En la larga lista de reivindicaciones sociales que precedieron los rounds electorales de los pasados años, hay una sobre un aspecto especialmente relevante, la cuestión de la llamada “Ley mordaza”. La infame Ley se aprobó en el año 2015 por el PP de Rajoy, y desde entonces ha sido aplicada a discreción. Esta ley, aunque parezca algo excepcional, creo que es una vuelta de tuerca más de un retroceso democrático que venimos observando desde hace tiempo en muchos ámbitos. Parece sorprendente que esté avalada por el tribunal constitucional (1) y dentro del marco jurídico europeo. O tal vez lo que sorprende es que ahora pueda convertirse en tendencia (2).
Desde que entró en escena el nuevo gobierno, creíamos que habría una rectificación inminente sobre esta ley, pues estaba en el acuerdo pactado por la coalición. Quizás pensábamos ingenuamente que sería de lo primero en la agenda. Pero no, seguimos esperando. Estamos en Febrero de 2021 y ya van varios años desde que existe mayoría parlamentaria suficiente para cambiarla, además de propuestas en el congreso para hacerlo. Pero sigue estando “en trámite”, y muchos nos preguntamos por qué.
La debilidad, el marco y el márketing.
Aunque fue aprobada en su momento con mayoría parlamentaria, paradójicamente esta ley refleja debilidad institucional. Sólo el nombre oficial de esta ya es significativo. Aunque el término no es nuevo, es el paradigma del retorcimiento del lenguaje. Decía George Lakoff en su famoso libro “No pienses en un elefante. Lenguaje y debate político” (2004,
- “Es utilizar un lenguaje orwelliano que significa lo contrario de lo que dice […] deberíamos reconocer que ellos utilizan el lenguaje orwelliano exactamente cuando tienen que hacerlo: cuando están debilitados y cuando no pueden aparecer y decir lo que piensan. Imagínate que saliesen apoyando una «Ley de Cielos Sucios», o una «Ley de Destrucción de los Bosques», o una «Ley para liquidar la Enseñanza Pública». Perderían. Saben que la gente no apoyaría lo que intentan hacer.
- […]
- A la gente que le gusta el ecologismo le gustan determinadas palabras. Les gustan las palabras sano, limpio, seguro, porque encajan en marcos que describen lo que significa para ellos el medio ambiente. Por tanto (…), utiliza las palabras sano, limpio y seguro siempre que puedas, hasta cuando hables de las plantas de carbón o de plantas de energía nuclear. Es este tipo de debilidad orwelliana lo que hace que una pieza legislativa que, de hecho, permitirá que aumente la contaminación se llame «Ley de Cielos Limpios».”
Nuestra “Ley de seguridad ciudadana” es esa “Ley de cielos limpios”. Una ley que parece hecha a medida para proteger a la Institución y a las Fuerzas de Seguridad del Estado de esos “peligrosísimos” ciudadanos de a pie y de sus protestas (entre otras cosas).
Es cierto que la batalla por el lenguaje la perdieron en cuanto fue re-bautizada como “Ley Mordaza”, como ya ocurrió anteriormente con la Ley de protección de seguridad ciudadana del ministro Corcuera, apodada como “Ley de la patada en la puerta”. El mote pasó a ser la denominación generalizada. Pero por ahora, eso es sólo una victoria moral.
El libro de Lakoff, que recoge ciertas tesis sobre el lenguaje del “padre estricto y del orden”, asociado a los conservadores contra “el padre protector” asociado a los progresistas, es un compendio de armas dialécticas para luchar contra el partido Republicano de EE.UU. y se decía fue durante un tiempo uno de esos libros de cabecera del Partido Socialista en su lucha por el marco ganador contra el Partido Popular.
Esta batalla política del lenguaje en realidad enmascara el auténtico debate ideológico de fondo. Es el márketing que esconde la acción real de gobierno, y el PSOE ha sido durante décadas la otra cara de la moneda de este, la versión amable del turnismo bipartidista.
Ahora vuelven a estar, de facto, al mando (con mayoría en la coalición de gobierno). Deberíamos preguntarnos si existe voluntad de cambiar el fondo y el espíritu de la ley o veremos de nuevo un envoltorio con el que maquillar ideas similares a las redactadas actualmente, esta vez dentro de un nuevo marco.
Derogación o no derogación, esa no es (sólo) la cuestión.
El acuerdo de gobierno de PSOE-Unidas Podemos de 2019 (3) recoge lo siguiente en su punto 5.6:
- 5.6.-Derechos y libertades civiles. Aprobaremos una nueva Ley de seguridad ciudadana, que sustituya a la “Ley mordaza" para garantizar el ejercicio del derecho a la libertad de expresión y reunión pacífica. Esta nueva legislación, que verá la luz a la mayor brevedad, estará basada en una concepción progresista de la seguridad ciudadana y priorizará la garantía de derechos y la protección de la ciudadanía, y en particular regulará,entre otros,el Derecho de reunión, la identificación y registro corporal,la identificación de los agentes, y la derogación del artículo 315.3 del Código Penal.
Un texto en principio bienintencionado pero vago, abierto a interpretación, y que sólo concreta en una parte del final donde cita un artículo del código penal relativo a la reforma laboral (un artículo especialmente lesivo, el cual suponía de facto una anulación del derecho a huelga).
Cuando se recortan derechos, podría parecer que volviendo al estado anterior se soluciona el agravio, pero no es así, hay que seguir avanzando. El debate no debería ser la rectificación de una ley de carácter represiva o autoritaria, ese es no es el fin, es sólo un necesario primer paso. Hay que empujar más, para detener el retroceso democrático que ha sido tendencia en la última década, y seguir luchando por conquistar nuevos derechos. Creo que debemos más que nunca fiscalizar la acción de gobierno del PSOE, la de Podemos como sus socios y la del resto de partidos que componen la mayoría parlamentaria actual, que es la que hace posible la aprobación de nuevos textos legislativos.
El daño ya está hecho.
Mientras seguimos esperando (recientemente ha habido un nuevo intento en el congreso de retomar el trámite), en el “mientras tanto” la función represiva sigue funcionando y ya ha hecho su papel. Recordemos que las multas que afectan particularmente a las acciones de protesta o de expresión, al derecho de reunión o la desobediencia, van desde las consideradas faltas leves (entre 100 y 600 euros), faltas graves (entre 600 y 30.000 euros) hasta las faltas muy graves (entre 30.000 y 600.000 euros) (4).
Hay mucha, mucha gente que ya ha sido apercibida gracias a esta Ley, y han recibido multas de diversa consideración. Existe una masa silenciosa que no se atreve a decir “ni mú” porque les ha tocado bien de cerca. De vez en cuando aparecen en los periódicos los casos más flagrantes, pero la gran mayoría no sale en las noticias. ¿Cuántos casos hay de los que no somos conscientes? ¿en qué grado esta Ley está funcionando?(5)
Recomiendo hacer una búsqueda en Menéame con las palabras “https://www.meneame.net/search?q=ley
Comentarios
Para cuando vuelva la ultra-actividad en los convenios... osea, cuando no tengan más remedio.
Me hace gracia las lamentaciones, las disculpas, los intentos del PSOE y UP de hacer ver que esto no es Marruecos o Turquía, están perdiendo el culo diciendo que van a eliminar varios delitos por el mero hecho de opinar...
Es una victoria del rapero comunista Pablo Hasél, de los que piensan como él pero también de todos aquellos que creen en la LIBERTAD con mayúsculas.
la ley mordaza es interesantisima para el posoe en su version corrupcion y su version bipartidista ppsoe, nunca la cambiara por voluntad propia. Ahi teneis el ejemplo de la derogacion de la reforma laboral, si hay que votar se vota dos veces para que salga lo que el posoe quiere.
El posoe cuando puede es el pp, la unica diferencia es que se le puede obligar a ser otra cosa mientras que al pp lo que le cambian son los sinonimos de robar.