Fascismo y esperanza

·     En Gaza, Israel impone bloqueos, controla recursos y bombardea zonas civiles. En Cisjordania, el ejército israelí mantiene ocupación y expande asentamientos.

·     En Rusia, Putin persigue a la oposición y controla los medios. También, ha invadido Ucrania y bombardeado zonas civiles sin respetar el derecho internacional.

·     En China, el gobierno vigila a la población con cámaras y apps. También, los uigures son enviados a campos de reeducación sin juicio. China presiona a países pequeños para que no reconozcan a Taiwán.

·     En Turquía, Erdogan encarcela a miles de funcionarios y periodistas.

·     En Nicaragua, Ortega elimina partidos opositores y encierra a candidatos.

·     En Venezuela, Maduro impide a la oposición participar en elecciones.

·     En Hungría, Orban limita jueces y prensa para mantener el poder.

·     En El Salvador, Bukele usa al ejército para controlar instituciones y crea campos de concetración.

·     En Arabia Saudí, se castiga con cárcel o muerte a quien critica al rey. También, lideró una guerra en Yemen con bombardeos sobre hospitales y escuelas.

·     En Irán, las mujeres pueden ser arrestadas por no llevar velo.

·     En Egipto, miles de activistas están presos por protestar.

·     En España se han multado protestas pacíficas con la Ley Mordaza, se ha criminalizado la desobediencia civil en Cataluña, se han producido devoluciones en caliente en la frontera sur, y persisten casos de abusos policiales sin consecuencias judiciales claras.

·     En Francia, la policía ha reprimido con violencia manifestaciones sociales.

·     En EEUU, hay leyes que restringen el voto de minorías. El ICE ha separado a niños migrantes de sus familias en la frontera, ha detenido personas sin juicio durante meses en centros opacos y ha deportado a personas en riesgo de muerte en sus países. En la frontera de EE. UU, se han usado jaulas y condiciones inhumanas para encerrar a migrantes.

·     Gobiernos europeos han financiado a Libia para frenar migrantes, pese a torturas en centros de detención. Frontex ha permitido devoluciones ilegales de refugiados en el Mediterráneo.

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“El viejo mundo se muere. El nuevo tarda en aparecer. Y en ese claroscuro surgen los monstruos.”

Antonio Gramsci 1929 - Italia 

Estamos ante uno de los mayores cambios sociales de la historia. La información, como cuando se crearon las primeras imprentas, fluye ante nuestros ojos, y los ciudadanos, atónitos, no son capaces de comprender lo que ocurre. La era digital es un hecho, y eso lo ha cambiado todo. Ahora nos toca cambiar como sociedad y elegir un rumbo histórico que no nos avergüence dentro de siglos.

La muerte del viejo mundo y la indignación 

Nuestra realidad social se muere, es un hecho. Aferrarse a ella es hundirse en un pasado que ya nadie cree. Nuestras reglas sociales dejaron de convencer y esto es debido a que las organizaciones sociales, en nuestro caso las democracias liberales, han perdido toda legitimidad por varias razones: 

·     Crisis encadenadas. No hemos salido de una y entramos en otra, esto es un claro signo de que nuestro sistema no funciona.

·     Desigualdad creciente. Cada día vemos como nuestra vida empeora, pero la de algunos crece y crece. Esta desigualdad no es solo en lo económica, sino también legal, pues sabemos que algunos son intocables, ese sentimiento de ira y de injusticia es lo que se llama indignación.

·     Corrupción y falta de transparencia. Ligado con lo anterior, si una serie de individuos se creen legitimados a tener todo el poder, rompen las reglas comunes para conservar sus privilegios.

·     Política desconectada. La edad media en España de afiliación política es de 60 años, eso es un claro indicador de que la política actual no convence. Y no lo hace porque es incapaz de superar su operativa interna debido a la corrupción y al nepotismo. 

Todos estos problemas crean una gran desconfianza en la sociedad que lleva creciendo desde el 2008, una crisis que no tuvo consecuencias para los millonarios que la crearon, una elite política que participo y la permitió y una sociedad que fue reprimida a nivel global que ya no sabe qué hacer para exigir sus derechos.

Ese viejo mundo se está descomponiendo poco a poco. Cada ciudadano, como una suma de pequeñas gotas, va añadiendo sentimientos de ira, apatía, desasosiego y desafección al conjunto de la sociedad, pues ni las quejas, los “nuevos” partidos, las manifestaciones, violentas o no, valen para que se nos escuche. ¿Qué hacemos entonces? ¿Hacia dónde vamos? ¿Quién puede ayudarnos?

 

El claro oscuro y el miedo

 Y como si de una obra de teatro se tratara el COVID-19 cerró la escena histórica que estábamos viviendo y atenuó poco a poco las luces hasta dejarnos en la completa oscuridad.

El miedo social es esa suma de sentimientos relacionados con la incertidumbre que se extienden como la niebla y condicionan todo lo hacemos y pensamos. Y en esa niebla hay quienes se aprovechan para ganar dinero, poder y control.

Este miedo mutuo es una fuerza muy poderosa, mucho más de lo que pensamos como individuos. No es irracional, pues está alimentada por una realidad de crisis climática, guerras, pandemias, desigualdad, migraciones y cambios tecnológicos que nadie parece controlar del todo. Este miedo es real y lo debemos aceptar y gestionar y ese es un pequeño paso hacia la esperanza.

Como la oscuridad entre escenas se está prolongando más de lo que podemos soportar el miedo crece y los individuos, al no entender que ocurre o sienten que el futuro será peor de lo que hay, buscan certezas y es aquí donde los algunos convierten el miedo en poder.

Oportunistas, demagogos, empresarios, tertulianos, periodistas a sueldo, influencers, salvapatrias… Todos sabemos quiénes se aprovechan en la penumbra para ganar dinero, control y poder, pero me gustaría detenerme en explicarlos.

Por un lado, tenemos a los lideres autoritarios que prometen control ante una amenaza real o inventada. Señalan, a cuáles matones de instituto, a los culpables fáciles y usan el “nosotros o ellos”.

Luego están las elites financieras que buscan el beneficio económico. Ante el miedo venden seguridad de consumo: vigilancia privada, seguros, alarmas, datos. Usan el miedo para recortar derechos laborales y ambientales para sacar aún más lucro y usan el “No a la regulación”.

Por último, los medios y RRSS que alimentan ese miedo, pues hay intereses de los dos de arriba. Desinformación, alarmismo, y polarización para crear más ansiedad. Los algoritmos benefician el odio y la rabia y reemplazan debates complejos con “invasión”, “colapso” o “caos”.

Esto funciona tan bien porque el miedo paraliza el pensamiento crítico. Si algo pasa, alguien tiene la culpa y entonces necesito protección. No podemos ver a largo plazo, aceptamos las soluciones simples aunque tengan repercusiones moralmente inaceptables, no nos arriesgamos al cambio pues necesitamos orden y por ello se confía en quien diga algo con fuerza aunque no tenga razón.

Pregúntate seriamente: ¿quién gestiona el miedo y para qué? Y entonces empezareis a salir de esta espiral y veréis un atisbo de esperanza.

 

El nacimiento del nuevo mundo y la esperanza 

La obra sigue a oscuras, el miedo sigue reinando y los oportunistas demandan poder. Algunos pocos empiezan hablar entre ellos, a escucharse a imaginar en la penumbra y empiezan a usar sus pocas herramientas para encender una pequeña luz: una luz de esperanza.

Y es que sí, todo acaba, lo bueno y lo malo, no se trata de pensar en una utopía sino en una dirección, en como nos tratamos los unos a los otros en el día a día, en no esperar que nos salven sino ser decididos y organizarnos para crear un mundo nuevo.

¿Qué mundo vendrá? No lo sé, no existe y hay que construirlo, pero tampoco le tengo miedo. Ya existen semillas que están creciendo en esta densa niebla, cooperativas, escuelas libres, plataformas vecinales, sindicatos de vivienda… Solo necesitamos valentía política, comunidad e imaginación. Debemos crear una imagen de lo posible, que sea deseable, positiva y creíble, no señalar solo lo malo, sino como podría ser mejor. Empezar nosotros como individuos o como pequeños grupos y crear consciencia.

 Un futuro esperanzador no está hecho solo de leyes y tecnología sino vínculos afectivos. De los cuidados, del respeto, de compartir y ayudarse. Todo esto ya ocurre, pero nuestro sistema dominante lo oscurece pues sin miedo no hay dominación.

Que la libertad no signifique que puedas consumir lo que quieras sino vivir sin miedo. No solo vale con soñar, hay que organizarse y nuestros pasos del día a día pueden disipar esa niebla que no nos deja ver el horizonte.

 A este ideal se le llama progreso y solo existirá si reside en nuestro imaginario colectivo. No hay que volver a la normalidad, esa normalidad ya ha muerto, solo debemos avanzar hacia lo posible.

Gracias por leer hasta aquí

Atentamente, un currito sin miedo.