Hay dos clases de gente: la que te llena y la que te vacía.
Hay personas que comparten contigo su tiempo y, cuando los dejas, sientes que te han llenado, no siempre de lo que tú quisieras, vale, pero te han llenado. Te han hablado de motos, que te importan un pijo, o de fútbol, que te importa tres pijos, tres, pero te han llenado. Algunos, los menos, te han aportado una idea en la que pensar, o una sonrisa, o simplemente un buen rato que apuntar en ese saldo que nos llevaremos al estrato de silicato que nos integrará en su colorido seno. Algo es algo.
Hay en cambio otra gente que, cuando se marcha, te deja la sensación de que te han vaciado. Gente que, sin pretenderlo, te ha quitado las ganas de algo, o la alegría, o te ha utilizado como urinario donde desahogar su mala digestión emocional. Son los putos sembradores de desalientos, esos cabrones. O los ingratos profesionales que no son capaces de apreciar ni lo que tienen ni lo que disfrutan. Cuando son creyentes, son desagradecidos con Dios, y cuando ateos, desagradecidos con el Mundo y hasta con la Carne.
De todas las bisagras que dividen el mundo y las personas que nos rodean, o con las que nos rodeamos, pocas distinciones hay más importantes que esta: los que te llenan y los que te vacían.
El problema, para mí, es que la vida pública se está poblando cada vez de más gente del segundo grupo. Es difícil entrar en un foro o una red social y encontrar algo más que gente dispuesta y decidida a cabrearte, a decirte que esto o aquello no vale la pena, cínicos que están de vuelta sin haber ido nunca a ninguna parte, aspirantes a ministro o a juez. Sobre todo a juez, y sin límites. Jueces del presente, del pasado, del futuro, vendedores de moralinas, catecismos y penitencias que te persiguen con sus monsergas laicas, como frailes exclaustrados de algún puticlub con pretensiones de templo.
Y con gente así, qué le vamos a hacer, es mejor juntarse con el grupo de los que hablan de fútbol, de tetas y de motos. Porque te llenan de mierda, vale, pero te llenan.
A tomar por culo los vampiros de las horas.
A tomar por culo.
Comentarios
Me encanta tu artículo. A poco que pienses en las personas que te rodean, empiezan a surgir candidatos para ambos grupos.
Se puede ser ambas cosas, incluso al mismo tiempo.
Doy fe.
Creo que como poco habria una tercera clase, las personas que pasan por tu vida sin aportar absolutamente nada.
Por cierto, ¿alguien tiene insomnio?
"enviado
04:43"
#3 el hace trampas, son dos.
#5 Pero por las noches siempre escribe el mismo. Doy fe.
#3 Trabajo nocturno
#7 Aaaaaaaamigo
#0 Totalmente.
Es como conversar con alguien que tiene algún sueño y otro que está hundido en la miseria. Uno te contagia su pasión y el otro te jode el día.
#0 ah que bueno! Y también están los vampiros que te "llenan mal" desde la simpatía. Gente que no te aporta nada, pero tampoco uno se puede cabrear con ellos porque no buscan en ti ninguna reacción que merezca su interés, salvo tu atención. Para ellos existes en tanto oyente o público amigable de sus historias y proyectos, como esos alucinados que han tomado algún cactus mexicano o unas setas y se han hecho uno con el universo de modo que ya todo gira entorno a ellos y sus "experiencias", y te ponen la cabeza como un bombo con sus delirios. Cuando te has visto mucho con esos especímenes, los cínicos sañosos y cabreantes son como agua de mayo.
Seguramente por decir esto se me podría tachar de pertenecer a la segunda categoría, un vaciador, un vampiro horario.
Pero suponiendo que aceptamos esta clasificación como universal e inapelable para juzgar a los demás ¿No deberíamos también plantearnos en qué categoría nos clasificarían en nuestro entorno?
Pero sinceramente, digo, como un ejercicio de introspección, no basándonos sólo en la opinión que tenemos de nosotros mismos.
Un saludo
#11 Es una buena idea, creo yo.
Un amigo clasificaba de otra manera, el tiempo de soportabilidad, gente con la que puedes estar un minuto al año y mas que suficiente e iba subiendo, estaba el 2 minutos al mes, que evidentemente era un chapas y así sucesivamente. Quizás es una clasificación mas superficial, pero en el fondo es lo mismo.
"Hay en cambio otra gente que cuando se marcha te deja la sensación de que te han vaciado. Gente que, sin pretenderlo, te ha quitado las ganas de algo, o la alegría, o te ha utilizado como urinario donde desahogar su mala digestión emocional."
Dentro de este grupo de personas habria que añadir a los que te vacían de penas, a los que simplemente escuchandote y estando ahí parace que, en cierta medida, te ayudan a liberarte de alguna carga.
Creo que tanto los que te llenan como los que te vacían pueden ser pesonas positivas o negativas, simplemente dependerá de lo que te aporten o de lo que te vacíen.
Hay dos clases de personas: las que por la noche duermen y las que malgastan ese tiempo con vicios como escribir artículos tochos en Menéame
Y se puede cambiar. yo conozco a gente que antes te hablaba de electrónica, de películas (una cabeza para actores y directores increíble) o de motos. Y en estas navidades el monotema eran las vacunas, el 5G, Soros, que si las mascarillas son mordazas, o que si el confinamiento es ilegal, etc. Llegaba un momento en el que al final le ignoraba a ver si se daba por enterado, pero no.
El problema es que solemos asociar el cinismo y el escepticismo con la inteligencia, y la ilusión y la pasión con actitudes propias de ingenuos e idiotas que tarde o temprano se caerán del guindo.
Se prefiere el sarcasmo y el zasca fácil para destrozar al oponente que perder el tiempo dialogando o rebatiéndole con un argumento medianamente constructivo. Al final esas actitudes tóxicas son las que acaban impregnando todas las redes sociales, sea con nuestra colaboración u omisión.
Últimamente me estoy planteando seriamente por qué sigo aquí... Es una pena, pero creo que desperdiciamos muchísimo tiempo y energías discutiendo sobre chorradas políticas con desconocidos (también algún que otro clon multicuenta y astroturfer a sueldo), cuando podríamos estar aprendiendo cosas realmente útiles, y conociendo de primera mano experiencias muy valiosas de gente increíble que tiene (o tenía) cuenta por aquí.
Echo un poco de menos una mirada introspectiva a este tema. Creo que hace más falta el plantearnos cada uno de cuál de estos grupos somos, o de cuál queremos ser, que mirarlo en los demás.
Cuando te leía yo he pensado automáticamente en familia y amigos, gente que, al contrario que los desconocidos de internet, te puede merecer la pena dejar que te vacíen un poco si sabes que los que en ese momento están verdaderamente vacíos son ellos y tú puedes ofrecerles algo. Al menos estas cosas son las que yo me digo cada vez que vuelvo de casa de mis padres como si me hubiesen dado una paliza o, mejor, como si hubiese corrido dos maratones para llegar el último.