Las Tropas del Espacio (o del vacío)

El fracaso de las democracias vendrá por hacer creer a la gente que para tener algo basta votar por conseguirlo

Eso nos dice Robert Heinlein en su estupenda novela "Tropas del Espacio". Y da qué pensar.

Lo cierto es que por diversas razones hemos llegado a un punto similar a ese: una especie de infantilismo convencido de que las cosas se tienen a fuerza de mucho desearlas.

A menudo se dice que esa corriente pertenece más bien al liberalismo, a los libros de autoyuda y a los charlatanes vendemotos de la motivación, el coaching y el emprendimiento. Pero resulta que no: se trata de un fenómeno universal.

Las estadísticas demográficas no le importan a nadie y las pensiones tienen que mejorar porque sí, y si no mejoran con las cotizaciones tienen que mejorar vía impuestos. A casi nadie se le ocurre que eso, mejorar las pensiones vía impuestos, es una simple transferencia de renta de los activos a los inactivos, de los jóvenes a los viejos. Se trata simplemente de decidir quien es el ganador de la lucha entre generaciones por los recursos y dar la victoria a los viejos, por decreto.

Las ciudades, igualmente, tienen que peatonalizarse, aunque esto sea una transferencia de renta de los que viven en los suburbios, que son los pobres, a los que viven en el centro, que son los más pudientes y ven como mejora su entorno mientras el tráfico y, la contaminación y la molestia se traslada a los barrios de los demás.

Hay que emplear, porque sí, el transporte público, y eso sin que nadie haya contado los autobuses, las líneas de Metro o haya medido la longitud de los andenes, que marcan la limitación de la capacidad de esos transportes.

A veces me pongo el gorro de papel plata y tengo la impresión de que alguien dirige todas estas peticiones para desprestigiar cualquier movimiento ciudadano, como cuando se luchaba contra el terrorismo pintándose las manos de blanco.

A veces parecemos críos, o simples gilipollas. O ambas cosas, pero no sé por qué orden.