Imagina que te ponen delante una manzana y una naranja, y te dicen que elijas lo que mas te guste. Lo piensas un poco, y decides que te gusta mas la naranja, que está menos manida, así que te acercas para cogerla. Avanzas tu mano, pero cuando intentas coger la naranja, te encuentras con la asombrosa sorpresa de que tu mano la atraviesa como si tu propia mano, no la naranja, fuera fantasmal. Tu mano no choca contra la naranja, la atraviesa como si tú fueras un alma o un fantasma etéreo.
Consternado, y sin saber por qué sigues caminando sobre el suelo en vez de caerte atravesándolo, quieres comprobar si esa sorprendente "característica fantasmal tuya" sigue manteniéndose con otros objetos. Te acercas hacia una puerta que ves en una pared, intentas coger su picaporte para abrirla, pero ves que, otra vez, tu mano atraviesa el picaporte como si fuera una mano fantasmal o inmaterial. Piensas que entonces podrás atravesar la puerta con tu cuerpo. Pruebas a ver si puedes hacerlo, y ves que lo puedes hacer. No puedes interactuar con nada físico, no puedes tocar nada ni coger o empujar nada, dejando a un lado que sigues sin caerte atravesando el suelo.
Es decir, el mundo sigue exactamente igual que si tú no estuvieras, porque nada de lo que hagas va a tener un efecto material o físico en él.
Ciertamente, eres libre, se te da libertad de movimientos y de elección. Pero, si por ser tu cuerpo como un fantasma o alma etérea e inmaterial que no puede tocar, ni coger, ni interactuar con lo material, no puedes hacer absolutamente nada en este mundo, ¿de qué te sirve la libertad que se te concede? ¿no consistía la libertad en poder hacer cualesquiera cosas en este mundo? ¿de qué te sirve tu libertad para hacer cosas en este mundo si, cuando intentas utilizarla, tu cuerpo atraviesa fantasmalmente naranjas y paredes y al final no puedes hacer nada? Si se te da una libertad de hacer pero, por ser tú como una especie de fantasma que atraviesa las cosas, no puedes hacer nada, entonces es que en realidad no tienes ninguna libertad, porque la libertad es libertad de hacer, pero en el mundo real, siendo tú un fantasma inmaterial, no puedes hacer nada.
Por tanto, este ejemplo nos conduce a entender la idea de que libertad es libertad de poder hacer cosas en este mundo material, sin que tu mano o tu cuerpo atraviesen fantasmalmente las cosas.
Este ejemplo, en principio, puede parecer que no apunta hacia ninguna dirección interesante. Pero aquí viene entonces el punto: si quieres tu libertad para poder tocar, mover y coger cosas en este mundo, y para poder influir materialmente en este mundo natural y físico, haciendo cosas efectivas en él, entonces, en cierta justicia, y hasta en cierta lógica, también tendrás que aceptar que este mundo natural, físico y material pueda influir en ti y hacer cosas efectivas en ti.
Es una simple cuestión de simetría.
A esa "influencia" tan justa, lógica y simétrica que el mundo físico y natural podrá ejercer sobre ti, si tú quieres ser libre para influir también en el mundo, la podemos interpretar como un "determinismo físico". Tú influyes y "determinas" al mundo físico, y el mundo físico, simétricamente, influye y te "determina" a ti. Si tú quieres poder obligar a actuar a la Naturaleza, entonces también tendrás que aceptar que la Naturaleza pueda obligarte a actuar a ti.
Este esquema simétrico de "libertad mía pudiendo hacer cosas en el mundo y pudiendo influir determinísticamente en el mundo, y, por razones de simetría, mundo a mi alrededor pudiendo también influir determinísticamente en mí", establece un intercambio comercial entre el individuo (humano en nuestro caso) y la Naturaleza.
Lo que es curioso es que este enfoque nos permite establecer cierto "álgebra causal" desde el que podemos expresar cierta "modelización" del concepto de responsabilidad que es compatible con el concepto de determinismo.
Supongamos que en el universo solo hay A, B y C. Supongamos que A causa a B, y B causa a C (indiquemos esto como A --> B --> C ). Obviemos ahora mismo una flecha causal desde C hacia A. B ha causado a C, pero si le preguntamos a B quién le ha causado a él, B responderá que le ha causado A. Así, aunque B ha causado materialmente a C, el "verdadero causante", o "causante primero" de C ha sido A.
Pero ahora supongamos que en el universo solo existen B y C. B causa a C (B --> C), pero si le preguntamos a B quién le ha causado a él, B tendrá que tener en cuenta dos cosas: primera, no hay un A al que echar la culpa, solo está C, así que, de echar la culpa a alguien, solo se la podría echar a C; y segunda, por el "principio simétrico" (y ahora sí lo explicitaremos), B va a tener que echar la culpa a C (es decir, también C --> B). Así que tenemos a B --> C y a C --> B.
Y aquí viene lo interesante: esta última consideración sobre B y C (sin existir A), nos ofrece un modelo conceptual de "responsabilidad" compatible con el determinismo.
Consideremos primero el caso de una persona A que obliga, a punta de pistola, a otra persona B a robar alguna cosa a otra tercera persona C. Entonces, aunque la persona B ha ejecutado materialmente el robo, la "verdadera causante" o "causante primera" del robo es la persona A.
Ahora imagina que te ponen por delante una naranja en perfecto estado y otra naranja podrida, y te dicen que elijas una de las dos. En tu mente, realizas un cálculo objetivo, mecánico, científico, de cuál de las dos te puede beneficiar mas. En tu cálculo, consideras que la naranja en buen estado "determinará" en ti un gusto o sabor mas placentero o agradable, "determinará" que tu metabolismo consiga nutrientes en buen estado, y "determinará" que en tu cuerpo no entren microbios peligrosos. Por tanto, eliges la naranja en buen estado. Ejerces una acción en sentido de conseguir para ti la naranja en buen estado, tu acción tiene como consecuencia conseguir para ti la naranja en buen estado, pero la causa de tu elección y de tu acción ha sido el buen estado de la naranja y por tanto la naranja buena en sí misma. Tu elección ha tenido como consecuencia que disfrutes la naranja buena, y la naranja buena ha tenido como consecuencia tu elección.
Formalizándolo con la notación de nuestro "álgebra causal", si tú eres A, y si la naranja buena es B, podemos entonces decir que A --> B y también B --> A. Análogamente a como planteábamos mas arriba sobre un universo donde solo existían B y C, si te preguntan a quién tendrías que culpar de que hayas elegido la naranja buena, tendrías que culpar a la naranja buena, primero porque no hay nadie anterior a ti que te haya obligado a elegir la naranja buena, y segundo por el principio de simetría.
Vamos a considerar este último caso con otro ejemplo análogo. Imaginemos una persona A que ha asesinado a otra persona B, y nadie ha obligado a la persona A a cometer ese asesinato, la persona A lo ha cometido por "propia iniciativa". Dado que por el principio de simetría todo debe tener una causa, si el juez le pregunta al asesino A por qué ha cometido el asesinato, es decir, a quién tendría él que echar la culpa de que él haya cometido el asesinato (y si el asesino quiere responder sinceramente), el asesino tendría que considerar dos cosas: primera, no hay ninguna persona anterior a la que culpar, porque nadie anterior le obligó a cometer el asesinato, por lo que solo quedaría para echarle la culpa la propia persona muerta, es decir, la muerte de la víctima B sería la que habría causado o motivado el acto de asesinato; y segunda, por el principio de simetría (por el que todo debe tener una causa), el asesino A tendría de hecho que reconocer que la propia muerte de la víctima B fue lo que motivó o causó su decisión de asesinar.
Cuando el asesino A decidió cometer el asesinato, no perseguía en realidad evitar un disparo de alguna otra persona anterior que estuviera amenazándole con una pistola para obligarle a cometer el asesinato, sino que el asesino, al ejecutar el acto de asesinato, perseguía la muerte misma de la víctima B. Como nadie anterior obligó al asesino a asesinar, entonces fue la muerte misma de la víctima B la que, a su vez, motivó, guió o incitó la decisión del asesino de asesinar, del mismo modo que la naranja en buen estado motivó tu decisión de elegir esa naranja. El asesino, al cometer el asesinato, perseguía la muerte de la víctima en sí misma, no perseguía evitar que alguien anterior le disparara, por lo que la muerte de la víctima era lo que guiaba, conducía, motivaba, causaba y determinaba sus actos para lograr el asesinato.
Así que el asesino tendría que responder al juez que asesinó a la víctima, no porque alguna otra persona anterior le obligase, sino porque era la muerte misma de la víctima lo que le guiaba, lo que conducía y determinaba sus actos y motivaciones de asesinar. Así, aunque la muerte misma de la víctima era lo que guiaba, motivaba, causaba o determinaba la decisión de asesinar y la ejecución del asesinato (como las buenas cualidades de la naranja motivaban y conducían tu elección), esta "contra-causación" o "retro-causación" desde la muerte de la víctima hacia la decisión del asesino no solo no deshace o destruye la responsabilidad o culpabilidad del asesino, sino que es precisamente lo que confirma, refuerza, construye y define dicha responsabilidad o culpabilidad. El asesino estaría respondiendo al juez: "asesiné a esa persona porque su muerte es lo que me guiaba, me atraía y me resultaba deseable o preferible; asesiné a esa persona porque eso es lo que quería conseguir". O visto de otra forma: que la muerte misma de la víctima fuera la causa de la decisión de asesinar del asesino, es implicativo de que el asesino no puede culpar a ninguna otra persona anterior distinta de él (que le obligase a cometer el asesinato), por lo que la culpa o responsabilidad es del asesino.
Así, cuando una persona A causa cierta consecuencia B, si esa persona A puede culpar de su decisión a alguna otra persona o cosa anterior, distintas ambas de la consecuencia B, entonces esa predeterminación proviniente de esa persona o cosa anterior sí es destructora de la responsabilidad de la persona A; pero si, por el contrario, esa persona no puede culpar de su decisión a ninguna otra persona o cosa anterior, diferentes de la consecuencia B, y por tanto la persona A tiene que culpar a la propia consecuencia B, entonces esta "contra-determinación" o "retro-causación" proviniente de la consecuencia B no solo no deshace o destruye la responsabilidad de la persona A, sino que de hecho confirma, define y construye la responsabilidad de la persona A.
Un acto es responsable o culpable cuando, a su vez, está predeterminado o (retro)causado solamente por la consecuencia misma que ese acto persigue causar. Es decir, si una persona A causa una consecuencia B, y esta consecuencia B, a su vez, causa la actuación de la persona A, entonces esta persona A se está causando a sí misma, indirectamente a través de la consecuencia B, y esta "autocausación" es "responsabilidad", "libertad" o "autonomía". Este modelo conceptual, pues, convierte la responsabilidad y el determinismo (o causalidad) en cosas no incompatibles o interexcluyentes entre sí.
Si A causa a B, y solo hay A y B, entonces, por simetría, también tendremos que considerar que B causa a A, pero esta "retro-causación" de B hacia A no solo no va a deshacer la "responsabilidad" de A, sino que incluso va a confirmar y reforzar esta responsabilidad. Es decir, que aunque B ("el mundo") es determinista hacia A ("el ser humano"), este "determinismo mundo a humano" no impide ni deshace la "responsabilidad" del ser humano hacia el mundo (es decir, el "determinismo humano a mundo").
Si no hay nadie a quien culpar y por tanto solo puedes culpar a la cosa que tú causas, entonces tú eres responsable, y precisamente culpar a la cosa que tú causas no debilita tu responsabilidad o culpa, la refuerza y confirma.