Imagina que un día vas andando por el campo, y en cierto momento te encuentras tirado por el suelo un pequeño objeto con una forma extraña. Claramente ves que es un objeto artificial, creado por el ser humano, pero tiene una forma extraña, y no sabes qué sentido puede tener.
Ahora imagina que aparece otra persona, que porta en su mano un reloj. Esa persona te pide ese pequeño objeto que has encontrado, y cuando se lo entregas, esa persona abre la tapa trasera del reloj e inserta el objeto dentro del mecanismo del reloj. La persona te muestra así que el extraño objeto que encontraste es una pieza del mecanismo del reloj, y cuando observas al objeto insertado en el contexto de ese mecanismo, rápidamente entiendes cuál era el sentido del objeto, por qué tenía la forma y características extrañas que tenía.
En esta primera aproximación parece que podemos afirmar que un objeto no tiene sentido por sí mismo, sino por el contexto en el que se inserta y del que es parte.
Pero entonces esto parece conducirnos a una conclusión final algo deprimente: si el universo total en su conjunto es todo lo que hay o lo que existe, entonces no puede haber nada mayor que él dentro de lo cual el universo se integre, por lo que parece que el universo, considerado en su conjunto, no tiene sentido. Lo cual a su vez parece también implicar que si nosotros, los homo sapiens, como parte interna del universo, recibimos nuestro sentido en relación con el universo que nos engloba, pero ese universo en sí mismo y en su totalidad no tiene sentido, entonces nosotros, los homo sapiens, tampoco tenemos sentido, porque somos como piezas de una maquinaria que en sí misma, en su globalidad, no tiene sentido.
Pero aquí estamos cometiendo un error conceptual: estamos pensando o razonando al revés. O estamos confundiendo cantidad con cualidad, o extensionalidad con intensionalidad. Para entenderlo, vamos por un momento otra vez al ejemplo del reloj.
La extraña pieza que encontraste en el campo era parte del mecanismo de un reloj. Es decir, esa pieza contribuía a la construcción y funcionamiento de ese reloj. Podemos, pues, considerar que esa pieza era como una "causa" del reloj, y el reloj es como una consecuencia de la pieza. Así que si ahora reparamos en el esquema "causa -->> consecuencia", podemos decir que la causa (la extraña pieza) encuentra su sentido en la consecuencia que produce (el reloj), o que la consecuencia es el sentido o "propósito" de la causa.
Desde este punto de vista, si ahora volvemos a considerar al universo, debemos reparar en una importante observación: es el universo el que nos crea o "causa" a nosotros, los homo sapiens, y no somos nosotros los que causamos ni creamos al universo. Es decir, no es el universo el reloj y los homo sapiens somos la pieza, es al contrario, el universo es la pieza y los homo sapiens somos el reloj.
Por tanto, si el universo es la causa, la pieza, y nosotros somos la consecuencia, el reloj, entonces el universo no es nuestro sentido, sino que nosotros somos el sentido del universo. El universo es como una "pieza interna" dentro de nuestro organismo o "engranaje". Por tanto, aunque cuantitativamente el universo es mas grande que nosotros y nosotros estamos dentro de él, cualitativamente es el universo el que, como causa nuestra, está "dentro" de nosotros, causándonos o construyéndonos.
Así que si adoptamos esta forma correcta de razonar, ahora el universo sí tiene sentido: el sentido del universo somos nosotros, los homo sapiens, además de todas las demás cosas creadas o causadas por el universo (otros seres vivos, planetas, estrellas, átomos, campos cuánticos, etc), del mismo modo que el sentido de la extraña pieza que encontraste en el campo era el reloj que dicha pieza ayudaba a construir o a causar.
Vamos a hacer una pequeña modelización de esto. Supongamos que el universo está en un estado inicial U1. Desde ese estado, evoluciona causalmente hacia el estado U2. Después, desde U2 evoluciona causalmente hacia el estado U3. Tendríamos así la siguiente evolución causal del universo: U1 -->> U2 -->> U3 -->> U4 -->> U5 -->> ...
Podríamos considerar que esa evolución causal del universo es el "sentido" del universo. También podríamos preguntarnos entonces cuál sería el estado final, la consecuencia última del universo. Respecto a esto, debemos apreciar que dado que no disponemos de ningún procedimiento suficientemente potente para determinar el futuro con exactitud, entonces no podemos saber con seguridad cuál sería el estado final del universo, pero de esto se sigue entonces que no es que el universo no tenga sentido global, sino que nosotros, al menos ahora mismo, no estamos en una posición que nos permita determinarlo con certeza. Pero la flecha de la causalidad existe, y esta flecha es la portadora e indicadora de "sentido".
Además, también podemos considerar que el universo, por ser todo lo que hay, no podría nunca causar ni contribuir a nada distinto de él o fuera de él o externo a él, pues fuera del universo no puede haber nada, si el universo es todo lo que hay. Así que el universo se mantendrá eternamente contribuyendo o causándose a sí mismo, estado tras estado.
Esta consideración parece apuntar hacia una conclusión interesante: el sentido supremo, la meta suprema, la aspiración suprema, es la de existir en vez de no existir, es decir, la de empezar a ser en vez de no ser. Entre otras cosas porque sin existencia, ni siquiera puede haber sentido; la existencia es el prerrequisito mas primordial posible, a partir del cual se desarrollan todas las demás problemáticas y cuestiones, como la del sentido. Si uno no existe, no existe ninguna otra cosa desde su punto de vista. La meta suprema, el sentido supremo de uno es uno mismo, su propia existencia, a partir de la cual podrá existir cualquier otra cosa.
Curiosamente, esta directriz del "existir" como sentido supremo se manifiesta de manera bastante crítica en los seres vivos.
En un artículo anterior ya expliqué cómo, en un universo determinista, cuando una persona determina a aquellas cosas que, a su vez, determinan o benefician a esa persona, entonces esa persona se está "autodeterminando", y esta autodeterminación es la vía por la que podemos introducir y entender la libertad o libre albedrío en el contexto de ese universo determinista. Pero esta estrategia de "autodeterminarme por el procedimiento de determinar a las cosas que me determinan o benefician a mí" es precisamente la que define a todos los seres vivos: los seres vivos desarrollan evolutivamente adaptaciones para promover su propia supervivencia y existencia en un entorno dado. Así, por ejemplo, las plantas desarrollan tallos, ramas, hojas o raíces que promueven o determinan su obtención de la energía y nutrientes que, a su vez, determinan la supervivencia y existencia de dichas plantas; los animales, por ejemplo, se esforzarán por construir refugios que, a su vez, protegerán a dichos animales, favoreciendo así su supervivencia y existencia.
Es decir, la vida es una "autodeterminación" o "autocausación". Un ser vivo es como un ser caracterizado por un fuerte propósito o aspiración de existir, de sobrevivir, de no morir.
Nótese que la existencia se desea y persigue en su grado máximo, el grado de la independencia, de la no dependencia de otros, de la autodependencia o sola dependencia de sí mismo, de la autocausación o autodeterminación. Se desea una existencia lo mas segura posible, porque solo a través de esa seguridad la existencia alcanza su plenitud y entereza.
Por ejemplo, pensemos en una persona pobre. Esta persona pobre "existe", pero las adversidades y riesgos de la pobreza la hacen estar mas cerca de no existir que lo estaría una persona rica. Así pues, si consideramos que cuando hablamos de "existencia" nos estamos refiriendo al extremo o "pico" máximo posible de la existencia, el de una existencia completamente segura y afianzada, no amenazada por nada externo o ajeno o fuera de control, entonces podemos considerar que, en cierto modo, el sentido supremo es el de la felicidad, siempre y cuando interpretemos la felicidad como existencia plena, perfecta y segura.
Por tanto podemos asumir que existir es el sentido supremo, el "reloj supremo". El sentido supremo de una persona debe ser esa persona misma, su propio ser, su propia existencia, su propio estar ahí en vez de no estar. La meta mas importante, el logro mas importante, la cosa mas importante de toda persona debe ser ella misma, porque la propia existencia de la persona es el prerrequisito supremo y mas primordial para que todo lo demás pueda existir y ser posible también (incluso el poder ayudar a otros a existir). Si uno no existe, no existe ninguna otra cosa con él. La existencia es el máximo triunfo posible, la máxima ganancia posible; la nada es la máxima derrota posible, la máxima pérdida posible.
Y, a la luz de estas reflexiones, podríamos decir que si el "nihilismo" propone que el "sentido" consiste en no existir, el "existencialismo" propondría lo contrario, que el "sentido" consiste en existir.