Analizando un tabú: El fascismo es "de izquierdas"

Habiéndome criado parcialmente en la Unión Soviética, de abuelo bolchevique, de padre bolchevique, y de madre norcoreana, resultaría antinatural que yo no siguiese el mismo marco ideológico. Sin embargo, en un clásico acto de rebeldía filial (y en mi caso incluso un delito) decidí optar por dedicar mi vida al camino opuesto. A mi edad, sigo defendiendo esta postura. Hoy daré un paso más y analizaré un controvertido tema que parece prácticamente intocable: el fascismo.

Cuando hablamos de ideologías políticas, frecuentemente tendemos a reducirlas a categorías simplistas, dividiendo la política en dos bandos aparentemente claros: la izquierda intervencionista, colectivista y crítica del capitalismo y la derecha individualista, partidaria del mercado libre y defensora del orden tradicional. Esta clasificación, aparentemente sencilla, comienza a mostrar sus límites cuando se trata de fenómenos complejos que retan estos esquemas tradicionales. El fascismo es, probablemente, el caso más paradigmático de esta paradoja.

En este artículo sostenemos una tesis que, aunque polémica, tiene apoyo histórico sólido: el fascismo, por su origen intelectual, políticas económicas y concepción del individuo, presenta elementos fundamentales que coinciden mucho más naturalmente con la izquierda clásica que con la derecha liberal.

Mediante fuentes bibliográficas (que intentaré dejar al final, salvo que me salte alguna), veamos con atención cómo la historia y los autores abordan estas cuestiones.

Mussolini y las raíces socialistas del fascismo

Benito Mussolini, líder máximo del fascismo italiano, inició su carrera política dentro del Partido Socialista Italiano. Esto no es una mera curiosidad histórica sino que constituye un hecho bien documentado que evidencia continuidades ideológicas claras. Mussolini había sido por años un activo socialista revolucionario: condenaba con dureza las injusticias sociales del capitalismo, defendía la lucha obrera radical y postulaba la emergencia de un Estado interventor fuerte como alternativa al liberalismo económico clásico.

El historiador Stanley G. Payne demuestra convincentemente cómo muchas de esas preferencias nunca fueron del todo abandonadas por Mussolini al transitar hacia el fascismo. Más bien, fueron reconvertidas en una propuesta nacionalista que integraba justamente un fuerte intervencionismo estatal y el rechazo consciente a los mercados libres y al individualismo liberal, como también desarrolló A. James Gregor.

Tal continuidad histórica no debería ser pasada por alto. La génesis intelectual y la formación ideológica del fascismo están íntimamente unidas al socialismo revolucionario italiano en torno a la Primera Guerra Mundial.

El intervencionismo fascista frente al libre mercado clásico

Otra prueba sólida de la cercanía ideológica del fascismo con ciertas tradiciones políticas asociadas a la izquierda está en su modelo económico. Contrariamente a la defensa característica del libre mercado que habitualmente se identifica con pensamientos de derecha liberal, el fascismo instauró economías fuertemente reguladas, autárquicas y dirigidas centralmente.

De acuerdo al reconocido historiador Emilio Gentile, en Italia el régimen fascista adoptó un modelo corporativista, anuló la libre competencia económica, centralizó sindicatos y fijó precios desde la administración estatal, implementando en la práctica un sistema económico fuertemente controlado desde el Estado. Adam Tooze, por lo que toca a Alemania, recuerda que también el nazismo estableció una economía altamente regulada, intervencionista y dirigida por el poder estatal con fines nacionalistas y militares muy distantes de un capitalismo de libre competencia.

Estas observaciones son decisivas: ¿Cómo podría clasificarse de derecha clásica un movimiento cuyo discurso, metodología económica y práctica de gobierno negaron sistemáticamente la libertad económica del individuo y del mercado?

Colectivismo como núcleo ideológico

Una tercera evidencia fundamental es la concepción que el fascismo tiene del individuo y del colectivo. Para pensadores fascistas influyentes como Georges Sorel o Gabriele d'Annunzio, el individuo aislado y competitivo de la sociedad capitalista era profundamente rechazado. Ellos exaltaban una idea de comunidad orgánica disciplinada, homogénea y subordinada al bien superior del Estado-nación, una concepción claramente antiindividualista.

El académico Zeev Sternhell explica rigurosamente en su estudio cómo gran parte de estas ideas aparecieron vinculadas inicialmente a movimientos de izquierda radical que criticaban ferozmente las sociedades capitalistas individualistas en Europa. Asimismo, Roger Griffin señala con claridad cómo esta subordinación total de la libertad individual al colectivo es un componente esencial del núcleo ideológico fascista, compartido, por paradójico que parezca, con las corrientes colectivistas radicales comúnmente ubicadas en la izquierda.

El contexto histórico entre guerras: un terreno fértil para soluciones radicales

Tampoco puede dejar de considerarse el contexto histórico en que el fascismo emerge: una Europa profundamente golpeada por la crisis económica, el descontento social y la desesperanza política que siguieron a la Primera Guerra Mundial. Eric Hobsbawm subraya brillantemente cómo la crisis y el fracaso percibido del sistema liberal-capitalista generaron condiciones idóneas para la aceptación masiva de movimientos políticos que apostaban por la reorganización radical de la vida económica y social.

Mark Mazower ratifica esta posición explicando cómo, en esas circunstancias desesperadas, los discursos autoritarios e intervencionistas del fascismo resonaron especialmente entre clases populares e incluso sectores obreros, tradicionalmente vinculados con reivindicaciones propias de movimientos exclusivamente de izquierda

Más allá de etiquetas superficiales

Tras examinar de cerca fuentes académicas e históricas sólidas, nos enfrentamos a una reflexión inevitable: resulta sumamente problemático e insuficiente clasificar al fascismo simplemente dentro de una derecha tradicional, liberal o individualista. Como hemos visto, posee fundamentos claramente relacionados con algunos pilares básicos de la izquierda clásica europea: crítica frontal al capitalismo liberal, fuerte intervención económica del Estado y la subordinación del individuo a un colectivo superior.

Reconocer esto exige superar etiquetas simplificadoras y aproximarnos a la historia política con perspectiva crítica y abierta, evitando caer en el uso irreflexivo y simplificador de “izquierda y derecha” como únicas categorías interpretativas.

Mi propósito aquí no ha sido cerrar el debate, sino todo lo contrario: brindarte herramientas históricas y bibliográficas rigurosas para que profundices tu propia reflexión histórica y política sobre un tema tan complejo e interesante como éste.

Libros que he mencionado, salvo que mi memoria me haya traicionado:

  • Derecha e Izquierda de Bobbio
  • Fascismo: Historia e Interpretación de Gentile
  • Mussolini's Intellectuals de Gregor AJ
  • The Nature of Fascism de Griffin
  • Historia del siglo XX de Hobsbawm
  • La Europa negra de Mazower
  • Historia del fascismo de Payne
  • El nacimiento de la ideología fascista de Sternhell

También recomiendo La economía nazi de Tooze.