El raciocinio puede parecenos una actividad mecánica, sin embargo, por ejemplo, en el ámbito científico, a cada momento, y por cada asunto físico o científico todavía no dilucidado (por ejemplo, los caracteres cuánticos de la gravedad, o la compatibilización entre física relativista y física cuántica), surge una multiplicidad de teorías alternativas, competidoras entre sí, no equivalentes entre sí y en este sentido interexcluyentes entre sí, y todas estas teorías son racionales.
Si la actividad mental racional solo y siempre condujera a resultados únicos, no necesitaríamos la comprobación o validación empírica, no necesitaríamos el método científico, no necesitaríamos molestarnos en ver si nuestras teorías formales ocurren en el mundo real o no, porque de todas formas nuestro raciocinio no podría conducirnos a otras teorías formales. Desde este punto de vista, el método científico, es decir, la exigencia de que nuestras teorías se deban corresponder con el mundo real, es como una demostración indirecta de que nuestro raciocinio, aunque se nos represente como una actividad mecánica, no produce resultados únicos, puede producir teorías diversas incompatibles entre sí.
Así, una persona religiosa puede asumir que determinadas razones le asisten para creer que la trascendente e ininvestigable causa primera del universo tiene barba, pelo largo, túnica, inteligencia, ética, envió un hijo al cósmicamente insignificante planeta Tierra para ser crucificado por cósmicamente insignificantes Homo sapiens, y recompensa o castiga a los Homo sapiens después de que estos se mueren. Mientras que otra persona distinta, que es no religiosa, también tiene la misma legitimidad de asumir que otras razones distintas le asisten para imaginarse otras cosas distintas sobre la ininvestigable causa primera, o para asumir simplemente que la causa primera es ininvestigable y por tanto no formarse ningún razonamiento o teoría sobre lo que pueda haber o cómo pueda ser la causa primera ininvestigable.
Hay una caja cerrada, que es absolutamente imposible de abrir. Dentro de ella puede haber una manzana, o no haberla. La caja no puede ser abierta para comprobarse si dentro de ella está o no la manzana. Por tanto cada cual es libre de imaginarse si la manzana está, o no está, o de no molestarse en imaginar si está o no está dado que la caja no puede ser abierta. Y cada cual adoptará su propio punto de vista respecto a esta cuestión basándose en sus propios razonamientos y teorías lógicas, que serán tan legítimos como los razonamientos y teorías de los demás, a falta de un método científico, validación empírica o legitimidad científica (poderse abrir la caja) que indique qué teoría es la correcta y verdadera. Sin método científico o validación empírica, lo único que puede decidir si una teoría prevalece sobre otra es una autoridad de unas personas o legitimidades sobre otras, autoridad que no existe.
Porque una teoría que no puede ser comprobada empíricamente es lo mismo que una construcción mental que uno pueda hacerse en su cabeza que no tenga ninguna relación con el mundo real o que no pretenda describir nada del mundo real, y entre las teorías, construcciones mentales o pensamientos de este tipo, ninguno tiene mas legitimidad, derecho o autoridad que otro.
Desde este punto de vista, yo puedo tener mis razones o teorías lógicas, tan perfectamente legítimas como las de las personas religiosas, para preferir creer, como mas ético y maduro, que la causa creadora primera (la caja) no es como nos cuentan las religiones (en la caja no hay lo que dicen las religiones), y para también abstenerme de negar o afirmar otras teorías mas serias y dignas de consideración sobre cómo es la causa creadora primera porque "la caja no puede ser abierta para comprobarlas". En otras palabras, yo estoy perfectamente legitimado para ser agnóstico respecto a las teorías o consideraciones serias y formales acerca de la causa creadora primera, y para ser directamente ateo o negador respecto a las chorradas religiosas.