual que con el Brexit parece que hubo cierta manipulación. Pero no se consigue mayoría sólo con manipulación.
Me solía indignar con los políticos en la pasada época del bipartidismo en España, cuando prácticamente sólo había dos alternativas con opciones, que a veces no eran tan distintas.
En las elecciones de 2015 dejé de indignarme con los políticos. Me indignó la gente, los votantes y los no votantes (los que se quedan en su casa). Después de que se demostrara que habían robado a manos llenas, de innumerables casos de corrupción por todas partes, y con alternativas claras, la mayoría volvió a votar al mismo partido. ¿Era por cobardía? ¿Era por ignorancia? La única explicación lógica que encontraba era un pucherazo. No podía entender que fuera eso lo que la gente quería.
Entonces comprendí que no debía indignarme con la gente. Era la mayoría y pensaba muy distinto que yo. Era yo el que no estaba en la mayoría, y la estadística me sugería que podía estar equivocado.
Admito que antes tenía más ganas de cambiar el mundo. Pero no es resignación, es humildad. No me creo en posesión de la verdad, ni pretendo cambiar el pensamiento de la mayoría. Tan solo expongo mi pensamiento a quien lo quiera oír.
Creo que los medios tienen mucho que ver, manipulando el pensamiento, pero de nuevo bajo la premisa de que somos manipulables. La gente sigue votando visceralmente; con simpatía o apatía visceral hacia personajes políticos, sin importarles los programas. Sin importar los hechos.
Ya no me indignan los políticos. Hay distintas alternativas. Soy crítico con los “medios de manipulación”, pero no me puedo indignar siempre con la mayoría. Como sociedad, tenemos lo que nos merecemos. Tenemos lo que votamos.
Comentarios
Aclaro que he leído todo tu artículo, pero me quedo con la primera frase porque para mi es importante. Ese "tenemos lo que nos merecemos" no se limita solo a votar, si no a que en muchísimos sentidos la política es reflejo de la sociedad porque esa política se sustenta en la sociedad.
No es solo votar, son las situaciones que apoyamos, que fomentamos, el cómo "invertimos" nuestro dinero, el qué toleramos y qué no. Hay países en las que un escándalo "minimo" sobre una tesis doctoral significa que ese político acaba su carrera. Aquí no ocurre eso, simplemente porque ese tipo de actos se tolera mejor y se enmarca en toda una mentalidad de que no pasa nada.
No quiero extenderme demasiado, esto me recuerda a cómo en una noticia sobre un farmaceuta que falsificaba recetas médicas, la gente comentaba sobre su pena (no la recuerdo) que no era para tanto. Pues eso, a mi me parece algo para terminar totalmente con la confianza que tenía y para que desempeñe su puesto. Y ojo, no vengo a discutir si hay que tirarle a un pozo, o joderle toda su vida por ese error, solo me refiero a ese sentimiento de que "no es para tanto". Es algo muy grave, podemos ser más o menos tolerantes en el castigo, pero es algo MUY grave.
Y se me vienen a la mente varios casos similares, otro con la misma percepción es una bastante común sobre enfermeras o médicos que acceden a historiales médicos de otras personas, generalmente exparejas, pero se suelen ver comentarios en internet que tienden al "no es para tanto".
Sólo tienes lo que votas si tu opinión coincide con la de la mayoría. Pero mucho tenemos lo que no sólo no hemos votado sino que siempre combatimos. He ahí el problema.
O sea, que razones para indignarse sobran y la solución es bien sencilla: más libertad individual y menos política. Cuando la política –entendida como anulación del individuo por el colectivismo- desaparezca y todo sea libertad, habremos alcanzado el prometedor fin de la historia
#1 Sí, la frase "tenemos lo que nos merecemos" (como colectivo) choca por el conflicto entre el nivel individual y el nivel colectivo. No sé si la solución es sencilla, pero de acuerdo en que razones para indignarse sobran.