Ya no hay dictados así. Ahora, si se le ocurre a un profesor semejante frase en un dictado, se arriesga a un expediente con tirabuzón y saque de banda. Y no porque Violeta haya dejado de comerciar con pilosidades sicalípticas, sino porque hay alguien que no se llama Violeta, que no conoce a Violeta, que no le daría diez céntimos a Violeta si se la encontrase pidiendo, ¡pero se ofende! Entre tanto, el hereje de mucho coraje protege a los de su linaje, pero con cuidado, no vaya a meterse alguien con su libertad religiosa o le llamen …