Lo descubrí de adolescente, en algún programa musical en la que ponían videoclips de música diversa. Supongo que merendando en el comedor, pensando en qué hacer esa tarde. Gary Moore había pegado el bombazo con su "Still got the Blues", que destacaba por su balada-blusera del mismo nombre, y la tremenda "Oh, pretty woman", un guiño a sus raíces clásicas de ambas orillas del Atlántico, en la que rescató al mismísimo Albert King, autor de la canción y pilar del blues eléctrico moderno (todo esto lo aprendí años después). A pesar que esas dos canciones justificaban la compra del álbum, el clip que estaban poniendo correspondía a otra canción. Moore tocaba a duo con otro guitarrista negro como el carbón y una expresión histriónica y "auténtica", que le permitía, no solo resistir a los embistes guitarreros de Gary sin achantarse, sino complementarse bien con él. Esa canción era "Too tired" y ese negro era Albert Collins.
Han pasado unas cuantas primaveras desde entonces, y he de decir que de los tres músicos que he mencionado hasta ahora, Collins es el único al que sigo escuchando asiduamente.
La fuerza de Collins recae en su sencillez, su impredecibilidad (con la que se mueve y crea dentro de los cánones del blues), además de su originalidad en el tono de su guitarra que llegó a caracterizarle desde el lanzamiento de su primer single instrumental "Frosty" allá por 1964 (una adolescente Janis Joplin estaba en el estudio de grabación en ese momento, y alucinó con el bueno de Albert). A partir de ese momento, Collins tuvo sus altos y bajos (llegó a tocar con Ike& Tina Turner en "The hunter"), hasta que en 1978 lo fichó Bruce Iglauer para su discográfica independiente de blues "Alligator Records". Albert, por fin estaba donde debía estar.
Puede decirse que su primer disco con Alligator es la piedra filosofal con la que Mr. Iceman (uno de los apodos de Collins), se recreaba a sí mismo. "Ice Pickin'" tiene todos los elementos característicos de Albert, combinados de manera brillante y fresca: una banda acojonante (la plantilla de Alligator), ritmos blueseros y funky, humor, talento, viveza y osadía. Seguramente es el disco por el que empezar para quien no le conozca y desee aproximarse al maestro.
Me está atacando la pereza y el calor, pero no puedo acabar el artículo sin destacar los directos de Albert. Hay mucho material en Youtube que suele valer la pena. At Mount Fuji, at Rockpalast at Montreux, y mil apariciones más (como con George Thorogood en el Live Aid). En directo es cuando las auténticas panteras se mueven más y mejor. Personalmente, me quedo con el recopilatorio póstumo "Live 92/93", buena muestra de que uno puede dejar este mundo con el mazo dando.
Más allá de todas las definiciones del arte y de los artistas, la que más me gusta es la de que te ayuden a vivir, a celebrar y sentir la vida. Creo que Mr. Albert Collins es un buen ejemplo de ello.