La apuesta por la publicidad y la publicidad de apuestas

Vivimos una época de cambios en menéame; se ha escrito mucho, tanto desde la comunidad como desde la administración, sobre la viabilidad económica del sitio y las formas de conseguir aumentar esta.

La apuesta por la publicidad es, quizás, la principal y, por supuesto, ha generado debate. El aspecto más tratado —dado que afecta a todos los usuarios— es el impacto en la usabilidad y la experiencia de usuario. El sitio está ciertamente cargado de publicidad, con grandes banners en la portada y la barra lateral, en los lugares más visibles.

Hay muchas posturas que conciliar sobre la publicidad en general, sobre la experiencia de usuario, las diferentes formas posibles de monetización del sitio, etcétera.

Sin embargo, desde hace días, uno de los banners, situado en la parte superior de la barra lateral, utilizando los colores corporativos del sitio, llama a hacer clic para llegar a un comparador de casas de apuestas, lo que creo que debería abrir otro debate.

Este banner, cumpliendo la ley, incluye la leyenda "Juega con responsabilidad" y el símbolo que indica que está dirigido a personas mayores de 18 años.

¿Por qué menéame acepta mostrar publicidad para ciertos tipos de actividades para mayores de 18 años y no otras? Jamás he visto un anuncio de pornografía en menéame, y supongo que no lo veré jamás, a pesar de que seguramente también, como los de las apuestas, son más lucrativos que la media. ¿Qué criterio se utiliza para decidir que las apuestas sí pasan el filtro?

La adicción al juego es un problema social de primer orden que ha motivado una legislación específica. No creo que se esté incumpliendo aquí la ley, pero sí que se está atentando contra su espíritu, es decir: que no está remando en pro de solucionar el problema, sino que, más bien, está utilizando la ingente cantidad de dinero que genera para recaudar alguna cuantía para la viabilidad del sitio.

Además de la protección al menor de edad (no hay nada que impida a un menor entrar a meneame, y de hecho, nada que evite que incluso sea un sitio a recomendar a menores de edad), hay una cuestión de mínimos que, en mi opinión, se debería atender desde la administración del sitio: la autoexclusión.

Para quien no lo conozca, en España existe un mecanismo de autoexclusión del juego, que te impide entrar a casas de apuestas físicas o registrarte en sitios web. Para utilizarlo, cada persona puede voluntariamente inscribirse y así evitar caer en la tentación si así lo desea. Este método de prevención queda lejos de algo ideal, en tanto no impide el acceso efectivo a ciertas apuestas socialmente aceptadas (las gestionadas por el Estado o la ONCE, que ha aumentado su catálogo para incluir juegos con recompensa inmediata, a diferencia del tradicional cupón, mucho más dañinos) o la exposición a la publicidad.

Conozco a personas que luchan a diario contra la ludopatía. Y sé que basta un estímulo —un vídeo, un anuncio luminoso— para que reviva esa urgencia de jugar, de apostar, de “intentar la suerte una vez más”. Para alguien en proceso de recuperación, ese breve parpadeo puede significar una recaída. Y para alguien que nunca haya jugado, puede suponer la puerta de acceso a un infierno.

Menéame, en mi opinión, tiene tres posiciones a elegir frente a la publicidad de las casas de apuestas:

  • Priorizar los ingresos económicos y, en consecuencia, aceptarla e incorporarla sin cortapisas. Esta postura se podría defender desde la omnipresencia de la publicidad de apuestas en muchos otros espacios, virtuales o físicos.
  • Tomar una postura ética y socialmente responsable y negarse a anunciar este tipo de plataformas, como haría con otras que conllevaran cierto debate ético. En este caso, no se trata de mirar lo que hacen otros, sino de definir qué valores tiene mi empresa.
  • Y una tercera, que operaría en una zona gris, que se basaría en permitir a cada usuario escoger si quiere este tipo de publicidad o no. Dentro de esta opción nos podríamos mover en la gama de grises haciendo que sea opt-in, es decir, que el usuario dé su consentimiento previamente, u opt-out, lo que implicaría que se mostraría a todo el mundo por defecto y que las visitas anónimas (aquellas que no hayan iniciado sesión) reciban siempre esta publicidad.

Incluso aceptando que la única forma viable de financiación para menéame sea la publicidad, creo que es necesario tener un debate sobre el tipo de publicidad que muestra; un debate sobre su forma (si es un pop-up gigante o si son anuncios integrados en la web) pero igual o más importante, sobre su fondo: ¿qué está dispuesta la administración del sitio a hacernos ver a sus usuarios? ¿Casas de apuestas, prostitución, memecoins, campañas políticas, páginas negacionistas, pornografía, sitios competidores...? ¿Todo vale? ¿Cuál es el criterio? ¿Aceptaría menéame publicidad de cierta web similar que prohíbe nombrar en comentarios?

Porque, de hecho, el banner que encabeza este artículo no parece en absoluto fruto de un contrato de publicidad programática, en el que alquilas un espacio para que una empresa vaya mostrando distintos anuncios; sino publicidad directa, contratada con menéame sin intermediarios. Es decir, que se recibió la oferta, se examinó el contenido y se dio luz verde.

Y, por supuesto, soy consciente de que se pueden bloquear con extensiones y otras artimañas técnicas. Pero creo que el debate no se cierra dejándolo a la responsabilidad exclusiva de cada usuario: La administración debería tomar una posición clara y transparente.

Y nosotros, como usuarios, veremos qué hacemos: si desactivamos nuestros bloqueadores de anuncios en sitios como menéame, si decidimos pagar a una empresa que cree que no todo vale para conseguir ingresos o si nos montamos un fork con anuncios de prostitución y criptocasinos.