Hace muchos años, pero lo que se dice muchos, yo era usuario de aquel engendro llamado Incredimail. Para los afortunados que no lo conozcan, se trataba de una cliente de correo electrónico que hacía toda clase de pijadas con los formatos, los tipos de letras y eso que llaman imagen corporativa.
Me dí de alta y compré la versión registrada a raíz de una solicitud de un cliente, así que no me llaméis gilipollas, porque no fue iniciativa propia.
El caso es que después de bastante tiempo de usar el programa y de actualizarme dos o tres veces, salió una actualización, no recuerdo si de la versión 6 a la 7 o una cosa así. La anunciaron a bombo y platillo: actualización, nuevas funcionalidades, gratis, mejora tu productos, exclusivo para suscriptores.
Vale, pues venga, me la descargo. No sé si lo recuerdo o me lo invento, pero creo que aún tenía que hacerlo con el modem.
Bueno, pues consigo descargarme y descomprimir el archivo y resulta que la actualización consistía en convertir varias opciones gratuitas en opciones de pago.
Sí, tal cual.
Ahora podrás suscribirte a nuestra filtro antispam, por 15$ al año.
Ahora podrá suscribirte a nuestro servicio mejorado de personalizar los logos de los encabezados, pro sólo 10$ al año.
Ahora podrás añadir texturas a tus correos por sólo 5$ al año.
Y todo así.
El famoso upgrade consistía en hacerte pagar pro lo que hasta ese momento era gratuito y no había ninguna manera de regresar a la versión anterior. Cada vez que lo intentabas, te salía un aviso diciendo que ya te habías instalado una versión más moderna y que no estaba permitido regresar a la versión anterior. Y si lo hacías, tu licencia era inválida.
¿De verdad alguien cree que hacer pagar por lo que erran opciones gratuitas es un "upgrade"?
Pues estos tíos lo creían. Lo pregonaban. Lo vociferaban con publicidad de colorines.
Entre eso, y que su base de datos daba errores que había que solventar con una herramienta de pago que ellos mismos crearon, pues evidentemente los mandé al carajo, dijera lo que dijese el cliente pijotero aquel de la imagen corporativa.
Espero que haya una caldera en el Infierno especialmente diseñada para estos tipos, o que al menos los metan a hervir junto a todos aquellos que cobraban 30€ o 30$, indistintamente, por sus programas, cuando 1 dólar valía, 1,18 €. Y no te dejaban comprar en dólares desde Europa, los cabrones.
Banda de cagarrutas...