Hace cuatro años, Jorge recibió la oportunidad de empezar a trabajar en la mina. Por más que su vida estuviera arraigada a la ganadería, por más que su pasión fuera «el campo, el monte y sus vacas», aceptó. Lo tomó como un «complemento» necesario. Fue un paso difícil pero imprescindible para seguir adelante con el futuro que había planeado con su novia, Jenny
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