Artículos
28 meneos
995 clics
Script: '+Enviar a Menéame'

Script: '+Enviar a Menéame'

¡Comparto mi primer script para meneantes!

El script básicamente es un botón que aparece al final del titular de cada noticia o artículo web que visites y al pulsarlo, envía automáticamente esa página para agregarla a menéame. 1 clic y listo.

Espero que sea de utilidad 🤗

'+Enviar - Menéame' - Envía fácilmente a Menéame

1clic y listo.

Agregar un enlace a Menéame nunca fue tan fácil.

- También limpia los enlaces automáticamente eliminando todos los referidos de la URL.

Olvida tener que copiar la URL, ir a menéame , luego pulsar sobre ENVIAR, pegar el enlace y borrar referidos.

Pasos a seguir:

  1. Instalar un complemento en tu navegador, por ejemplo TamperMonkey.
  2. Instalar el script de usuario: '+Enviar - Menéame'

___________________

PD1: Cualquier sugerencia o propuesta será bienvenida.

PD2: Gracias a @ochoceros y a la IA por responder a mis dudas sobre el script.

24 4 1 K 55
24 4 1 K 55
33 meneos
1105 clics
Los salarios en España cada vez mas alejados de Europa

Los salarios en España cada vez mas alejados de Europa

Los salarios en España en los ultimos 25 años han evolucionado de una manera muy distinta a como lo han hecho en Europa. En vez acercarse salarios medios de paises de centro y norte de europa, el salario medio en España se ha ido alejando o creciendo en menor cantidad de como lo hacen en Europa.

Según la web datosmacro.expansion.com/, la evolución de los salarios en paises como España, Austria, Bélgica, Alemania o Finlandia ha sido muy diferente, como se aprecia en la tabla de salarios medios recogida de datosmacro:

En la siguiente tabla se puede apreciar la diferencia en cada año entre el salario medio en España y entre el resto de paises, que lejos de ir convergiendo, ha ido ampliándose entre los años 2000 y 2023:

Es decir, el salario medio en España en el año 2000 era 12.413€ menor que el salario medio austriaco en ese año, sin embargo ahora es 26.845€ inferior. Lo mismo con el resto de paises de la comparativa.

Comparando la evolución de la diferencia de salarios medios del resto de paises, se aprecia como o han convergido o se han mantenido mas o menos estables:

Es decir, se ve como el salario medio entre Alemania y Bélgica ha ido variando a lo largo de los ultimos 25 años, unas veces en Alemania era mayor y otras veces en Bélgica, pero muy igualados.

Como dice Ana Pastor, estos son los datos, suyas son las conclusines...

24 9 1 K 40
24 9 1 K 40
38 meneos
1308 clics
ABC obligado a rectificar una información falsa sobre García Ortiz

ABC obligado a rectificar una información falsa sobre García Ortiz

ABC ha tenido que publicar hoy una rectificación a la información que publicó el 22 de julio de 2022 de que el Fiscal General se había reunido con el banquero que impulsó una investigación en Andorra. Pero claro, como suele suceder, la rectificación llega dos años y medio después y con mucha menos relevancia que la que tuvo la información falsa, a la que dedicaron portada, editorial y amplio artículo.

24 14 1 K 41
24 14 1 K 41
31 meneos
828 clics
Artículo delirante de Paloma Cervilla en The Objective sobre la JEC

Artículo delirante de Paloma Cervilla en The Objective sobre la JEC

Ya hace años que desde la derecha se lanzan sospechas sobre la limpieza de las elecciones en España, ya sea sobre Indra, Correos, Telefónica,... pero lo de este artículo de Paloma Cervilla en The Objective sobre la Junta Electoral Central es puro delirio. Dice que los letrados del Congreso están alarmados (que ya me extraña, porque significaría que desconocen la legislación) porque la magistrada Pilar Teso ha sido elegida como vocal de la Junta Electoral Central y la achacan ser afín a Sánchez.

La Junta Electoral Central tiene 13 vocales, de los que 8 deben ser elegidos por sorteo entre los magistrados del Supremo. Si eres magistrado del Supremo tienes bastantes papeletas para que te toque ya que el número total de magistrados es 79, pero hay unas cuantas vacantes.

Pero donde el artículo alcanza el delirio total es en su último párrafo donde asegura que los letrados consideran una irregularidad que el Real Decreto esté firmado por Sánchez. Eso no lo puede decir un letrado del Congreso ni borracho: lo Reales Decretos los firma el Rey, como su propio nombre indica, y son refrendados por el Presidente o un Ministro según sea la materia de estos y la LOREG deja bien claro en su artículo 9.3 que los vocales de la JEC son nombrados por Real Decreto. Y esto se ha hecho así siempre en lo referente a la Junta Electoral Central, como puede comprobarse en la renovación de 2017 donde el Real Decreto fue refrendado por Rajoy y ¡oh, sorpresa!, Pilar Teso también fue elegida vocal.

23 8 0 K 57
23 8 0 K 57
47 meneos
2069 clics

Comprar Menéame ¿Para qué?

El 2 de abril @ferran publicó en el nótame la siguiente nota:

@imparsifal me gustaría cerrar la compra de Menéame lo antes posible.

Ya he contactado con @martinvars y @benjami al respecto.

Desde entonces se ha hablado profusamente de una hipotética compra de la web por parte de usuarios interesados en ello, destacando el propio Ferrán que, en este artículo www.meneame.net/m/Artículos/meneame-ya-no-era-1 resaltaba la triste decadencia de Menéame, materializada en un drástico descenso de visitas, hasta el punto de que la mayoría de los envíos de portada no alcanzan los 1000 clics.

Por otro lado, hace casi 1 mes se publicaba en el blog de Menéame esta entrada blog.meneame.net/2025/03/11/sobre-la-compra-de-acciones-de-meneame/ según la cual las participaciones sociales de Menéame se reparten en 3 grupos que, según mis especulaciones, responden a las siguientes identidades:

Grupo 1 (Benjami) tiene el 25,01% de las acciones

Grupo 2 (Dseijo y Remo) tiene un 25% de las acciones

Grupo 3 (Varsavsky y Gallir) tiene un 49,99% de las acciones

Imparsifal proponía que uno o varios usuarios adquiriesen las acciones de (según mis especulaciones) Dseijo y Remo para hacer pinza con (según mis especulaciones) Benjami y dejar en minoría a Gallir y Varsavsky. No sé si ése será el plan de Ferrán o andará negociando con otros socios. En cualquier caso, lo apabullante de la información del blog es que los dueños valoraban ese 25% de las participaciones en...120.000 euros, esto es, que para ellos el 100% de Menéame vale 480.000 euros. Un precio, a mi juicio, absolutamente inflado, máxime si tenemos en cuenta que 1) el número de visitas es una lánguida sombra de las que la web tuvo antaño (es un milagro que una noticia de portada alcance las 10.000 y mayoritariamente quedan en menos de 1000) y 2) la web parece dar unos 2500 euros de beneficios trimestrales.

Es muy probable que a corto plazo veamos movimientos interesantes y puede que decisivos sobre la venta de Menéame o parte de él, sobre todo si los dueños usan el sentido común y bajan drásticamente el precio. Pero la gran pregunta es ¿Para qué comprar Menéame? En mi caso, tengo clarísimo lo siguiente:

-Nunca compraría menos del 50.1% de las acciones porque lo que quiero hacer sería rechazado por el resto de socios, y estar en posición minoritaria implicaría quedarme como convidado de piedra.

-Si comprase Menéame quitaría la publicidad de casinos y los banners de publicidad invasiva. Este punto es irrenunciable. Nos quedaríamos con la publicidad que teníamos antes de la llegada de Benjami. Primero por mi forma de concebir la web, no como una fábrica de generar dinero sino como un foro de encuentro, diálogo e información. Y segundo porque, incluso si se quiere ganar dinero, es más rentable tener una publicidad que genera 0.1 euros por usuario con 10.000.000 de usuarios que una publicidad que genera 0.5 euros por usuario con 100.000 usuarios. Y la publicidad está echando a todo el mundo (adblocks aparte).

-El objetivo no sería tener beneficios sino cubrir costes y atraer de nuevo a todos los que se han ido. Arreglar bugs y que la web sea ética y visualmente atractiva. No hace falta cambiar la moderación (los moderadores actuales han subido el listón ampliamente respecto del anterior equipo) sino simplemente quitar publicidad invasiva, publicidad que promueve la ludopatía y evitar bugs, para lo cual es muy importante no tocar nada del código si no estás seguro de lo que va a pasar.

-Publicitaría Menéame de todas las formas posibles. Intentaría colar noticias sobre nuestra nueva política en los medios, conseguir entrevistas en podcasts, traer a gente famosa para hacerles entrevistas en vivo tipo pregúntame, organizar debates con expertos en ciencia, filosofía, líderes políticos... también en directo donde los usuarios pudiesen participar proponiendo preguntas y temas de discusión. En definitiva, que hasta el último ser vivo se entere de que Menéame ha vuelto a su espíritu original y le está esperando.

Solamente compraría Menéame para ejecutar este plan, y de ahí que no esté dispuesto a adquirir ningún porcentaje minoritario de participaciones, pues tengo la certeza de que todos los socios actuales quieren el máximo beneficio a corto plazo y rechazarían de forma radical medidas como retirar la nueva publicidad. Y, reitero, me parece un error por su parte, pues la mejor forma de monetizar esta web es llenarla de gente hasta alcanzar los niveles de 2009-2010, y su ilógica estrategia de exprimir la teta de la vaca hasta matarla va en una dirección diametralmente opuesta. Esta web no nación para generar dinero sino ideas y ciudadanía formada e informada, y solamente puede florecer (y con ello dar dinero de forma sostenible) bajo esos parámetros.

Y vosotros ¿Para qué compraríais Menéame?

30 17 7 K 67
30 17 7 K 67
29 meneos
1866 clics
Münchhausen: ¿qué hay de cierta en la historia del barón más mentiroso del mundo?

Münchhausen: ¿qué hay de cierta en la historia del barón más mentiroso del mundo?

De toda la vida ha vendido mucho un libro (o una peli) cuando te dicen que está “basada en hechos reales”. La cosa es que en ocasiones es difícil separar la realidad de lo inventado, por muy disparatado que sea. Y por ejemplo el caso de la vida de Carl Friedrich Freiherr (barón) von Münchhausen es paradigmático, ya que el libro que escribió sobre él Gottfried August Bürger sobre sus aventuras ha ensombrecido cualquier referencia que tuviéramos de su persona.

 

Veamos qué sabemos seguro. Sabemos que nació en 1720 a pocos kilómetros de Hamelín, en Bodenwerder (región de Hannover) y que a los 13 años comienza su entrenamiento militar en el cuerpo de coraceros según las costumbres de la época. Cuando cumple 20 años se alista en el ejército ruso y lucha contra los turcos en Riga (esto era porque era medio pariente de la zarina, si no a qué se va a meter en ese fregao si ni le va ni le viene y además le pilla un poco a trasmano).  

Hay informes sobre el comportamiento del barón que señalan que era un hombre valeroso y que, sumado a que sabía leer y escribir, logró ascender a capitán. Münchhausen aprovechó la tesitura para casarse con la hija de un terrateniente letón y en 1750 dice que ya ha guerreado bastante y que se vuelve a su Bodenwerder natal donde ya sabe en qué canal está sintonizada cada cadena y que allá los turcos y los rusos con sus movidas.

Un barón monologuista

 

Es cuando vuelve a Alemania cuando salta a la fama como monologuista. Era muy aficionado a la caza (sobre todo del pato pero no hacía ascos a otras piezas si tenían a bien cruzarse en su camino) y con frecuencia acababa las cacerías con banquetes. El barón de Münchhausen aprovechaba la sobremesa para fardar, ya que, aunque de noble corazón era un poco fantasma (vaya lo habitual entre nobles cazadores de la época).

La diferencia con otros nobles era que el barón era muy ingenioso y pronto su fama se extendió por la región de Hannover, donde presentó un par de programas de Saturday Night Live donde eran muy aclamadas sus imitaciones del rey Federico. Las historias del barón de Münchhausen corrían de boca en boca y volaron fuera de Alemania. 

El libro de las aventuras del barón

El libro Baron Münchhausen’s Narrative of his marvelous travels and campaigns in Russia con doce de sus historias se publicó de manera anónima en Londres entre 1781 y 1783, aunque después Rudolf Erich Raspe se lo atribuyó. Raspe en realidad era compatriota del barón y había vivido unos años en la zona de Hannover (y sin embargo no se ha confirmado si participó en alguna de sus veladas).

Cuando se enteró Münchhausen de la publicación del libro se sintió muy ofendido, ya que el barón literario era un mentiroso compulsivo (al contrario que él que podía dejarlo cuando quisiera) y quedaba fatal a ojos del lector. No obstante, le esperaba un nuevo hachazo ya que en 1786 se publica la novela más conocida sobre sus aventuras firmada por Gottfried August Bürger que aúna las historias del barón con cuentos tradicionales y satíricos en un pastiche irresistible para los tertulianos de Sálvame que se lanzaron a despedazarlo.

Es en el Münchhausen de Bürger donde tenemos la imagen icónica del barón cabalgando una bala de cañón, así como la historia del collar de patos que se hizo y con el que salió volando hasta su casa. Estos relatos tienen influencia desde los cuentos europeos, pasando por las Mil y una noches o incluso historias cortas de Cervantes.

Las historias del barón de Münchhausen no han dejado de reeditarse desde su publicación, y muchas veces censuradas al ser considerado un relato para niños. Hay varias películas y obras de teatro que tratan el tema y hoy en día depende de la versión que leas, en vez de un mentiroso muy ocurrente se nos presenta al barón como un pobre loco.

En 1951 el médico británico Richard Asher se inspiró en las aventuras del barón para denominar al “síndrome de Münchhausen”, un trastorno que lleva a algunas personas a imaginar enfermedades que no padecen. En su época Asher fue muy criticado por ponerle el nombre a este síndrome pero hoy en día está aceptado por toda la comunidad médica.

¿Qué fue del barón después de su libro?

 Antes de morir, a Carl Friedrich von Münchhausen le dio tiempo a casarse con otra señora (cuando se quedó viudo él tenía 70 años y pensó que todavía le daba tiempo a algún meneo) que por lo visto le salió rana. Se divorciaron (él alegaba problemas de cuernos por parte de la moza) y la segunda esposa le exprimió hasta casi dejarle en la ruina. En 1797 fallece a los 87 años en la misma casa en la que nació, que fue de las pocas cosas que conservaba tras el divorcio y el escándalo.

Si queréis saber más del barón, os recomiendo los libros de sus aventuras de Gottfried Bürger y el de Rudolf Raspe, pero sobre todo el primero. Bueno y la peli de Terry Gilliam que me hace mucha gracia.

Imágenes 12, 3

25 4 3 K 52
25 4 3 K 52
26 meneos
850 clics

Los cacouacs, la tribu que se inventó para hacer sátira de los enciclopedistas

Cuando estudias en el instituto la historia de la Ilustración, los profesores suelen convenir que para que este movimiento se pusiera en marcha, tuvo mucha importancia la Enciclopedia en la que Diderot y D’Alembert reunieron los saberes de la época. Esta colección de libros, que se publicaron entre 1751 y 1772, encarnó los máximos ideales del siglo XVIII: la fe en la razón y en la difusión del conocimiento, con una ideología laicista, pragmática y materialista.

Aunque en aquella época había más diccionarios enciclopédicos, es la de Diderot y D’Alembert la recopilación que tuvo más recorrido, que llamó la atención de intelectuales de la época como Voltaire que ensalzó su tarea tan solo un año después de la publicación del primer tomo. Sin embargo, pronto empezaron a escucharse voces en contra de los libros, y sobre todo de artículos en concreto.

Por ejemplo, en el artículo en el que se hablaba de Ginebra, D’Alembert señalaba que era una capital intelectual sin teatros y que toda actividad teatral era perseguida allí. Rousseau se tomó el artículo como algo personal y escribió su famosa “Carta sobre los espectáculos” en la que señalaba que el teatro corrompía las buenas costumbres porque presentaba de manera lúdica las pasiones y los vicios. El enciclopedista, que no quería meterse en polémicas, dio un paso atrás y se quedó al mando solamente de la sección de matemáticas para no volver a tener confrontaciones.

El estamento clerical tampoco acogió los apuntes religiosos de buen grado, y el padre jesuita Berthier atacó la Enciclopedia desde el principio, pese a que Diderot intentaba calmar sus ánimos con cartas explicativas. De hecho, los jesuitas amenazaron varias veces al editor de los libros con iniciar una campaña contra él si no les dejaban controlar al menos los artículos que hablaban de religión y de hecho lograron prohibir su publicación en 1752 hasta que la intervención de Madame Pompadour, amante del rey, les otorgó su protección y pudieron seguir con su trabajo.

Los cacouacs

En 1757 comenzaron a aparecer artículos en el Mercure de France sobre una tribu salvaje recién descubierta que recibía el nombre cacouacs, cuyos miembros eran unos bárbaros irredentos. Los artículos fueron seguidos por varios libros de Nicolas Moreau y del abad de Sain Cyr, confesor del Delfín.

La palabra cacouac proviene del griego kakos y del francés couac, y ambos términos significan malvado. Con él se refería a los filósofos, que eran como querían ser llamados los enciclopedistas, y se explicaba que el país de esta tribu se hallaba cerca de los 48 grados de latitud Norte, o sea, la misma que París.

Tanto en los artículos como en los dos libros que se publicaron sobre el tema de los cacouacs se indicaba que estos indígenas eran apátridas y que no creían en la verdad absoluta. Esta tribu estaba formada por individuos muy belicosos que no reconocían ninguna autoridad y su principal arma era la fuerza de la palabra.

Aunque en las páginas de Moreau no se menciona a la Enciclopedia de manera explícita, sí que queda claro el mensaje al leer sus palabras. El libro de la “Historia de los cacouacs” trata sobre un joven que cae en manos de esta tribu, que intenta adoctrinarle con sus ideas mediante libros y discursos.

Al libro de “Historia de los cacouacs” de Moreau le sigue otro titulado “Catecismo de decisiones en problemas de conciencia para el uso de cacouacs” firmado por el abad Giry de Saint Cyr y que está trufado de citas de Diderot, La Mettrie y otros autores junto con artículos de la Enciclopedia. En esta obra, el abad va repasando las ideas de los cacouacs sobre materias teológicas y cómo se debe catequizar a los salvajes.

El término cacouac caló en la sociedad y se usó como término para designar a los editores de la Enciclopedia de manera peyorativa, y se consideraba a Voltaire como el “patriarca de los cacouacs”.

Si queréis leer más sobre esta polémica, en este libro hay bastante información y claro, siempre podéis buscar los libros sobre cacouacs aunque no estoy segura de que la sátira dieciochesca siga funcionando igual de bien ahora.

23 3 1 K 63
23 3 1 K 63
24 meneos
407 clics

Del gritar

Se dice que gritar consiste en elevar la voz, pero si nos quedáramos solo con eso no comprenderíamos por entero la naturaleza del grito. Un grito es un objeto de dimensiones variables que, sin embargo, siempre tiene una forma violenta y breve. Existen gritos de sorpresa, casi alegres, de bordes amarillos o naranjas, que suelen disolverse en risas y abrazos, pero también gritos de temor.

El miedo casi siempre está en la raíz del grito. El miedo a lo conocido, el temor cierto ante lo inevitable. Como cuando vemos a nuestro hijo detenido en mitad de la carretera, paralizado como un conejo frente al chirrido eterno de un frenazo que no sabemos si evitará el choque del vehículo contra su cuerpo que, sin duda, reventará destrozado por la masa feroz y ciega de la maquinaria. Entonces gritamos y en nuestro grito se nos va la vida, de una vez y para siempre.

En esos momentos el grito revela una característica fundamental, que forma parte indisoluble de su naturaleza: su inutilidad. El grito, como la mayoría de los objetos violentos, no sirve para gran cosa, salvo que el miedo que le sirve a la vez de causa y consecuencia pueda ser considerado como un servicio de utilidad pública.

El grito, aterrorizado y eterno, que proferimos al ver una vida querida al borde del abismo, tiene una textura biliosa y colores de un tornasol oscuro, como una mancha de gasolina. Nuestra voz se vuelve inflamable y arde en un instante, y tenemos la sensación de que podemos estrangularnos con nuestras propias cuerdas vocales.

Y luego está el grito colérico. También nace del miedo, pero se oculta bajo un disfraz de fuerza superior. Es el grito que golpea el aire hasta romperlo, del mismo modo que pretende doblegar las voluntades contra las que se dirige. Es el grito despótico del que no tiene más razón que la del miedo que puede producir en los otros. Los otros, los diferentes, los que no están de acuerdo, los que ponen en duda la propia naturaleza de las cosas, el orden establecido, la confortable anestesia en la que se instalaron nuestras vidas frente al televisor.

Contra ellos gritamos. Y, a veces, ni siquiera necesitamos alzar la voz. Puesto que si el grito es una forma de violencia, cualquier forma de violencia puede ser una forma de gritar. El golpe de una pelota de goma en un ojo es un grito. La ejecución de una hipoteca, la bajada de sueldos, la evasión de capitales. La mentira persistente de los poderosos que nos dicen que no hay nada que temer porque ellos controlan el miedo, son formas de gritar disfrazadas a veces de susurros seductores.

El grito debería ser efímero como un puñetazo, como una explosión. Pero hay tiempos en los que el aire parece estar hecho de gritos y cristales rotos. Las banderas se chillan entre sí, las sirenas de los coches imponen su voz histérica y de ellos bajan hombres sordos, representantes legítimos de una violencia irracional pagada por todos nosotros. Las pantallas gritan palabras vacías, proferidas por hombres y mujeres que han decidido no pensar en nombre del pueblo, y su falta de argumentos es una violenta llamada a la estupidez colectiva como forma imposible de la felicidad.

Todo se vuelve grito y, lo que es peor, llamamos al grito argumento y, con ello, olvidamos que alguna vez hubo una posibilidad de entenderse sin gritar, aunque tal vez nunca la hayamos empleado. Instalados en el clamor, nuestros debates se vuelven irreflexivos como si hubiéramos pegado dos espejos por la superficie reflectante: entre ellos el vacío se multiplica hasta el infinito.

Gritamos al que nos grita que nos grita porque gritamos. Toda demostración de fuerza, sostenida en el tiempo, acaba por convertirse en prueba de debilidad. Gritando no se entiende la gente, y esto es por una razón fundamental. Porque mientras uno está gritando, resulta imposible escuchar.

22 2 0 K 47
22 2 0 K 47
42 meneos
1021 clics

Carta de un guerrillero antes de morir

Me dirijo a todos los que hayáis podido admirar nuestra lucha, a quienes la condenasteis y a quienes os resultó indiferente. He tenido una vida rica en experiencias y pienso que puedo aportaros algunas cosas. El progreso se basa en aprender de los errores de las generaciones pasadas y aprovechar sus aciertos. Y nuestro país necesita mucho progreso.

Lo primero que os diré es que la violencia es como una hoguera en un monte lleno de vegetación. A veces es imprescindible usarla para no morir de frío o hambre, pero cuidando muchísimo su intensidad. Cualquier exceso puede generar un incendio de consecuencias imparables. Perder el respeto por la vida es condenarnos a la barbarie. Igual que creernos con derecho a castigar a otro por su forma de pensar. Si se inicia ese camino, cualquier idea podrá acabar siendo silenciada, y al final el silencio nos ahogará a todos.

No hay belleza en la guerra. La guerra es el desierto más asfixiante, la estepa más heladora y el infierno en la tierra. En la guerra miramos a la muerte cara a cara, y un hombre es capaz de lo que sea por no irse con ella. La mirada de la muerte seca el alma, y cuantas más veces te toca, más mengua tu humanidad. Acaba volviéndote de piedra.

Alguna vez me han dicho la estupidez de que envidiaban mis aventuras. Nunca las quise. Yo sólo deseaba un pedazo de tierra donde cultivar, vivir de mi trabajo y poder mirar las estrellas cada noche. Una vida tranquila y en paz, sin miseria ni penurias. Quería lo mismo para mis vecinos. Por ellos y por mí me eché al monte...ojalá no hubiese sido necesario.

Pero en la guerrilla había otros que deseaban mucho más. Querían ser los nuevos señores del país. Querían tomar cada día la droga del poder, tan adictiva y destructiva. Querían probarla en todas sus formas: acallando a quien les cuestionase, premiando a quien les adulase, imponiendo su voluntad al pueblo y gozando de los placeres de los viejos señores.

Cuando ganamos y derrocamos al Gobierno, se apresuraron en hacer leyes para ilegalizar, encarcelar y machacar a cualquier persona o colectivo que atacase a la Revolución. Y la Revolución, cómo no, eran ellos y sus sucios intereses. Aquel que denunciase el mal gobierno, la acaparación del poder en manos de la camarilla del Comité Ejecutivo, las nuevas grandes fortunas que se estaban creando, la pobreza del pueblo...era un agente contrarrevolucionario financiado por el extranjero. Todo aquel que se atreviese siquiera a recordar los valores y objetivos que nos llevaron a iniciar la Revolución...era un enemigo de ella.

Mañana seré ejecutado por mis viejos camaradas. Antes de morir, quiero revelaros lo más importante que he aprendido durante mi vida: la Revolución es como el cielo de la noche. Está poblado por miles de estrellas, y para conservar su hermosura necesita a cada una de ellas. La Justicia sólo puede lograrse en una sociedad donde cada persona sea libre y consciente de que es imprescindible para que todo funcione. Denunciando, trabajando, luchando y pensando en cómo mejorar las cosas. Y el poder es una piedra demasiado pesada como para ser transportada por sólo unos pocos. Hacemos falta todos. Si unos pocos se empeñan en convencernos de que ellos son los más fuertes e indicados para transportarla, acabarán aplastados por ella. Y con ellos, todos los demás.

22 20 0 K 42
22 20 0 K 42
35 meneos
1239 clics

Mi eterna lucha contra quienes no escuchan

Llevo décadas en esto de los debates en foros y redes sociales. Procuro tener una óptica limpia, cercana a la izquierda, pero sobre todo al sentido común.

En Menéame caí sobre el año 2007, y lo recuerdo como un portal donde se leían noticias y artículos de bastante nivel. Y no solo eso: se leía a usuarios con mucho nivel.

Ahora estamos ya en 2018 y pese a que ya no comento lo mismo (pereza, falta de tiempo, falta de ganas en algo que ya no me motiva tanto) he advertido que el nivel social de Menéame a decaído bastante. Pero decaer hasta el punto en que te encuentras debates estériles y usuarios a los que ya no les va lo de pelear por el mejor argumento, si no que sencillamente lo reducen todo al insulto, a la bajeza moral, a la chulería o directamente al desprecio, convirtiendo Menéame en otro estercolero más en el mundo de los foros.

Y ya me perdonarán, pero yo creo que lo que llevo viviendo estos dos días (o tres, ya no se) no me lo hubiera esperado aquí en mi vida. En otros foros tal vez, pero no aquí.

Ya me saltaron las alarmas el año pasado cuando un usuario muy cercano a las seudo-ciencias y la homeopatía, se tomo muy a pecho mis criticas ante las malas "ciencias". Fue una semana muy pesada donde el sujeto en cuestión se lo tomo todo demasiado a la tremenda y el debate acabó derivando a una auténtica mierda.

Esta vez me tope con una noticia política sobre Puigdemont. Aquí realice un comentario sobre el nacionalismo y su estrecha relación con el fascismo y las élites burguesas; cosa que he hecho muchas otras veces, y argumentos de sobra hay.

Apareció un usuario que directamente se lo tomo muy a la tremenda y desde entonces llevo unos días discutiendo con este sujeto en un debate que empezó siendo vacío y donde he tenido que aguantar insultos y descalificaciones gratuitas.

A continuación os hago un resumen con referencias sobre lo sucedido:

- Hago un comentario con respecto a la rama de donde surge el nacionalismo porque está estrechamente relacionada con el fascismo. (186)

- Hace aparición este usuario y para contrarrestar me acusa de ser un nacionalista español. Así. Sin más. Sin ningún argumento. Solo porque si. (193)

- Alego que yo no soy nacionalista. No lo soy. No siento nada por la patria ni por ningún país. No tengo ese sentimiento de pertenencia a grupo. No siento nada por fronteras imaginarias. No siento nada que se supone que debería de sentir solo porque una ideología aparecida hace apenas 300 años dice que tengo que sentir y, ende, ser. (223)

- Su contestación no podría ser de otra manera que utilizando la falta de respeto y las descalificaciones, acusándome una vez más de españolista y además de ser cateto. Su primer insulto. (284)

- Evidentemente no me quedo atrás y le hago ver que debe de tener algún problema neurológico a la vista de que su debate se centrar en ser "blanco" o ser "negro". (286)

- Una vez más, sin ningún argumento ahora me acusa de facha y de ser un tontolhaba e insiste en acusarme de ser un nacionalista para intentar dar sentido a su "discurso" porque de otra manera no se sostendría. (287)

- Alego que no soy fascista. Simplemente eso. Y es cierto: es una corriente ideológica contra la que lucho y que lamentablemente me tiene más que catado y etiquetado como enemigo. (287)

- Su contestación no deja indiferente a nadie: inventa una especie de trama donde me acusa de lanzar propaganda fascista. Todo muy cogido con pinzas, claro. (288)

- Le pido que deje de insultar y de faltar el respeto, y que aclare a que se refiere con lo de propaganda facha, o al menos que argumente algo; cosa que no ha realizado desde el principio de la discusión. Para encauzar un poco el debate, le pregunto si tiene claro lo que es el nacionalismo (289)

- A continuación me dice que mi opinión no le importa, y una vez más me acusa de hacer propaganda de la ultraderecha española. Una vez mas continua insultando gratuitamente y es aquí cuando empiezo a pensar que estoy hablando con alguien que tiene algún tipo de problema en la cabeza. (291)

- No tiro la toalla e insisto en las argumentaciones. Le aporto un enlace a Wikipedia sobre el significado del nacionalismo a fin de que al menos lo lea y le quede claro que tipo de ideología es. (292)

- Una vez más me acusa de ser un nacionalista español y ahora si, al parecer no tiene muy claro de que estamos hablando y a continuación cambia las tornas del debate alegando que lo confundo con el independentismo cuando yo en ningún momento he hablado de ello ni alegado tal cosa. Parece que una vez más intenta dar sentido a su posición inventando cosas a fin de no perder la cuerda. Seguidamente me llama cateto y ultranacionalista otra vez. (294)

- Aquí ya creo que el debate no va a ninguna parte e insisto en que deje de insultar. (295) Y se me ocurre hacer la siguiente pregunta: ¿es usted seguidor de alguna religión en concreto? (296)

- Parece que ya pierdes del todo los papeles y a continuación me vuelve a faltar el respeto, a insultar, me acusa de ser un hipócrita, de que si huyo de la conversación... (297)

Y hasta aquí hemos llegado. La pregunta sobre la religión era simplemente para a continuación hacer otra pregunta referenciada sobre que religión cree que proceso yo, puesto que parece ser que todo es blanco o negro para el, y suponiendo que dijera la religión que fuese, diría que yo soy de la religión contraria... aunque realmente soy ateo.

A fin de que se diese cuenta del absurdo de este último dilema solo buscaba un símil para que entendiese que uno no tiene porque ser nacionalista de algo. Simplemente puede ser no nacionalista, al igual que los ateos son no religión.

Esto ultimo que habeís leído es directamente lo que le he contestado para que fuese consciente de como empezó el debate, aunque me temo que de poco le va a servir y supongo que a fin de cuentas solo es un troll.

En serio, estoy muy hasta las narices de esto. Directamente aburre. Y no se, se me ocurrió que ya que nunca escribo un articulo, que menos que contaros mi ultima aventura en el mundo de los debates por internet y de como Menéame ha decaído a lo largo de los años.

Una pena.

27 meneos
855 clics

Discutiendo con caricaturas

Según el diccionario de la RAE, las dos primeras acepciones de la palabra caricatura son:

1. f. Dibujo satírico en que se deforman las facciones y el aspecto de alguien.

2. f. Obra de arte que ridiculiza o toma en broma el modelo que tiene por objeto.

Decimos vivir en la Sociedad de la Información, pero quizá deberíamos llamarla la Sociedad de los Datos. Un profesor mío repetía machaconamente que los datos no son nada per se, que sólo son útiles después de un proceso de análisis a través del cual obtenemos la información, que es al fin y al cabo lo que buscamos.

Muy pocos quieren (o queremos) dedicar el tiempo y el esfuerzo necesario al análisis así que nos contentamos con las caricaturas de brocha gorda que los mass media y las redes sociales ponen delante de nosotros; grupos de datos convenientemente pre-procesados para nuestra fácil digestión y asimilación. Como además somos víctimas del sesgo de confirmación, elegiremos aquellas caricaturas que más se asemejan a las ideas preconcebidas que ya tenemos. Para acabar de poner la guinda al pastel, el efecto burbuja nos permite vivir aislados en nuestro mundo de fantasía, donde sólo veremos aquellos canales de TV  que nos interesen, las noticias de nuestros diarios online de cabecera y Facebook filtrará aquellos posts que nos desagraden.

Por desgracia y en mi opinión, todo esto está llevándonos a un mundo polarizado, donde la escala de grises cada vez tiene menos pasos. Lo estamos viendo en EEUU donde un personaje como Trump (una caricatura en sí mismo) se ha alzado con el poder gracias a las fake news en Facebook y a FOX (un 13TV/ Intereconomía a la americana). En Europa, grupos nacionalistas culpan a su caricatura de los inmigrantes de todos los males en Dinamarca, Austria y Suecia. Reino Unido y Francia hacen lo propio con su caricatura de la Unión Europea; una estructura, según ellos, megalítica y corrupta que cercena la soberanía de sus naciones y dilapida sus impuestos.

Y ahora viene cuando me llueven los negativos…

Soy un independentista catalán. Al decir esto, en la mente de todos ya se ha formado una caricatura.

El independentista catalán tipo es un ser desprovisto de raciocinio al que años de adoctrinamiento en escuelas catalanas y décadas de visionado de TV3 han acabado por sorber el poco seso que tenía. Este elemento, odia visceralmente todo aquello que sea español: la bandera, el himno, la lengua castellana, la tortilla de patatas y, por supuesto, a todos los españoles. También cree ser genéticamente superior. Niega todo rastro de democracia en España. Quiere imponer su lengua y su cultura a todos los habitantes de Catalunya, cueste lo que cueste. Cree que tiene patente de corso para saltarse todas las leyes que le salga de las narices.

Para el sector (llamémosle) unionista, también hay caricatura, por supuesto.

El unionista tipo es un ser que vota a PP o Ciudadanos y que se levanta cada día cantando el Cara al Sol para luego escuchar el programa de Jiménez Losantos. Es un heredero del franquismo que, cada 20N lleva flores al Valle de los Caídos enarbolando una rojigualda con una vistosa águila imperial. No reconoce otra lengua que el Castellano ni otra cultura que la Española. Cada tarde, después de preceptiva corrida de toros y la misa de 5, se toma unos finos en la taberna donde departe con los tertulianos acerca de lo miserables que son todos los catalanes.

Después de muchos años en menéame y muchas discusiones en los comentarios, es imposible no ver que, en realidad, nos estamos peleando con caricaturas, no con la persona que tenemos enfrente. Hay cientos de ejemplos de este tipo:

  • A: Lo de la sentencia del TC es un atropello.
  • B: lo que os pasa a los independentistas es que os saltáis todas las leyes.
  • A: ¿qué ley me he saltado yo? Facha tenías que ser…
  • B: ¿facha? Para facha la ley que tenéis que prohíbe hablar en castellano imponiendo el dialecto ese que hablan cuatro gatos.
  • A: pero, ¿qué dices? Aquí nadie prohíbe el castellano [insulto a escoger…]. Con razón se independizaron de vosotros los latinoamericanos.
  •   …

Y el hilo continúa ad nauseam.

Sé que es difícil, seguramente imposible, pero no estaría mal que nos tomásemos 5 minutos para leer realmente lo que nos han escrito y no lo que creemos que nos han escrito. Confieso que soy culpable de este “pecado” y he visto que gente con la que he mantenido discusiones son culpables también.

Como la RAE apunta, una caricatura es una deformación, una ridiculización. Intentemos ser conscientes de ello. Desde estas lineas, mi propósito de enmienda.

Saludos, meneantes.

23 4 1 K 31
23 4 1 K 31
30 meneos
456 clics

El increíble coraje de los astrónomos

Hoy lo entendemos mejor que nunca: vivimos en tiempos de lucha por la hegemonía cultural, en los que el poder sirve para intentar cambiar el pasado más que para cambiar el futuro.

Lo vemos en las batallas de la Wikipedia, escenario de enfrentamientos para adaptar la historia a la última moda. Lo vemos en el callejero, con sus constantes revisiones dependiendod e quien gane la última guerra o las últimas elecciones. Y no es cosa nueva ni española. Cito a Kundera:

"La calle en la que nació Tamina se llamaba Schwerin. Eso fue durante la guerra y Praga estaba ocupada por los alemanes. Su padre nació en la avenida Cernokostelecka. Eso fue durante el Imperio Austro-Húngaro. La madre de Tamina fue a vivir con su marido a la avenida del Mariscal Foche. Eso fue después de la primera guerra mundial. Tamina pasó su infancia en la avenida de Stalin y su marido se la llevó a su nueva casa de la avenida de Vinohrady. Y mientras tanto era siempre la misma calle, sólo que le cambiaban de nombre, le lavaban el cerebro para idiotizarla."

Le cambiaron los nombres a los meses, para mejor pelotilleo de diversos emperadores. Le cambiaron el nombre a los accidentes geográficos, a los continentes y a los países.

¿Cuantas ciudades y países tiene nombres religiosos? Todo fue posible, sobre todo con la llegada del cristianismo y su empeño por renombrar el mundo entero en memoria de un Santo, un Cristo una advocación de la Virgen.

Todo fue posible, menos renombrar las estrellas y las constelaciones. Porque los astrónomos resistieron.

¿Os imagináis las presiones que debieron de sufrir? Fue inútil. Los astrónomos permanecieron fieles a los viejos dioses, y no hay una constelación de María, ni una constelación del Cristo. Sirio, Júpiter, Marte, Pléyades, Orión... Y no sólo los objetos estelares coniodos desde hacía siglos: cuando se descubrieron nuevos planetas, se insistió en la fidelidad a la vieja cultura, cerrando la puerta a los influyentes y poderosos papas: Urano, descubierto en 1781, y bautizado en memoria de la divinidad griega del cielo, padre de Chronos y abuelo de Zeus. Neptuno: descubierto en 1846 y nombrado en honor del dios de los mares. Y Plutón, sea o no planeta según los últimos criterios: 1930, y nombrado en honor al dios de los infiernos.

Nadie pudo doblegar a los astrónomos. Y creo que ya es hora de que se les reconozca el mérito.

22 8 0 K 69
22 8 0 K 69
30 meneos
1376 clics

¿Qué queda hoy del 15M? - 7 años, un chalet y un bocata después

Parece que han pasado 7 años de aquellos increíbles días y ha pasado mucho más. El tiempo lleva su ritmo, pero nosotros trucamos las manillas del reloj.

Aquel 15M fue impresionante por la espectacular participación social, lanzados a las calles como por un resorte coreando al unísono que se fueran, que ya estaba bien. Cada uno de su padre y de su madre pero de acuerdo en que queríamos (me siento obligada a emplear el pasado) ser personas libres, aceptadas y partícipes de una sociedad sin capas y capas y más capas de corrupción, robos y engaños del poder.

La gran frase 'No hay pan para tanto chorizo' ha dado lugar a horas extras en los hornos que ya no acaban su jornada de madrugada. A mí, además, me emocionó otra. 'Zapatero, eso me lo dices a mí en la cara' rezaba un cartón portado por un joven delgaducho junto a la Plaza Nueva de Sevilla. Mi lado macarra, -cabreada como estaba- pedía que, si eran valientes, bajasen a la calle a decirnos, a hacernos lo que hacen escondidos tras las cámaras de televisión, protegidos con un segundo cordón de seguridad policial y, hoy en día, pertrechados tras un tercer muro conformado por sus justicias.

Los cuatro poderosos (son cuatro) y los veinte que dan la cara por ellos -imaginad si son cobardes que se ocultan tras otros cobardísimos- adoran su lema 'El tiempo todo lo cura'. 'Curar' es arreglar, eliminar sus problemas como las huellas del crimen. 'Todo' es cualquier desfalco, soborno, robo o asesinato. 'El tiempo' es poco tiempo.

Nunca pedimos un partido político ni mucho menos líderes. Gritamos 'No nos representan' como podíamos seguir gritando hoy si no fuese porque al parecer nos hemos quedado afónicos. Se han disipado los objetivos y volvemos a estar divididos... ¡ante un Madrid-Barça! Y a mitad de partido -marrullero, soporífero y de prórrogas interminables- resulta que lo importante es pedir opinión sobre si el bocata que vamos a comprarnos en el bar debe ser de tortilla o puede ser de jamón. ¿Qué me he perdido por el camino?

Esto no es, o no quiere ser al menos, un artículo. Me gustaría mantenerlo como pregunta, al menos para todas aquellas personas que salimos a la calle, nos emocionamos, lloramos y reímos, abrazamos esperanzas. ¿Conseguimos algo con tanta calle, tanto hartazgo y tanta discusión? ¿Interesa revivirlo, se puede recuperar algo, qué se debe cambiar? ¿Qué queda hoy, para ti, de aquel 15M después de 7 años y un chalet? Porque... ¿de verdad salimos a las calles para pronunciarnos por un chalet? Creo recordar que iba más por lo de los chorizos, que no, no eran los del bocata del partido, porque ni siquiera estábamos para pan y circo.

Para acabar mi aportación a esta pregunta. Una respuesta en tono positivo para compensar en la medida de lo posible. Aquellos días descubrimos que somos muchos. Muchos que sabemos cómo se las gastan los de arriba y que no les queremos. Y sabemos que lo saben. Y juntos en las calles coreábamos 'Sí se puede' (aunque hoy no estoy tan segura).

41 meneos
18643 clics

¿Por qué no llegan pateras a Gibraltar?

Me lo enviaron como chiste, pero no he conseguido quitarme la pregunta de la cabeza: ¿Por qué diablos no llegan pateras a Gibraltar?

Es territorio británico, y de momento, de la Unión Europea. Tiene más oportunidades que España. Unos buenos servicios sociales y todas las opciones para convertirse en destino de inmigrantes y refugiados. Pero allí no llega ni una sola patera. ¿Por qué?

¿Porque los llanitos no se andan con chorradas en estos casos? ¿Porque las mafias no se pisan la manguera entre ellas, como los bomberos, y todo el mundo sabe que Gibraltar es una mafia? ¿Por qué?

Mi sospecha es que los gibraltareños han tomado algún tipo de medida sobre el asunto, alguna resolución de la que nadie habla y a la que prefieren no darle publicidad. No lo sé a ciencia cierta, pero barrunto que algo hacen, y no muy agradable, con la gente que llega para que allí no quiera ir nadie ni de broma.

¿Y por qué las ONG no conducen allí a los inmigrantes rescatados? ¿No tienen medios, como los demás? Sus patrulleras están a la que salta con los pescadores, pero no rescatan a nadie. ¿Qué sucede?

¿Alguna idea? ¿Alguien sabe más sobre el asunto?

A lo mejor sería buena idea profundizar en esto.

Ahí lo dejo.

25 16 3 K 27
25 16 3 K 27
32 meneos
11217 clics

Sobre "El mito de Sísifo", de Albert Camus

"Este transeúnte, ¿qué busca, por qué vive? ¿Y ese niño, y su madre, y ese viejo? Todo el mundo me exasperó durante aquel maldito paseo. Al final entré en una carnicería donde había colgada más o menos la mitad de una vaca. Ante semejante espectáculo estuve a punto de sufrir una crisis de llanto."(Emil Cioran)
 "No siento ningún temor por la muerte: prefiero este trance doloroso al sino ineluctable que me fue impuesto el día de mi nacimiento. ¿Qué es la vida?. Un bien que me confiaron sin pedirlo, y que habré de devolver con indiferencia. "Omar Khayyám (1048-1131)  
"[...] hay un recelo creciente de que la existencia es una carrera de ratas en una trampa: los organismos vivos, personas incluidas, no son más que tubos que tragan cosas por delante y las echan por detrás, las cuales los mantienen haciendo lo mismo y a largo plazo los desgastan. Así que, para seguir con esta farsa, los tubos encuentran maneras de producir nuevos tubos, que también tragan cosas por delante y las echan por detrás. En el extremo de entrada incluso desarrollan ganglios nerviosos denominados cerebros, con ojos y oídos, que les facilitan la búsqueda de cosas que tragar. Siempre y cuando obtengan alimento suficiente, gastan su excedente energético en menearse de maneras complicadas, producir toda clase de sonidos inhalando y exhalando aire por el agujero de entrada y congregarse en grupos para luchar contra otros grupos. Con el tiempo, los tubos adquieren tal abundancia de aparatos adosados que apenas son reconocibles como simples tubos, y se las arreglan para hacerlo en una asombrosa variedad de formas. Existe una norma vaga de no comer tubos de la misma forma que la propia, pero en general hay una intensa competencia por ver quién se convierte en el tipo superior de tubo. Todo esto parece maravillosamente fútil, y sin embargo, si uno se pone a pensar en ello, comienza a parecer más maravilloso que fútil. De hecho, parece sumamente extraño" (Alan Watts)

Introducción.

El mito de Sísifo es un ensayo filosófico de Albert Camus, originalmente publicado en francés en 1942 como Le Mythe de Sisyphe. El ensayo se abre con la siguiente cita de Píndaro:

"No te afanes, alma mía, por una vida inmortal, pero agota el ámbito de lo posible".

El título del ensayo proviene de un atribulado personaje de la mitología griega. En él, Camus discute la cuestión del suicidio y el valor de la vida, presentando el mito de Sísifo como metáfora del esfuerzo inútil e incesante del hombre.

El libro fue escrito en plena segunda guerra mundial, durante uno de los periodos históricos modernos más absurdos vividos por la humanidad, y como fruto de esta circunstancia el autor pudo beber de primera mano el hecho del sinsentido del mundo. 

La obra comienza con estas palabras que han pasado ya a la posteridad por el ardor y el impacto que su mera lectura suponen:

"No hay más que un problema filosófico verdaderamente serio: el suicidio. Juzgar si la vida vale o no vale la pena de vivirla es responder a la pregunta fundamental de la filosofía. Las demás, si el mundo tiene tres dimensiones, si el espíritu tiene nueve o doce categorías, vienen a continuación. Se trata de juegos; primeramente hay que responder. Y si es cierto, como pretende Nietzsche, que un filósofo, para ser estimable, debe predicar con el ejemplo, se advierte la importancia de esa respuesta, puesto que va a preceder al gesto definitivo. Se trata de evidencias perceptibles para el corazón, pero que se debe profundizar a fin de hacerlas claras para el espíritu. [...]

   Matarse, en cierto sentido, y como en el melodrama, es confesar. Es confesar que se ha sido sobrepasado por la vida o que no se la comprende. Sin embargo, no vayamos demasiado lejos en esas analogías y volvamos a las palabras corrientes. Es solamente confesar que eso "no merece la pena". Vivir, naturalmente, nunca es fácil. Uno sigue haciendo los gestos que ordena la existencia, por muchas razones, la primera de las cuales es la costumbre. Morir voluntariamente supone que se ha reconocido, aunque sea instintivamente, el carácter irrisorio de esa costumbre, la ausencia de toda razón profunda para vivir, el carácter insensato de esa agitación cotidiana y la inutilidad del sufrimiento. ¿Cuál es, pues, ese sentimiento incalculable que priva al espíritu del sueño necesario a la vida? Un mundo que se puede explicar incluso con malas razones es un mundo familiar. Pero, por el contrario, en un universo privado repentinamente de ilusiones y de luces, el hombre se siente extraño. Es un exilio sin recurso, pues está privado de los recuerdos de una patria perdida o de la esperanza de una tierra prometida. Tal divorcio entre el hombre y su vida, entre el actor y su decorado, es propiamente el sentimiento de lo absurdo. 

   Como todos los hombres sanos han pensado en su propio suicidio, se podrá reconocer, sin más explicaciones, que hay un vínculo directo entre este sentimiento y la aspiración a la nada. El tema de este ensayo es, precisamente, esa relaciónentre lo absurdo y el suicidio, la medida exacta en que el suicidio es una solución de lo absurdo. Se puede sentar como principio que para un hombre que no hace trampas lo que cree verdadero debe regir su acción. La creencia en lo absurdo de la existencia debe gobernar, por lo tanto, su conducta. Es una curiosidad legítima la que lleva a preguntarse, claramente y sin Falso patetismo, si una conclusión de este orden exige que se abandone lo más rápidamente posible una situación incomprensible. Me refiero, por supuesto, a los hombres dispuestos a ponerse de acuerdo consigo mismo.[...] A priori, e invirtiendo los términos del problema, así como uno se mata o no se mata, parece que no hay sino dos soluciones filosóficas: la del sí y la del no. Eso sería demasiado fácil. Pero hay que tener en cuenta a los que interrogan siempre sin llegar a una conclusión. A ese respecto, apenas ironizo: se trata de la mayoría. Veo igualmente que quienes responden que no, obran como si pensasen que sí. De hecho, si acepto el criterio Nietzscheano, piensan que sí de una u otra manera. Por el contrario, quienes se suicidan suelen estar con frecuencia seguros del sentido de la vida. Estas contradicciones son constantes. Ante estas contradicciones y estas oscuridades, ¿hay que creer, por lo tanto, que no existe relación alguna entre la opinión que se pueda tener de la vida y el acto que se realiza para abandonarla? No exageremos en este sentido.[...] 

   En el apego de un hombre a su vida hay algo más fuerte que todas las miserias del mundo. El juicio del cuerpo equivale al del espíritu y el cuerpo retrocede ante el aniquilamiento. Adquirimos la costumbre de vivir antes que la de pensar. En la carrera que nos precipita cada día un poco más hacia la muerte, el cuerpo conserva una delantera irreparable. Finalmente, lo esencial de esta contradicción reside en lo que yo llamaría la evasión, porque es a la vez menos y más que la diversión en el sentido pascaliano. El juego constante consiste en eludir. La evasión típica, la evasión mortal que constituye el tercer tema de este ensayo, es la esperanza: esperanza de otra vida que hay que "merecer", o engaño de quienes viven no para la vida misma, sino para alguna gran idea que la supera, la sublima, le da un sentido y la traiciona. Todo contribuye así a enredar las cosas. No en vano se ha jugado hasta ahora con las palabras y se ha fingido creer que negar un sentido a la vida lleva forzosamente a declarar que no vale la pena de vivirla. En verdad, no hay equivalencia forzosa alguna entre ambos juicios. Lo único que hay que hacer es no dejarse desviar por las confusiones, los divorcios y las inconsecuencias que venimos señalando. Hay que apartarlo todo e ir directamente al verdadero problema. El que se mata considera que la vida no vale la pena de vivirla: he aquí una verdad indudable, pero infecunda, porque es una perogrullada. ¿Pero es que este insulto a la existencia, este mentís en que se la hunde, procede de que no tiene sentido? ¿Es que su absurdidad exige la evasión mediante la esperanza o el suicidio? Esto es lo que se debe poner en claro, averiguar e ilustrar, dejando de lado todo lo demás. ¿Lo absurdo impone la muerte?"

Los muros del absurdo.

Y ciertamente todos vivimos nuestras vidas tras el decorado de la costumbre. Damos sentido al hábito y a la rutina y, viendo que todos parecen perseguir algo en similares circunstancias a las nuestras, extrapolamos que algo debe de haber. Así pues, en nuestro día a día no solemos cuestionar nuestros actos cegados por esta inercia que en principio no parece merecer controversia. Sin embargo:

"Suele suceder que los decorados se derrumben. Levantarse, coger el tranvía, cuatro horas de oficina o de fábrica, la comida, el tranvía, cuatro horas de trabajo, la cena, el sueño y lunes, martes, miércoles, jueves, viernes y sábado con el mismo ritmo es una ruta que se sigue fácilmente durante la mayor parte del tiempo. Pero un día surge el "por qué" y todo comienza con esa lasitud teñida de asombro."

Estoy convencido de que en mayor o menor medida todos nos hemos visto sorprendidos ocasionalmente por esta pregunta repentina: "por qué" hago lo que hago, ¿para qué soporto esta lucha diaria? ¿por qué resisto todo ese sufrimiento y frustración? ¿Cómo soporto este repetitivo lapso vital estando seguro como estoy de que la muerte y el olvido es lo que espera al final de mi cruento camino? Pero inmediatamente luego, nos dice Camus: "la continuación es la vuelta inconsciente a la oficina o el despertar definitivo". Normalmente todos volvemos a la inconsciencia tras un breve pestañeo de aturdimiento.

La necesidad de conocimiento.

Pero resulta que algunos superan el muro del engaño (logran eludir el instinto de evasión) y despiertan completamente frente un asombro continuo. Son personas que ya no logran zafarse con tanta ligereza de estos interrogantes existenciales, y surge en ellos una irrefrenable necesidad de conocer el porqué de todo lo humano. Y es que, una vez perdida la inocencia, todos esos actos cotidianos que antaño daban sentido se vuelven ilusorios. 8 horas diarias de trabajo sin descanso y finalmente la vejez, un cáncer o un infarto que acabarán con todo. ¡Por qué! ¿Cuál es el fin último de toda esta pantomima que encarnamos?

"[...] en un universo privado repentinamente de ilusiones y de luces, el hombre se siente extraño. Es un exilio sin recurso, pues está privado de los recuerdos de una patria perdida o de la esperanza de una tierra prometida. Tal divorcio entre el hombre y su vida, entre el actor y su decorado, es propiamente el sentimiento de lo absurdo."

El absurdo es representación de toda esta falta de sentido observado a nuestro alrededor. Se desea conocer la razón de todo; se necesita la certidumbre de un destino eterno del que beber esperanza, pero lo que se nos ofrece no nos satisface. Sólo disponemos para interpretar el mundo del método de la ciencia y de la religión, pero ambas acaban en un punto donde todo lo que se ofrece escapa del sentido común: es decir, escapa de nuestro entendimiento humano.

"[Y,]¿Qué significa para mí un significado fuera de mi condición? No puedo comprender sino en términos humanos. Lo que toco, lo que me resiste, eso es lo que comprendo. Y sé también que no puedo conciliar estas dos certidumbres: mi apetencia de absoluto y de unidad y la irreductibilidad de este mundo a un principio racional y razonable. ¿Qué otra verdad puedo reconocer sin mentir, sin hacer que intervenga una esperanza que no tengo y que no significa nada dentro de los límites de mi condición?"

Y merece la pena insistir en un asunto que muchos desconocen. La ciencia no explica lo humano:

"[...]la ciencia de esta tierra no me dará nada que pueda asegurarme que este mundo es mío. Me lo describís y me enseñáis a clasificarlo. Me enumeráis sus leyes y en mi sed de saber consiento en que sean ciertas. Desmontáis su mecanismo y mi esperanza aumenta. En último término, me enseñáis que este universo prestigioso y abigarrado se reduce al átomo y que el átomo mismo se reduce al electrón. Todo esto está bien y espero que continuéis. Pero me habláis de un invisible sistema planetario en el que los electrones gravitan alrededor de un núcleo. Me explicáis este mundo con una imagen. Reconozco entonces que habéis ido a parar a la poesía: no conoceré nunca. ¿Tengo tiempo para indignarme por ello? Ya habéis cambiado de teoría. Así, esta ciencia que debía enseñármelo todo termina en la hipótesis, esta lucidez naufraga en la metáfora, esta incertidumbre se resuelve en obra de arte. ¿Qué necesidad tenía yo de tantos esfuerzos? Las líneas suaves de esas colinas y la mano del crepúsculo sobre este corazón agitado me enseñan mucho más. He vuelto a mi comienzo. Comprendo que si bien puedo, por medio de la ciencia, captar los fenómenos y enumerarlos, no puedo aprehender el mundo. Cuando haya seguido con el dedo todo su relieve no sabré más que ahora. Y vosotros me dais a elegir entre una descripción que es cierta, pero que no me enseña nada, y unas hipótesis que pretenden enseñarme, pero que no son ciertas. Extraño a mí mismo y a este mundo, armado únicamente con un pensamiento que se niega a sí mismo en cuanto afirma, ¿qué condición es ésta en la que no puedo conseguir la paz sino negándome a saber y a vivir, en la que el deseo de conquista choca con muchos que desafían sus asaltos?"

No conoceremos nunca. Esa es la lección que debemos aprender de la anterior cita. Estudiemos física moderna y se comprenderá hasta el punto que ha llegado la metáfora y la poesía. Nos dicen que el mundo lo componen ondas materiales de probabilidad superpuestas y vibrando en un campo cuántico, dentro de un espacio-tiempo de cuatro o más dimensiones: palabras sin sentido para el intelecto del hombre, a esto se resume en estos momentos la realidad desde el ámbito científico. Un conglomerado inefable de matemáticas interpretadas sin ton ni son y maquilladas con alegorías clásicas que pretenden hacernos creer que de verdad los físicos saben de lo que hablan. No es el caso. Y si hay algo, de hecho, parecido a un conocimiento físico es aquel que dice que parece ser que la existencia se asemeja más a un neoplatonismo matemático que a otra cosa, donde todo lo que matemáticamente puede suceder, sucederá de hecho. ¿Pero en qué lugar dejan estas hipótesis al hombre y a su subjetivo fatal destino? Ante el absurdo la razón parece vana...pero tampoco hay nada mas allá de la razón. Vivir es pues hacer que viva lo absurdo (la contradicción), y hacer vivir al absurdo es, ante todo, contemplarlo.

Las evidencias del absurdo.

Para cada persona, y también para la propia especie en su conjunto, contemplamos un único destino: el de la muerte y el olvido; y ante nuestra búsqueda de esperanza y perpetuidad, la ciencia nos replica que todo pasa porque sí, porque matemáticamente todo lo posible ocurre y ocurre de acuerdo a tal manera...y punto. Una posición absurda: queremos eternidad y una razón para el ser, y acabamos sin embargo con unos dictados humanamente irrazonables

Parafraseando a un amigo: La existencia puede ser más o menos agradable para el que existe. Pero, poco después, llega la vejez, la enfermedad y la muerte. Y, entonces, uno se pregunta: ¿de qué ha servido todo? ¿Para qué veo todo esto si nunca más voy a ver nada y ni siquiera seré consciente de lo que vi? ¿Para qué estar un tiempo consciente si el castigo es que todo desaparezca como lágrimas en la lluvia? A nuestra especie como un todo le espera un destino muy similar, e incluso el destino del propio Universo como un todo parece estar marcado por una fatalidad muy similar: o muere por agotamiento ("muerte" térmica), o lo desgarra su propio ser expansivo (Big Rip), o quizás invierte de nuevo su curso hasta acabar de nuevo, tras elBig Crunch, en el mismo punto donde empezó (avocado a la amnesia del Big Bounce). La cuestión es que todas y cada una de las alternativas supone el olvido histórico y la destrucción de todo el fenómeno que el propio cosmos contuvo en su ser.

Tampoco hay por ningún lado rastro razonable de algún tipo de unidad absoluta (Dios), y mucho menos evidencia de que sea posible siquiera una existencia que no sea perecedera. Por el contrario todo se nos aparece como pasajero, efímero, diverso, mutable, irreconocible; todo es número, probabilidad, metáfora y poesía. Este es el verdadero drama del hombre: todo su apetito de absoluto acaba siempre en hambruna intelectual.

Un sentimiento trágico de la vida que ya Miguel de Unamuno supo destacar incluso antes que Camus:

"[...]La civilización toda se endereza al hombre, a cada hombre, a cada yo. ¿O qué es ese ídolo, llámese Humanidad o como se llamare, a que se han de sacrificar todos y cada uno de los hombres? Porque yo me sacrifico por mis prójimos, por mis compatriotas, por mis hijos, y estos a su vez por los suyos, y los suyos por los de ellos, y así en serie inacabable de generaciones. ¿Y quién recibe el fruto de ese sacrificio? Los mismos que nos hablan de ese sacrificio fantástico, de esa dedicación sin objeto, suelen también hablarnos del derecho a la vida. ¿Y qué es el derecho a la vida? Me dicen que he venido a realizar no sé qué fin social; pero yo siento que yo, lo mismo que cada uno de mis hermanos, he venido a realizarme, a vivir. Sí, sí, lo veo; una enorme actividad social, una poderosa civilización, mucha ciencia, mucho arte, mucha industria, mucha moral, y luego, cuando hayamos llenado el mundo de maravillas industriales, de grandes fábricas, de caminos, de museos, de bibliotecas, caeremos agotados al pie de todo esto, y quedará ¿para quién?[...] Si la conciencia no es, como ha dicho algún pensador inhumano, nada más que un relámpago entre dos eternidades de tinieblas, entonces no hay nada más execrable que la existencia. Alguien podrá ver un fondo de contradicción en todo cuanto voy diciendo, anhelando unas veces la vida inacabable, y diciendo otras que esa vida no tiene el valor que se le da. ¿Contradicción? ¡Ya lo creo! ¡La de mi corazón, que dice que sí, mi cabeza, que dice no! [...] ¡Contradicción!, naturalmente! Como que sólo vivimos de contradicciones, y por ellas; como que la vida es tragedia, y la tragedia es perpetua lucha, sin victoria ni esperanza de ella; es contradicción. Se trata, como veis, de un valor afectivo, y contra los valores afectivos no valen razones. Porque las razones no son nada más que razones, es decir, ni siquiera son verdades." 

¡Contradicción!, por supuesto: trágica diferencia entre lo que uno espera y lo que uno recibe como respuesta, eso es el absurdo. Quiero que me sea explicado todo o nada. Y la razón es impotente ante ese grito del corazón. El espíritu despertado por esta exigencia busca y no encuentra sino contradicciones y desatinos. Lo que yo no comprendo carece de razón. Y el mundo está lleno de estas paradojas ilógicas. El mundo mismo, cuya significación única no comprendo ni comprenderé, no es en sí sino una inmensa irracionalidad.

Así que, una vez bien despiertos, esto es lo que podemos sintetizar (de nuevo en palabras de Camus):

"Las experiencias aquí evocadas han nacido en el desierto que no hay que abandonar. Por lo menos hay que saber hasta dónde han llegado. En ese punto de su esfuerzo el hombre se halla ante lo irracional. Siente en sí mismo su deseo de dicha y de razón. Lo absurdo nace de esta confrontación entre el llamamiento humano y el silencio irrazonable del mundo. Esto es lo que no hay que olvidar. A esto es a lo que hay que aferrarse, puesto que toda la consecuencia de una vida puede nacer de ello. Lo irracional, la nostalgia humana y lo absurdo que surge de su enfrentamiento son los tres personajes del drama que debe terminar necesariamente con toda la lógica de que es capaz una existencia."

Así pues aferrémonos a la única evidencia de la que tenemos verdadera constancia: la que me dice que el hombre es mortal y que la existencia en su conjunto es efímera, fútil y transitorio. Y por supuesto, la certidumbre que me dice que la realidad será por siempre para nuestra limitada perspectiva humana algo completamente irrazonable. Es decir, que el mundo mismo, cuya significación única no comprendo, no es sino una descomunal irracionalidad.

El suicidio filosófico.

Nos repite Camus que decir que algo es absurdo es destacar la contradicción de los hechos:

"Si veo a un hombre atacar con arma blanca a un grupo de ametralladoras, juzgaré que su acto es absurdo. Pero no lo es sino en virtud de la desproporción que existe entre su intención y la realidad que le espera, de la contradicción que puedo advertir entre sus fuerzas reales y el fin que se propone[...] la absurdidad nace de una comparación.[...]Lo absurdo es esencialmente un divorcio. No está ni en uno ni en otro de los elementos comparados. Nace de su confrontación.

En el plano de la inteligencia puedo decir, por lo tanto, que lo absurdo no está en el hombre (si semejante metáfora pudiera tener un sentido), ni en el mundo, sino en su presencia común. Es por el momento el único lazo que los une. Si quiero limitarme a las evidencias, sé lo que quiere el hombre, sé lo que ofrece el mundo y ahora puedo decir que sé también lo que los une."

El absurdo (la contradicción) es entonces lo que verdaderamente une nuestra existencia como personas y el mundo en que habitamos:

"La primera de sus características a este respecto es que [la contradicción] no puede dividirse. Destruir uno de sus términos es destruirla por completo. No puede haber absurdo fuera de un espíritu humano [fuera de la consciencia].[...] Así, lo absurdo termina, como todas las cosas, con la muerte. Pero tampoco puede haber absurdo fuera de este mundo. Y con este criterio elemental juzgo que la noción de lo absurdo es esencial y puede figurar como la primera de mis verdades."

¡La noción de lo absurdo es esencial al mundo! Y lo es desde el mismo instante en que permite que una consciencia pueda nacer en él. Porque incluso antes de que tal ente razonable aparezca evolutivamente en algún lugar del cosmos, este mismo potencial para la vivencia absurda ya estaba allí. Desde el primer instante de su existencia universal hasta su último estertor natural: el absurdo es un hecho en sí de la propia realidad. Es parte de su naturaleza esencial.

"Decir que este clima descrito es mortífero es apenas jugar con las palabras. Vivir bajo este cielo asfixiante exige que se salga de él o que se permanezca en él. Y se trata pues de saber cómo se sale de él en el primer caso y por qué se permanece en él, en el segundo. [...] El único dato es para mí lo absurdo. El problema consiste en saber cómo se puede salir de él y si el suicidio debe deducirse de ese absurdo.[...] Un hombre sin esperanza y consciente de no tenerla no pertenece ya al porvenir. Esto es natural. Pero es natural también que haga esfuerzos por liberarse del universo que él mismo ha creado."

El absurdo es esencial en nuestro mundo en tanto en cuanto va unido a la existencia de una conciencia. Y así pues, todas y cada unas de las conciencias son una potencial fuente de absurdo. Una fuente de lucha con la certidumbre de resultar vencido.

"Y llevando hasta su término esta lógica absurda, debo reconocer que esta lucha supone la ausencia total de esperanza (que nada tiene que ver con la desesperación), el rechazo continuo (que no se debe confundir con la renunciación) y la insatisfacción consciente (que no se debería confundir tampoco con la inquietud juvenil). Todo lo que destruye, escamotea o sutiliza estas exigencias (y en primer lugar el consentimiento que destruye el divorcio) arruina lo absurdo y desvaloriza la actitud que se puede proponer entonces. Lo absurdo no tiene sentido sino en la medida en que no se lo consiente."

Ante un destino personal que nos enseña que viviremos sin escapatoria sólo unos pocos años realizando un trabajo laboral diario sin sentido y hasta que nuestros huesos vuelvan al polvo tras un proceso de deterioro y enfermedad, la esperanza es vana. Nuestro rechazo ante tal absurdo deberá ser constante y la insatisfacción permanecer siempre consciente. Tal debe ser la actitud de un espíritu honesto ante todo lo dicho.

Y sin embargo, pocos son los que logran evitar la evasión; es decir, la negación de todo o parte del argumento absurdo. Finalmente casi todos de una manera u otra pretenden esquivar los hechos, y lo hacen consintiendo el absurdo. Agachan la cabeza ante el destino y cuales asnos reciben con agrado esa ilusoria esperanza que supone la zanahoria que ellos mismos ponen ante sus narices. Una esperanza forzosa que es con frecuencia de esencia religiosa. En pocas palabras: "[...] lo absurdo se convierte en dios (en el sentido más amplio de esta palabra) y la impotencia para comprender, en el ser que lo ilumina todo".

Pero como nada lleva lógicamente a este razonamiento, Camus lo denomina en mi opinión con acierto: dar el "salto". Un salto que simboliza el suicidio filosófico. Se trata de un pensamiento humillado que nace fruto de la renunciación. Para estas personas que beben de lo místico la razón es vana, pero hay algo más allá de la razón, mientras que para un espíritu absurdo la razón es vana y no hay nada mas allá de la razón. Y es inútil negar absolutamente la razón, puesto que es el único orden del cual vive la experiencia humana. De esta manera el salto hace de lo absurdo el criterio del otro mundo, cuando es únicamente un residuo de la experiencia de este mundo nuestro: "En su fracaso, el creyente encuentra su triunfo".

Pero el hombre absurdo no cae en esta humillación. Reconoce la lucha (racional) contra el absurdo, pero no desprecia absolutamente la razón y admite no obstante lo irracional (el sinsentido). Abarca así con la mirada todos los datos de la experiencia y está poco dispuesto a "saltar" antes de saber. Y lo hace aún sabiendo que en esta conciencia atenta no hay ya lugar para la esperanza: el polvo nos espera y nuestra razón es incapaz de explicar el mundo...¡pero aún así no saltaremos! Más vale soportar una nostalgia rebelde ante el absurdo que la mutilación intelectual auto-impuesta que supone divinizar lo irracional. 

Continuando con Camus:

"No hay en esto certidumbre lógica [sobre Dios]. Tampoco hay probabilidad experimental. Todo lo que puedo decir es que, en efecto, sobrepasa mi medida [la razón]. Si no deduzco de ello una negación, por lo menos no quiero fundamentar nada en lo incomprensible [lo irracional]. Quiero saber si puedo vivir con lo que sé [el absurdo] y con eso solamente. Me dicen también que la inteligencia debe aquí sacrificar su orgullo y la razón debe inclinarse. Pero si reconozco los límites de la razón no la niego por ello, pues reconozco sus poderes relativos. Yo quiero solamente mantenerme en este camino medio, en el que la inteligencia puede seguir siendo clara. Se trata de vivir en ese estado de lo absurdo [y de lograr hacerlo sin renunciar]".

Y hay de hecho muchas maneras de saltar, pero parece ser que lo esencial para todos es saltar. Imbuirse con agrado en esas negaciones redentoras, en esas contradicciones finales que niegan el obstáculo que no se ha saltado todavía. Y además resulta que estas pretensiones pueden nacer tanto (tal es la paradoja a que tiende este razonamiento) de cierta inspiración religiosa como del propio orden racional. Aspiran a lo eterno y cualquier cosa vale para dar el salto.

Esto significa que no sólo de la mística se nutre el suicidio filosófico, sino que también surge desde las entrañas de la propia razón tergiversada de la manera correcta. Se trata de aspirar a lo eterno, y ciertamente muchas filosofías modernas disfrazadas de cosmología pretenden salvar al hombre de su destino. Lo hacen de manera inefable, por supuesto, y normalmente no tienen siquiera una base experimental o teórica que les de soporte: ¡y sin embargo son fantasías tan fortificantes! Lástima que nada tengan que ver con la realidad.

Edwin Hubble y Albert Einstein pusieron la puntilla a principios del siglo XX a la posibilidad de cualquier tipo de eternidad (un Universo estático sin principio ni fin; es decir con una historia fenoménica no caduca y condenada al olvido). Pero vemos que el cosmos evoluciona y se agota. Las estrellas se consumen, el Universo se expande y la segunda ley de la termodinámica lo apuntilla todo. 

Y sin embargo todavía hay personas que sin apostar por Dios tienen fe en lo eterno (en la salvación histórica). Rechazan creer en un Dios impersonal y trascendente, pero no obstante buscan consuelo y esperanza convirtiendo al propio hombre en Salvador: se creen ateos, pero se auto-proclaman Dioses y pretenden que algún día nuestros descendientes serán capaces de doblegar las propias leyes naturales evitando así el anunciado fatal destino del mundo. ¡Qué disparate!

Valga nombrar, a modo de ejemplo, el caso de la denominada hipótesis del Punto Omega donde se mezclan conceptos espirituales con la moderna cosmología para terminar con un batiburrillo inefable donde la máxima parece ser, como en tantos otros casos, convertir al hombre en un Dios capaz de vencer a la propia naturaleza del mundo: se pretende que la consciencia doblegará finalmente las leyes naturales hasta evitar el colapso del mismísimo Universo restableciendo así nuestro ansia por lo eterno: memeces insustanciales.

Hay muchos más ejemplos a parte del Punto Omega, pero todos comparten el presupuesto del "salto" que supone que nuestro cerebro de mono venido a más algún día podrá sublevarse contra el destino absurdo y llenar de sentido al mundo tras una triunfal derrota sobre lo efímero. Dicen que estos vástagos nuestros serán capaces de detener (de algún modo inefable) la "muerte" térmica del Universo; y lo dicen a pesar de saberse desde la cosmología que el Universo se expande aceleradamente y que de hecho existe un horizonte causal determinado por la velocidad de la luz que impide que jamás ningún ente consciente va a poder alcanzar jamás siquiera una pequeña fracción de todo lo que constituye la realidad cósmica.

Saltos racionales ridículos e incluso cómicos que ciertamente no deberían de sacarnos del recto camino del absurdo trazado hasta ahora. Lo que hay es lo que vemos, aceptemos de una vez que el destino del hombre y del mundo en general están marcado. Nos guste o no todo pasará y nada permanecerá para siempre, ni siquiera la propia historia fenoménica del Universo. De ello se encarga de hecho el aumento en la entropía y la segunda ley de la termodinámica: en el fondo se trata de borrar cuanto antes la propia cronología del fenómeno existencial. Se trata de volver de manera acelerada a la nada (cuántica): a la pura e inefable matemática "inmóvil".

"El filósofo abstracto y el filósofo religioso parten del mismo desorden y se apoyan en la misma angustia. ¡Pero lo esencial [dicen] es explicar!". Pero no se trata de hacerlo a cualquier precio. No deben satisfacernos estos saltos deseperados; sino permanecer por contra en la recta línea de la razón y descubrir con estoicidad hasta donde llegamos. La honestidad consiste en saber mantenerse en ese borde vertiginoso, y lo demás es subterfugio.

Albert Camus resume el asunto de esta manera tan contundente:

"Mi razonamiento quiere ser fiel a la evidencia que lo ha estimulado. Esta evidencia es lo absurdo. Es ese divorcio entre el espíritu que desea y el mundo que decepciona, mi nostalgia de unidad, el universo disperso y la contradicción que los encadena.[...] Se trataba de vivir y de pensar con esos desgarramientos, de saber si había que aceptar o rechazar. No puede tratarse de disfrazar la evidencia, de suprimir lo absurdo negando uno de los términos de su ecuación. Hay que saber si se puede vivir de él o si la lógica ordena que se muera de él. No me interesa el suicidio filosófico, sino el suicidio a secas."

El hombre rebelde.

En "El mito de Sísifo" nos dice en este punto Camus:

"Lo principal está ya hecho. Tengo algunas evidencias de las que no puedo apartarme. Lo que sé, lo que es seguro, lo que no puedo negar, lo que no puedo rechazar, eso es lo que cuenta. Puedo negar todo de esta parte de mí mismo que vive de nostalgias inciertas, salvo ese deseo de unidad, esa apetencia de solución, esa exigencia de claridad y cohesión. Puedo refutar todo en este mundo que me rodea, me hiere o me transporta, salvo ese caos, ese azar rey y esa divina equivalencia que nace de la anarquía. No sé si este mundo tiene un sentido que lo supera, pero sé que no conozco ese sentido y que por el momento me es imposible conocerlo. ¿Qué significa para mí un significado fuera de mi condición? No puedo comprender sino entérminos humanos. Lo que toco, lo que me resiste, eso es lo que comprendo. Y sé también que no puedo conciliar estas dos certidumbres: mi apetencia de absoluto y de unidad y la irreductibilidad de este mundo a un principio racional y razonable. ¿Qué otra verdad puedo reconocer sin mentir, sin hacer que intervenga una esperanza que no tengo y que no significa nada dentro de los límites de mi condición?

   Si yo fuese un árbol entre los árboles, un gato entre los animales, esta vida tendría un sentido o, más bien, este problema no lo tendría, pues yo formaría parte de este mundo. Yo sería este mundo, al que me opongo ahora con toda mi conciencia y con toda mi exigencia de familiaridad. Esta razón tan irrisoria es la que me opone a toda la creación. No puedo negarla de un plumazo. Por lo tanto, debo mantener lo que creo cierto. Debo sostener lo que me parece tan evidente, inclusive contra mí mismo. ¿Y qué es lo que constituye el fondo de este conflicto, de esta fractura entre el mundo y mi espíritu, sino laconciencia que tengo de él?"

En este momento lo absurdo, a la vez tan evidente y tan difícil de conquistar, entra en la vida de un hombre y encuentra su patria. ¿Qué haremos ahora con él? ¿Se va a morir, a escapar mediante el salto, a reconstruir una casa de ideas y formas a la medida propia? ¿O se va, por el contrario, a mantener la apuesta desgarradora y maravillosa de lo absurdo?

El método consiste en obstinarse: 

"En cierto punto de su camino, el hombre absurdo es solicitado. La historia no carece de religiones ni de profetas, inclusive sin dioses. Se le pide que salte. Todo lo que puede responder es que no comprende bien, que eso no es evidente. No quiere hacer, precisamente, sino lo que comprende bien. Le aseguran que eso es pecado de orgullo, pero no entiende la noción de pecado; que quizás el infierno está al final, pero no tiene bastante imaginación para representarse ese extraño porvenir; que pierde la vida inmortal, pero eso le parece fútil. Quisieran hacerle reconocer su culpabilidad. El se siente inocente. Para decir la verdad, sólo siente eso, su inocencia irreparable. Ella es la que le permite todo. Así, lo que se exige a sí mismo es vivir solamente con lo que sabe, arreglárselas con lo que es y no hacer que intervenga nada que no sea cierto. Le responden que nada lo es. Pero eso, por lo menos, es una certidumbre. Con ella es con la que tiene que ver: quiere saber si es posible vivir sin apelación."

Al hombre absurdo se le exige que abandone su actitud. Se le pide que salte y abrace algún tipo de esperanza, la que sea poco importa. Aquellos que aún no saben convivir con el sentimiento absurdo se sienten incómodos ante el reflejo de ese hombre obstinado en aferrarse a vivir sin expectativas ni ilusión. En este sentido se trata al hombre absurdo de manera similar a lo que Emil Cioran denominó como "el caído": 

"El caído es un hombre como todos nosotros, con la diferencia de que no se ha dignado a jugar el juego. Le criticamos y le huimos, le guardamos rencor por haber revelado y expuesto nuestro secreto, le consideramos a justo título como un miserable y un traidor."

Llegados a este punto, Camus se centra en el objetivo principal de su obra, que no ha sido nunca otro que el suicidio (el real y no ya el filosófico): comprender si esta vida merece la pena ser vivida. Y si bien al comienzo de su ensayo la cuestión era precisamente ésta, una vez vislumbrado con claridad el absurdo:

"[Si] anteriormente se trataba de saber si la vida debía tener un sentido para vivirla. Ahora parece, por el contrario, que se la vivirá tanto mejor si no tiene sentido. Vivir una experiencia, un destino, es aceptarlo plenamente. Ahora bien, no se vivirá ese destino, sabiendo que es absurdo, si no se hace todo para mantener ante uno mismo ese absurdo puesto de manifiesto por la conciencia."

Negar uno de los términos de la oposición de que vive el absurdo es eludirlo. Abolir la rebelión consciente es eludir el problema.

En su obra, El Hombre Rebelde, nos dice: "Grito que no creo en nada y que todo es absurdo, pero no puedo dudar de mi grito y necesito, al menos, creer en mi protesta". Así que no, el verdadero hombre absurdo no renuncia a vivir el absurdo, se rebela ante él pero lo hace viviéndolo cuanto más mejor. Vivir sin dar el salto filosófico, pero también sin dar el salto desde el puente. 

Afirmar la esencia del absurdo supone aceptarlo, dejarlo vivir en nuestra consciencia. Se trata de no eludir sin más el problema. Nos dice Camus que: 

"Vivir es hacer que viva lo absurdo. [Y] Hacerlo vivir es, ante todo, contemplarlo [...] Es una confrontación perpetua del hombre con su propia oscuridad. Es exigencia de una transparencia imposible. Vuelve a poner al mundo en duda en cada uno de sus segundos. Así como el peligro proporciona al hombre la irremplazable ocasión de asirlo, también la rebelión metafísica extiende la conciencia a lo largo de la experiencia".

El que de verdad comprende que el mundo es absurdo debe llevar su creencia hasta sus últimas consecuencias, y eso supone continuar en el mundo, ponerlo en duda cada segundo de su vida: ¡exigir que se le brinde una solución que sabe de antemano que no recibirá! "Es esa presencia constante del hombre ante sí mismo. No es aspiración, pues carece de esperanza. Esta rebelión es la seguridad de un destino aplastante, menos la resignación que debería acompañarla".

Pese a las apariencias hay que insistir en que la experiencia absurda se aleja por completo del suicidio:

"Se puede creer que el suicidio sigue a la rebelión, pero es un error, pues no simboliza su resultado lógico. Es exactamente su contrario, por el consentimiento que supone. El suicidio, como el salto [filosófico], es la aceptación en su límite. Todo está consumado y el hombre vuelve a entrar en su historia esencial. Discierne su porvenir, su único y terrible porvenir, y se precipita en él. A su manera, el suicidio resuelve lo absurdo [también el suicidio filosófico del que hablamos antes]. Lo arrastra a la misma muerte. Pero yo sé que para mantenerse, lo absurdo no puede resolverse".

Es precisamente esta rebelión absurda de la que hablamos la que da su precio a la vida: 

"Extendida a lo largo de toda una existencia, le restituye su grandeza. Para un hombre sin anteojeras no hay espectáculo más bello que el de la inteligencia en lucha con una realidad que la supera. El espectáculo del orgullo humano es inigualable. Las depreciaciones no servirán de nada. Esta disciplina que el espíritu se dicta a sí mismo, esta voluntad bien armada, este frente a frente tienen algo de poderoso y de singular. Empobrecer esta realidad cuya inhumanidad hace la grandeza del hombre, supone empobrecerle a él al mismo tiempo. Comprendo por qué las doctrinas que me explican todo me debilitan al mismo tiempo. Me libran del peso de mi propia vida y, sin embargo, es necesario que lo lleve yo solo".

Se trata de no renunciar atemorizado como un cobarde, sino en gritar con todas nuestras fuerzas a esta realidad que intelectualmente nos supera. Es apartarse a una solitaria colina y chillar que no entendemos nada, bramar que no creemos en nada más que en nuestro fatal destino, y clamar una y otra vez que a pesar de todo no renunciaremos jamás a expresar y experimentar esta nostalgia absurda hasta agotar el último segundo de nuestras vidas. Esa es la verdadera rebelión.

"Se trata de morir irreconciliado y no de buena gana.[...]El hombre absurdo no puede sino agotarlo todo y agotarse él mismo. Lo absurdo es su tensión más extrema, la que mantiene constantemente con un esfuerzo solitario, pues sabe que con esa conciencia y esa rebelión al día testimonia su única verdad que es el desafío."

La libertad absurda.

Nos preocuparemos ahora sobre el tema de la libertad. ¿Somos realmente libres de actuar según la rebelión arriba propuesta? Para empezar hay que notar que desde el momento en que se reniega de Dios no debemos preocuparnos ya del problema de la libertad metafísica: 

"Se conoce la alternativa; o bien no somos libres y Dios todopoderoso es responsable del mal, o bien somos libres y responsables, pero Dios no es todopoderoso. Todas las sutilezas de escuela no han añadido ni quitado nada a lo decisivo de esta paradoja."

Pero una vez descartada esa preocupación metafísica como decimos sólo queda el sentimiento subjetivo de nuestra propia libertad:

"Por eso no puedo perderme en la exaltación o la simple definición de una noción que me escapa y pierde su sentido desde el momento que sobrepasa el marco de mi experiencia individual. No puedo comprender lo que sería una libertad que me fuera dada por un ser superior. He perdido el sentido de la jerarquía. [...] La única que conozco es la libertad de espíritu y de acción. Ahora bien, si lo absurdo aniquila todas mis probabilidades de libertad eterna, me devuelve y exalta, por el contrario, mi libertad de acción. Esta privación de esperanza y de porvenir significa un acrecentamiento en la disponibilidad del hombre."

Tengo completa libertad de acción puesto que ninguna moral (superior) puede ya coartar mi voluntad:

"Antes de encontrar lo absurdo, el hombre cotidiano vive con finalidades, con un afán de porvenir o de justificación (no importa con respecto a quién o qué). Evalúa sus probabilidades, cuenta con el porvenir, con el retiro o el trabajo de sus hijos. Cree todavía que se puede dirigir algo en su vida. En verdad, obra como si fuese libre, aunque todos los hechos se encarguen de contradecir esa libertad. Pero después de lo absurdo todo se desquicia. La idea de que "existo", mi manera de obrar como si todo tuviera un sentido (incluso si, llegado el caso, dijese que nada lo tiene), todo esto se halla desmentido de una manera vertiginosa por la absurdidad de una muerte posible. Pensar en el mañana, fijarse una finalidad, tener preferencias, todo ello supone la creencia en la libertad, aunque a veces se asegure que no se la siente. Pero en ese momento sé muy bien que no existe esa libertad superior, esa libertad de ser que es la única que puede fundamentar una verdad. La muerte aparece como la única realidad. Después de ella ya no hay nada que hacer.[...] el hombre absurdo comprende que hasta entonces estaba ligado a ese postulado de libertad, con cuya ilusión vivía. En cierto sentido, eso lo trababa. En la medida en que imaginaba una finalidad en su vida, se supeditaba a las exigencias de un propósito que había de alcanzar y se convertía en esclavo de su libertad."

Pero nuestras vidas subjetivas ya vimos que no tienen ninguna finalidad objetiva:

"Lo absurdo me aclara este punto: no hay mañana. Esta es en adelante la razón

de mi libertad profunda. [...]El hombre absurdo entrevé así un universo ardiente y helado, transparente y limitado en el que nada es posible pero donde todo está dado, y más allá del cual sólo están el hundimiento y la nada."

No hay eternidad ni posteridad, nada permanece para siempre e incluso el propio Universo por donde nos movemos acabará algún día volviendo a la nada. La muerte es la única realidad, lo único a lo que nos podemos asir sin miedo a equivocarnos: un renovado complemento al "cogito ergo sum".

Así pues el hombre absurdo comprende que pese a su presunción no era realmente libre, puesto que antes de comprender la esencia del absurdo el hombre vivía esclavo de una vana esperanza instintiva arropada por una razón cegada de eternidad. Sin embargo, una vez el velo se alza ya no queda lugar más que para la indiferencia ante todos nuestros actos. Todo vale, porque nada es importante. Todo es fútil y pasajero y por lo tanto somos libres para actuar a nuestro antojo. 

"¿Pero qué significa la vida en semejante universo? Por el momento nada más que la indiferencia por el porvenir y el ansia de agotar todo lo dado. La creencia en el sentido de la vida supone siempre una escala de valores, una elección, nuestras preferencias. La creencia en lo absurdo, según nuestras definiciones, enseña todo lo contrario."

Merece la pena que nos detengamos en esto:

"Saber si se puede vivir sin apelación es todo lo que interesa. No quiero salir de este terreno. Se me ha dado este rostro de la vida; ¿puedo acomodarme a él? Ahora bien, frente a esta preocupación particular, la creencia en lo absurdo equivale a reemplazar la calidad de las experiencias por la cantidad. Si me convenzo de que esta vida no tiene otra faz que la de lo absurdo, si siento que todo su equilibrio se debe a la perpetua oposición entre mi rebelión consciente y la oscuridad en que forcejeo, si admito que mi libertad no tiene sentido sino con relación a su destino limitado, entonces debo decir que lo que cuenta no es vivir lo mejor posible, sino vivir lo más posible. No tengo por qué preguntarme si esto es vulgar o repugnante, elegante o lamentable. De una vez por todas, los juicios de valor quedan descartados aquí en beneficio de los juicios de hecho."

No hay que atender a ninguna escala de valor, ni tampoco a una supuesta moral superior que nos atormente: dada la seguridad de nuestro fatal destino lo único que importa son los hechos. Experimentar nuestra rebeldía de cualquier modo sin preocuparnos por nada que no sea dedicar y agotar hasta el último de nuestros suspiros en hacer vivir al absurdo a través de nuestra consciencia. No importa la calidad de nuestras experiencias sino la cantidad: no debemos preocuparnos por lo moral de nuestros actos sino por actuar todo lo posible: "Sentir la propia vida, su rebelión, su libertad, y lo más posible".

Si la muerte es el absurdo mismo, nuestra rebelión consistirá en utilizar nuestra libertad y nuestra consciencia para "batir todos los récords [...] y estar frente al mundo con la mayor frecuencia posible". 

"El presente y la sucesión de los presentes ante un alma sin cesar consciente, tal es el ideal del hombre absurdo. Pero aquí la palabra ideal tiene un sonido falso. No es ni siquiera su vocación, sino sólo la tercera consecuencia de su razonamiento. Habiendo partido de una conciencia angustiada de lo inhumano, la meditación sobre lo absurdo vuelve al final de su itinerario al seno mismo de las llamas apasionadas de la rebelión humana."

Vivir con pasión nuestra propia desesperación consciente ante el sinsentido del mundo. Disfrutar con libertad cada segundo que podemos palpar ese grito de angustia surgiendo desde nuestro interior. Deleitarnos con la prolongación de nuestro razonar dentro de este mundo irrazonable. Regocijarnos ante la contradicción que supone esta existencia irracional que nosotros saturamos de razón...y hacerlo hasta que caigamos agotados y derrotados por nuestro ineludible destino mortal.

Al respecto nos dice Camus:

"Así saco de lo absurdo tres consecuencias, que son mi rebelión, mi libertad y mi pasión. Con el solo juego de la conciencia transformo en regla de vida lo que era invitación a la muerte, y rechazo el suicidio.[...] Pero es malo detenerse, difícil contentarse con una sola manera de ver, privarse de la contradicción, la más sutil, quizá, de todas las formas espirituales. Lo que precede define solamente una manera de pensar. Ahora se trata de vivir."

Vivir como un hombre absurdo.

El hombre absurdo "seguro de su libertad a plazo, de su rebelión sin porvenir y de su conciencia perecedera, prosigue su aventura en el tiempo de su vida. En él está su campo, en él está su acción, que sustrae a todo juicio excepto el suyo. [...] No se puede disertar sobre la moral. El hombre absurdo no ve en ellas sino justificaciones, y no tiene nada que justificar. Parto aquí del principio de su inocencia".

Pero esta inocencia es temible. Se resume en un: "todo está permitido". Pero no se trata de un grito de liberación y de alegría, sino de una comprobación amarga. Es más: 

"Todo está permitido, no significa que nada esté prohibido. Lo absurdo da solamente su equivalencia a las consecuencias de esos actos. No recomienda el crimen, eso sería pueril, pero restituye al remordimiento su inutilidad. Del mismo modo, si todas las experiencias son indiferentes, la del deber es tan legítima como cualquier otra. Se puede ser virtuoso por capricho.

[...] Todas las morales se fundan en la idea de que un acto tiene consecuencias que lo justifican o lo borran. Un espíritu empapado de absurdo juzga solamente que esas consecuencias deben ser consideradas con serenidad. Está dispuesto a pagar. Dicho de otro modo, si bien para él puede haber responsables, no hay culpables.Todo lo más consentirá en utilizar la experiencia pasada para fundamentar sus actos futuros. El tiempo hará vivir al tiempo y la vida servirá a la vida. En este campo a la vez limitado y atestado de posibilidades, todo le parece imprevisible en sí mismo y fuera de su lucidez. ¿Qué regla podría deducirse, por lo tanto, de este orden irrazonable?"

En un mundo irrazonable toda moral es relativa. Se trata simplemente de comprender y aceptar las consecuencias de nuestros actos dentro del ambiente social donde nos encontremos accidentalmente, pero no debemos sentir remordimiento por nada puesto que todo es el fondo indiferente. León o gacela tanto da que da lo mismo.

Por lo tanto el hombre absurdo vive como un espíritu que sólo anhela con agotarse. Personas cuyos pensamientos, lo mismo que sus vidas, carecen de porvenir. Y puesto que todo lo que hace trabajar y agitarse al hombre utiliza la esperanza. El único pensamiento que no es mentiroso es, por lo tanto, un pensamiento estéril. En el mundo absurdo, el valor de una noción o de una vida entera se mide por su infecundidad.

Ejemplos.

Camus nos relata en su libro al respecto varias imágenes prácticas pero avisa:

"¿Necesito desarrollar la idea de que un ejemplo no es forzosamente un ejemplo que hay que seguir (menos todavía, si es posible en el mundo absurdo), y que estas ilustraciones no son, por lo tanto, modelos? [...] resulta ridículo, salvadas las distancias, deducir de Rousseau que hay que caminar a cuatro patas y de Nietzsche que conviene maltratar a la propia madre.[...] Las actitudes de que se va a tratar no pueden adquirir todo su sentido si no se tienen en cuenta sus contrarias."

Esto quiere decir que ante un mundo absurdo tan válida es una actitud como su contraria siempre y cuando dichas personas vivan en su conciencia la falta de provenir de todos sus actos. Personas que comprendan el absurdo de sus acciones y que sólo aspiren a agotarse en ellas con rebeldía y con pasión. Ellos saben que todo está permitido con tal de que se esté dispuesto a pagar las consecuencias, y su sentida libertad absurda les indican que la única moral que deben admitir es la suya propia: "Si bien para él puede haber responsables, no hay culpables".

Huelga decir que el hombre absurdo no es un ser triste puesto que no espera nada del mundo, comprende los límites de su inteligencia y el porvenir que espera a todo ser: "Hasta la frontera de la muerte física ignora la tristeza. Desde el momento que sabe, su risa estalla y hace que se perdone todo. Era triste en la época en que esperaba [y desesperaba]".

Frente a la contradicción esencial defienden la contradicción humana. Instalan su lucidez consciente en medio de lo que la niega. Exaltan su ser ante el destino que lo aplasta y su libertad, su rebelión y su pasión se unen en esta tensión, esta clarividencia y esta repetición desmesurada: "Sí, el hombre es su propio fin. Y es su único fin". Al final de todo, y a pesar de todo, está la muerte. Lo saben, y saben también que lo termina todo. Observan frente a frente este destino y lo desafían, menos por orgullo que por la conciencia que tienen de su condición intrascendente.

Y como se ha dicho, ante un mundo absurdo tan válida es una actitud como su contraria, pero siempre que se haga desde la consciencia del absurdo. Veámoslo con un ejemplo:

El parásito.

En una barriada cercana a mi casa hay varias tabernas donde se reúnen gran cantidad de personas que no aspiran a nada a parte de consumir su ración de cerveza diaria. Los hay de todas las edades, y ciertamente son personas absurdas. Viven día tras día sin aspirar a nada, mucho menos a un trabajo. Se dejan llevar y simplemente agotan y apuran su tiempo a la espera de que éste termine. Se aprovechan del fruto del trabajo ajeno para disfrutar de sus propios caprichos (los cuales no cabe duda que gozan con pasión). Y se les ve reír, cantar, debatir, pelear; pero lo hacen como divertimento: ellos saben que el mundo no tiene solución. Agotan sus vidas sin sentido ni esperanza y sólo se levantan para exigir su ración diaria de "pan". ¿Es este parásito moralmente reprochable? Sólo para el que mantiene la esperanza, para el que aún cree en la eternidad, en el porvenir, en el sentido. Es decir, sólo para el hombre que aún no comprende la realidad absurda.

Pero este parásito sí es consciente del absurdo, y no va a consentir prestar importancia ni aprecio a ningún pretendido "Bien" social. Ríen con sorna ante aquellos que pretenden construir castillos de arena a la orilla del mar al mismo tiempo que le meten la mano en el bolsillo. 

Repitamos las palabras de Camus: "[..] seguro de su libertad a plazo, de su rebelión sin porvenir y de su conciencia perecedera, prosiguen su aventura en el tiempo de su vida. En él está su campo, en él está su acción, que sustrae a todo juicio excepto el suyo". 

El obrero.

Pero también ese obrero que sabe que alimenta al parásito puede ser un hombre absurdo, tan sólo basta con que reconozca la inutilidad de sus actos. Este tipo de hombres van de casa a la oficina y de la oficina a casa en un ciclo sin fin. Pero lo hacen con una medio sonrisa en la cara. Comprenden lo infecundo de sus actos pero "se puede ser virtuoso por capricho". Este obrero absurdo sabe que representa una comedia, una pantomima que acabará pronto en la nada, pero no obstante se agota en su día a día. Ha hecho de su in&ua

22 10 0 K 36
22 10 0 K 36
30 meneos
588 clics

Al César lo que es del César: Tercera Información rectifica y amplía la información

Durante el día de ayer, la noticia de la decapitación de una activista por los derechos humanos en Arabia Saudí fue portada en Menéame de forma momentánea, hasta que fue descartada por los administradores al tratarse de información falsa.

Con este artículo traté de arrojar un poco de luz sobre el asunto aportando toda la información existente sobre el caso hasta el momento. También ataqué de forma más o menos dura la labor periodística de Tercera Información, el diario online que publicó el artículo.

Como amante de la información y comprometido por el periodismo veraz, me veo en la obligación moral y personal de escribir otro artículo destacando que Tercera Información ha rectificado completamente su artículo inicial y ha redactado otro artículo mucho más profundo sobre la situación de los detenidos en Arabia Saudí por la lucha de los derechos humanos, además de mostrar una sincera disculpa.

"Desde Tercera Información lamentamos la difusión del citado contenido, y pedimos nuestras más sinceras disculpas a los lectores por haber viralizado una nota equivocada en su aspecto primordial, la vida de la activista Esra al-Ghamgam."

Esto es periodismo. Periodismo comprometido, veraz, y que no teme disculparse si han cometido errores, tratando temas que por lejanía, barrera lingüística o intereses varios, otros medios no recogen.

Desde aquí quiero mostrar mi aprecio por la rectificación y mis disculpas por mi agresividad verbal contra el medio, pues soy consciente de que mi artículo ha podido servir como instrumento para minar la credibilidad de los redactores de dicho diario. Este "zasca", como se suele decir, lo acepto con cariño y orgullo.

Vuelvo a dejar el enlace al nuevo artículo, que muestra toda la miseria a la que se enfrentan los activistas por los derechos laborales (humanos) en la monarquía saudí, "dando en el clavo".

www.tercerainformacion.es/articulo/internacional/2018/08/21/rectificac

25 5 3 K 59
25 5 3 K 59
33 meneos
1375 clics

Alquileres: las buenas intenciones que pavimentan el Infierno

El tema es viejo: cuanto más se pretende favorecer a un colectivo, más se le termina perjudicando, porque no hay peligro mayor que caer en manos de los puñeteros bienintencionados.

Mirad esto, : "El Real Decreto Ley establece la posibilidad de suspender los desahucios de vivienda cuando la Administración aprecie que existen indicios de una situación de vulnerabilidad. Así, cuando se requiera de pago al inquilino la norma obliga a que se le informe de la posibilidad de acudir a los Servicios Sociales, y si la Administración considera que esta situación se da, deberá notificarlo inmediatamente al Juzgado, que suspenderá el desahucio hasta que se tomen las medidas que dichos Servicios Sociales consideren oportunas.

Esta suspensión durará un mes si el arrendador es persona física, o dos meses si se trata de persona jurídica. Adoptadas las medidas, se alzará la suspensión, continuando el procedimiento."

Y a ver: ¿A vosotros que os parece? ¿Que estas cosas tienen o no tienen que ver con que los alquileres suban de precio?

Cada facilidad, cada balón de oxígeno que se le facilita al que incumple, está gravando al cumplidor.

Cuando se reducen las fianzas que se cobran en algunos alquileres, se están encareciendo estos alquileres, por más que las fianzas fuesen abusivas.

Cuando se penaliza al que compra una segunda o tercera vivienda para alquilarla, puede parecer increíble, pero también se están subiendo los alquileres, porque una inversión que podía ir a aumentar la oferta, acaba yendo a otro sitio.

Para que se entienda bien que es una exageración: Si el desahucio fuese automático, con dos meses impagados, y lo pudiese realizar automáticamente una empresa privada, sin pasar por el juzgado, ¿qué pensáis? ¿Que subirían o que bajarían los alquileres?

El caso es exagerado, pero simple: tengo un inquilino. la ley sólo admite pagos por banco, para evitar porquerías sumergidas. Se paga a más tardar el ocho de cada mes. Ocho de diciembre, no has pagado. Ocho de enero, no has pagado. A la puta calle, y si me he excedido, me denuncias tú a mí, pero desde la puta calle, porque mis chicos de Traspatada SL ya te echaron.

Tercera vez que lo digo: es exagerado, y aposta. ¿Pero no creéis que con esto bajarían terriblemente los alquileres? Yo digo que al menos un 20%. De hecho lo he preguntado y sí, la mayor parte de los caseros que conozco bajarían el precio en esas condiciones. Y muchos que por miedo no alquilan, comenzarían a alquilar.

Seguro de daños y patada en el culo con carácter casi instantáneo. Si de verdad queremos que se abarate el alquiler, la solución es esa.

46 meneos
1225 clics
Artista mexicano se suicida después de ser denunciado por acoso
29 17 7 K 91
29 17 7 K 91
28 meneos
633 clics

Economía real y opción política

Si vamos a hablar de economía real, lo primero que debemos establecer es que ninguno de nosotros queremos dinero.

Yo, por ejemplo, solo tengo euros en el bolsillo porque los uso para comprar café (u otros bienes, servicios). Si algún día no me dieran café a cambio de mis euros, dejaría de acarrearlos y guardarlos porque no me valdrían para nada. Yo vendo las patatas de mi huerto por euros porque los puedo usar luego para comprar café. Si no pudiera, las cambiaría por café en vez de por unos euros que me resultan inútiles. No queremos euros, queremos los bienes y servicios que nos gusta consumir.

El dinero en sí mismo no vale para nada. Es útil si y solo si sirve a este propósito. Y es más útil cuánto mejor nos sirva. Evidentemente yo, como persona activa en la economía real, preferiré que el euro haga su función y solo su función, que no moleste, que sea simple. Que siempre un café valga un euro y siempre un kilo de patatas lo pueda vender por un euro, así la moneda pasa desapercibida y no me condiciona.

La economía real es ese trajín de bienes y servicios, que implica a millones de productos y millones de personas. Es complejo por la cantidad, pero los conceptos en los que se asienta son los ya dichos. Una economía fuerte es aquella en la que intercambiamos muchas cosas. Una débil es en la que cada uno tiene poco que intercambiar.

Obsérvese que si en el bar de mi vecino solo se pueden poner 100 cafés al día porque no le da tiempo a más, en la economía real hay 100 cafés. Algún día estará vaguete y pondrá solo 95, otro día apurará y pondrá 105... vamos a dejarlo que su capacidad es 100.

Si contamos esos 100 cafés, lo sumamos a todos los cafés que se ponen en todos los bares de España, lo sumamos a mis patatas y a todos los bienes y servicios que se producen (al año), toda esa suma es lo que produce la economía y se llama Producto Interior Bruto. Se suele medir en euros, cada cosa con su precio, pero insistimos que los euros no los queremos para nada, lo importante son los bienes y servicios. Una buena economía es la que tiene un PIB alto: se intercambian muchos bienes y servicios.

¿ Qué ocurre si viene alguien más ? ¿ Cómo se integra en la economía ? Pues se le enseña a hacer churros, naturalmente. Hay que estar un tiempo con él enseñándole, se tiene que comprar una máquina, etc. Pero no hay otra. Sacar a la gente del paro es lo que tiene, que cuesta trabajo. Al final podrá hacer 300 churros al día y el PIB de nuestro país aumentará en esos 300 churros.

¿ Cómo es España de buena creando nuevos empleos ? Pues deja que desear. Ahora, en tiempo de expansión, cuando las empresas existentes están aumentando un 3% anual sus empleados, el alta de autónomos está muy por debajo de esa cifra, del orden de la tercera parte. Quiere decir que hay muchas barreras de entrada al establecimiento de nuevas y pocas o ninguna ayuda a la creación de empresas en las que a priori son las más sencillas, que son los autónomos. Esto es un freno importante a la creación de empleo y normalización del estado laboral del país. Explica en parte que haya tanto paro.

Pues esto es todo lo que hay sobre esto que llamamos economía. No el 100%, pero si el 99% de la economía: la economía real, la base de todo.

Aquí ya podemos distinguir entre las opciones políticas. Un marxista querría que todo lo que se produce por el trabajo se lo lleve el trabajador. En el Bar de Manolo, los camareros se llevasen todos los beneficios. Un liberal, que el que ha invertido el capital pueda negociar libremente con los trabajadores el reparto de lo que produce la empresa. Curiosamente es una simple cuestión de más o menos y hasta a lo mejor un matemático daría con una forma de reparto justo que pondría de acuerdo a marxistas y liberales... aunque algo así hasta ahora no se ha visto. Conservadores y keynesianos ya son otra historia.

No perdamos vista nunca que ninguno de nosotros quiere dinero. Lo que queremos son bienes y servicios: 20 kilos de patatas, 100 cafés, 300 churros y lo que produzcamos los millones de personas de la economía. Esto será importante en el capitulo 2, cuando veamos el papel del estado.

Capitulo 2: la economía de un estado no es como la de una familia. Pero aún así sigue las leyes matemáticas.

La existencia de un estado no añade en esencia nada. Seguimos produciendo y consumiendo y nos sigue sin importar el dinero para nada, lo que queremos son los bienes y servicios. Vale que el estado provee ciertos bienes y servicios (y subvenciones). Y también los consume (impuestos). Viene a ser un actor económico más. No tan pequeño como yo que solo produzco patatas y consumo café, más grande, pero en esencia la misma dinámica.

¿ Pero un estado puede hacer algo más ?

Lo que no puede hacer es magia. No puede emitir un decreto para que las patatas se multipliquen por dos, así que de ninguna manera va a aumentar el PIB. No va a dar a los ciudadanos más de los que ellos mismos producen.

Una vez establecido esto, decir que sí hay instrumentos a disposición de un estado que pueden afectar a la economía. Al no haber magia, no va a aumentar en nada el PIB. Sí puede disminurir los bienes y servicios que consumimos, por la ley física que dice "de donde no hay no se puede sacar pero siempre es fácil quitar".

Los medios principales que tiene es el endeudamiento (déficit público), el establecimiento de tipos de interés y la emisión de moneda. Vamos a analizarlos.

El estado puede un año gastar más de lo que ingresa en impuestos. La diferencia se llama déficit público. Para pagarlo, mejor que recurrir a préstamos es emitir deuda pública. En esencia es lo mismo: alguien le da dinero al estado y el estado se compromete a devolverlo al cabo de un tiempo, añadiendo intereses. Para centrarnos, los intereses de la deuda pública a 10 años están siendo del orden del 0,95%. El déficit de hoy es la deuda de los años venideros.

Una simple cuenta básica nos muestra que si el estado invierte 100 euros en una carretera y lo financia con deuda pública, al final tendrá que pagar esos 100 euros al devolver la deuda más los 0,95 euros de intereses, es decir, que le sale más caro.

¿ Está justificado ese pago extra ? No, claro. Podía haber subido los impuestos, recaudar más y ahorrarse todos los intereses, los 0,95 euros.

¿ Es mucho ese gasto extra ? Pues sumando todos los intereses, un pico. Ahora está "bajo" porque ha sido bastante más. Actualmente el país estará pagando del orden de 20.000 millones de euros en intereses de la deuda pública al año. Van a parar a manos de banqueros e inversores, extranjeros en su mayoría, que se llevan ese dinero por no hacer nada en la economía real. Para entender la cifra, es bastante más de lo que nos cuesta todo el ejército. O un poco menos de la mitad de lo que nos cuesta la educación.

¿ Y qué efectos tiene en la economía real ? Con el beneficio que tienen esos inversores, pueden venir a nuestro país a adquirir bienes y servicios. Trabajamos para ellos sin que aporten gran cosa. En cantidad, es toda la producción de una provincia media española, como pueda ser Asturias, Gerona, Cádiz.

Hay quien dice que lo bueno es que la deuda no se devuelve, se refinancia. Bueno, al ritmo que llevamos pagando de intereses estos últimos años, en 30 ó 40 se ha pagado una cantida tan grande como deuda se tomó prestada... y todavía está ahí para seguir pagando intereses los siguientes años.

Es decir que tener déficit y emitir deuda es un mal negocio.

Si no se va a emitir deuda pública, los tipos de interés son neutros para el estado. Si se emite, el estado pagará menos en intereses de la deuda cuanto menor sean los tipos que fije. Lo que pasa es que solo las economías muy sanas tienen la capacidad de tener los tipos bajos. Y existe el inconveniente de que el tipo de interés afecta al nivel de créditos de la economía, que aunque un estado pueda evitar endeudarse, las personas no lo tienen tan fácil

La otra forma de financiarse el estado "mágicamente" es emitir dinero. Hay varias formas que serían equivalentes. Por ejemplo imprimir físicamente euros, que el banco central compre deuda pública a interés cero y perpetua, etc.

Esto por desgracia tampoco suele ser bueno. Supongamos que se imprime moneda y ese dinero va al exterior a cambio de nada. Al cabo de un tiempo, podrán usar ese dinero para venir a España con él a comprar productos y servicios. Se estarían llevando productos sin nada a cambio. Un robo para el conjunto de la economía. Por muy legal que fuera, sería un robo desde el punto de vista de la ética.

Si se imprime moneda y el estado la usa para comprar productos al exterior, ya es un poco más justo porque se llevan productos y servicios de la economía a cambio de unos servicios al estado. ¿ Es equivalente a pagar impuestos ? Puede parecer que sí, el estado tiene dinero para gastar y lo pagan los ciudadanos de la economía real con bienes y servicios. Pero por desgracia no es igual. La diferencia es que aumentan los euros en circulación en la economía y eso veremos que es algo negativo.

Vamos entonces al caso de que el estado imprime moneda y el dinero se regala a ciudadanos del interior del país. O llega al interior porque se emitió al exterior y los extranjeros lo han usado para comprar bienes en España. En este caso, al haber mucho dinero, en el bar de Manolo estaremos muchas personas a tomar café. Pero Manolo solo puede poner 100 cafés cada día. ¿ A quién se lo da ? Pues eligirá el procedimiento que quiera: servir a los primeros que llegan, subir el precio hasta que se vayan suficientes clientes por carero y tener una clientela asumible,... Como sea. La suerte ahí al tendrán todos esos que han recibido el dinero del estado sin producir a cambio bienes o servicios, porque no aportan a la sociedad y se llevan renta (café).

Y yo al vender mis patatas, también elegiré cómo hacerlo. Si me han subido el precio del café a 2 euros, par mantener mi poder adquisitivo, debería subir el kilo de patatas a dos euros. No ganaría nada ni perdería nada porque, no olvidemos, lo importante en la economía real es lo que puedo comprar en bienes y servicios, el dinero en euros no nos vale para nada.

Si se aumenta continuamente el dinero en circulación y se aumentan continuamente los precios de manera que no se sabe cuánto va a costar el café dentro de unos días, el dinero pierde su utilidad como método de cambio de bienes y servicios. Es cargarse la economía. Eso ha ocurrido varias veces en distintos países a lo largo de la historia. Se soluciona fácil dejando de crear dinero y financiándose con impuestos.

Pero lo importante es notar que, por mucho dinero que se imprima o por mucha deuda que se emita, el PIB no aumenta, la economía no mejora. Solo se consigue empeorar el reparto de la renta de manera, que pasa a ser más injusta porque se llevan renta (productos) personas que no aportan nada. Y además es incontrolado. Si se quiere redistribuir la renta es más fácil y se puede hacer mejor cobrando impuestos y repartiendo prestaciones sociales. Se consigue lo mismo (subir el nivel adquisitivo de ciertos grupos) pero sin los efectos negativos (beneficios a quien no aporta valor, cambio en la unidad de medida de la economía=moneda).

Todo esto es más complicado siempre, pero las bases son esas y deben estar claras porque cada poco tiempo votamos y es vital que votemos con criterio.

33 meneos
618 clics

Nuncio Fratini: comulgar con ruedas de molino

La iglesia católica española, y particularmente su jerarquía, se benefició durante los 40 años de la dictadura franquista de muchos y variados privilegios que le permitieron alcanzar una situación hegemónica, prácticamente de exclusividad, en el panorama religioso español.  Quedaba así revocada la famosa sentencia de Azaña, a la sazón ministro de la Guerra, ante las cortes constituyentes de 1931: España ha dejado de ser católica. La frase no quería decir que hubiera pocos creyentes católicos, pero era algo más que un deseo; era la constatación de la pérdida constante de la tradicional influencia de la iglesia en la sociedad y en la política española. Una pérdida originada en la pujante acción política y cultural de una nueva sociedad que avanzaba hacia la modernidad y la laicidad tomando como ejemplo (¡por fin!) las naciones más avanzadas del mundo occidental.

La reacción de los sectores conservadores católicos ante los avances hacia el laicismo de la segunda república española fue furibunda y cruenta, constituyendo desde el primer momento un apoyo fundamental para el bando franquista de la guerra civil.

Tras la victoria en la guerra, y la subsiguiente derrota de las potencias del eje, que eran sus principales valedoras internacionales, el principal problema del régimen franquista era la obtención de un reconocimiento internacional que le había sido negado por las naciones unidas en el año 1946:

 

… el 12 de diciembre de 1946, la Asamblea General de la ONU acordó por 34 votos a favor, seis en contra y trece abstenciones, la condena del régimen franquista en la que se decía que «por su origen, naturaleza, estructura y comportamiento general, el régimen de Franco es un régimen fascista, organizado e implantado en gran parte merced a la ayuda de la Alemania nazi y de la Italia de Mussolini», lo que «hace imposible que este pueblo participe con los de las Naciones Unidas en los asuntos internacionales… hasta que se forme en España un gobierno nuevo y adecuado… cuya autoridad emane del consentimiento de los gobernados». A continuación recomendaba la inmediata retirada de los embajadores acreditados en Madrid. Esta última medida fue aplicada por la gran mayoría de los países. (1)

 

Pero favor con favor se paga, y la iglesia católica vino al rescate de la dictadura franquista. Y lo hizo gracias a una pequeña herencia del fascismo italiano: el miniestado de la Ciudad del Vaticano al cual Mussolini había otorgado el reconocimiento como estado soberano en los pactos de Letrán de 1929. Gracias a ello, la iglesia católica española negoció con el régimen dictatorial franquista un Concordato, aprobado en 1953, que adquirió el rango de tratado internacional y supuso de facto el primer reconocimiento exterior de la dictadura. Naturalmente, nada es gratis cuando se negocia con la iglesia católica, que obtuvo con ello todos los privilegios necesarios para recomponer por la fuerza su dominio cultural y educativo en España. El triunfo del nacionalcatolicismo oficial, sustitutivo de la inicialmente preponderante ideología fascista de los sectores falangistas, fue aplastante y se convirtió en la ideología oficial del Estado. La abrumadora identificación de los españoles con la religión católica al final de los años 70 da fe de su eficacia para  el éxito de las tareas evangelizadoras de la iglesia.

Tras la dictadura, y llegada la época de la llamada transición, la iglesia no renunció de facto a esos privilegios. Los actualmente vigentes acuerdos con la Santa Sede fueron negociados subrepticiamente con las autoridades con anterioridad a la Constitución de 1978, en cuya redacción se dejó claro la necesidad de que el estado debía colaborar con la iglesia católica (lo cual constituía un ridículo oxímoron al contraponerse con la inmediatamente anterior declaración de aconfesionalidad del estado). La rápida aprobación de esos acuerdos tras la publicación del texto constitucional evidenció la estafa urdida al pueblo español para mantener las prebendas de la iglesia.

Así las cosas, han pasado más de 40 años en los que, ahora sí, España ha dejado de ser católica. La creciente secularización de la sociedad española avanza de forma demoledora, relegando el sector católico practicante de la población a una clara minoría cuya edad media avanza sin parar evidenciando el abandono de la religión en las nuevas generaciones de españoles. El barómetro del CIS confirma oficialmente que la religión desaparece y que la observancia de los ritos se desploma.

El aferramiento de la jerarquía católica a las prerrogativas plasmadas en los acuerdos con la Santa Sede  de 1979 (y a otras conseguidas posteriormente) es posiblemente un factor más que ha acelerado esa secularización de la sociedad española, si bien constituye una garantía para la iglesia de jugosos y rentables negocios: exención de impuestos, inmatriculaciones, evangelización en ejército y educación a través de catequistas sostenidos con fondo públicos, etc.).

No es extraña entonces la reticencia de la iglesia española a condenar públicamente a Franco y a su dictadura. Durante 40 años su táctica ha sido más bien tratar de dejar caer en el olvido el régimen anterior, con el objetivo de que olvidáramos su vinculación con la dictadura y el papel que jugó para su inicial reconocimiento internacional. Es la misma táctica adoptada por la derecha política española surgida de la anterior clase dirigente franquista. Al principio se invocaba la prudencia necesaria para no dar alas a los sectores reaccionarios que se suponían agazapados en la administración y el ejército heredados de la dictadura, en los cuales no se realizó ningún tipo de limpieza orientada a su subordinación a la nueva legalidad democrática. Pasados los años, se aludió entonces a una supuesta inoportunidad de resucitar viejos rencores olvidados. Pero las víctimas de la dictadura, o bien aún vivas o bien fallecidas pero representadas por sus familiares, son condenadas al ostracismo y contemplan como los verdugos son enaltecidos y los cadáveres de los demócratas que lucharon contra la dictadura y fueron asesinados siguen en las cunetas. Nadie en la administración hizo nada por curar sus heridas. Los escasos avances de la ley de Memoria, finalmente aprobada, son boicoteados por la derecha política española con el fácil recurso de cortar su financiación con fondos públicos.

Y ahora viene la jubilación del embajador del Vaticano en España Renzo Fratini. Tras varios años de forzada neutralidad en los asuntos que involucran a la Memoria Histórica y al respeto que merecen la dignidad de las víctimas de la dictadura, el nuncio ha bajado la guardia en una entrevista concedida con ocasión de su despedida. Y han aflorado sus autçenticos pensamientos al respecto.

A Fratini no le parece bien que el gobierno trate de exhumar a Franco y sacar sus restos del Valle de los Caídos, por lo que se deduce que es partidario de que se le mantenga un imponente mausoleo pensado expresamente para rendirle homenaje como caudillo de España por la gracia de dios, construido con la sangre, sudor y lágrimas de presos políticos republicanos para quienes no había alternativa a ese trabajo de esclavos. Un santuario ofrecido a la iglesia para su custodia para garantía de su continuidad en el tiempo. Un pacto sellado con una inmensa cruz puesta estratégicamente para infundir temor a todos los que la contemplaran en la lejanía.

Dice el Nuncio que es mejor dejar a Franco en paz, que ya juzgará dios sus actos. Un pobre consuelo para quienes han perdido esa fe inculcada por la fuerza a los españoles durante 40 años de dictadura, o para quienes simplemente no la han tenido nunca. El embajador del Vaticano ve motivos políticos e ideológicos en esta iniciativa legal de un estado democrático que llevarán a dividir en bandos enfrentados a la sociedad española. Más le valdría leer en su evangelio el refrán de la paja y de la viga en el ojo. Franco está ahí precisamente por motivos políticos, por ensalzar una dictadura genocida fascista sustentada en gran parte en el poder de la iglesia católica española. Una más de las manchas en la historia de la iglesia católica pero, a diferencia de otras, mucho más reciente.

En el colmo de la desfachatez ( ¿o será más fachatez?), el nuncio señala que algunos consideran a Franco como alguien que liberó a España de la guerra civil. ¡No les basta con las hostias, nos quieren hacer comulgar con ruedas de molino! Fue precisamente el bando nacional quien, ante el fracaso del golpe de estado, prefirió barrer España a sangre y fuego antes que dar un paso atrás. Entonces la iglesia católica no dudó en aliarse con él y, tras 80 años, parece que ahí siguen codo con codo.

Salud.

 

(1) es.wikipedia.org/wiki/Dictadura_de_Francisco_Franco

23 10 1 K 38
23 10 1 K 38
36 meneos
1372 clics

Perderé seguro

Este viernes mi whatsapp se llenó de vídeos y fotos de amigos paseando por la Meridiana en la marcha por la libertad.

Esa noche, en Twitter, empiezo a ver vídeos de manifestaciones. Cargas policiales, hogueras, pelotazos y piedras. Infiltrados, griegos, italianos anarquistas (léase irónicamente), o independentistas jóvenes con poco que perder.

La Catalunya a la que llegué hace casi 20 años ha cambiado mucho. El mundo ha cambiado mucho. A peor. Hoy nos gobierna Trump, Bolsonaro, Johnson o Putin. Y Pdr Snchz, y Torra.

La Catalunya a la que yo llegué era trabajadora, amable, socialmente cerrada pero honesta, catalanista pero respetuosa, inteligente y comercial, abierta al mundo.

Las cosas han cambiado, aquí y allí, allí y aquí.

Ahora mandan los odios. A España, al catalán, a los comunistas, a los liberales, a Torra o a Sanchez, al Rey, a tu bandera o a la mía, cualquiera que sea esa. Al que no piensa como tú. Se odian las ideas del otro, solo por ser diferentes. Se acabó la tolerancia.

Gente inteligente a la que ya no preocupa la masacre en Siria, el futuro del planeta, el amazonas o el Boko Haram. Lo importante ahora es la bandera, la patria, que no hable o sí hable el idioma que tú quieras, que mi amo y señor se llame Pedro o Pere, Jordi o Jorge.

Han metido en la cárcel a unos tipos que hicieron algo que pareció muy bien a unos y muy mal a otros. 47 millones de personas han decidido, después de estudiar derecho en facebook, que no hay idem a que las penas sean tan altas o tan bajas.

Algunos han descubierto ahora que la policía carga contra los manifestantes. Que si lanzas piedras puede que se enfaden y te tiren bolas de goma, prohibidas pero no, por este nuestro Govern.

Otros se ríen desde Zaragoza, Logroño o Ciudad Real, de esos catalanes que protestan por nada, que no tienen derecho a elegir su futuro y que se quejan de vicio. Jalean cada carga de los Mossos o de la polícia con menos empatía que la lava.

Entre vídeos de polis cargando y chavales lanzando piedras, se cuela Leonor, una niña a la que hacen hablar ante su pueblo como si estuviéramos en la Edad Media. Los comentarios, todos de portada del “Hola”. Qué guapa, qué ojos, qué pelo, qué bien habla. Manda la incongruencia, la Princesa en su palacio.

Yo soy equidistante. El que inventó la palabrita para definirnos a los que no comulgamos con unos y con otros lo hizo perfectamente. No opino lo mismo de un nazi dando palos que de un independentista reclamando un referendum, pero estoy a su misma distancia de odio. Para unos soy un facha, o botifler, o ñordo. Para otros un vendido, me han comido el coco, traidor.

Mis amigos de Zaragoza, Madrid o Sevilla no entienden. Se ríen de mis argumentos, de los catalanes, de la historia que les han contado sobre la corona catalanoaragonesa y de Jaume I el Conqueridor. Como si fuera importante, como si ellos no hubieran tenido una educación igual de manipulada pero hacia el otro lado, con una España reconquistando la península con Don Pelayo y cuatro amiguetes muy cristianos ellos.

Y aquí me siento encerrado, entre dos muros. Cada vez más altos. Conseguirán la independencia y seré un traidor, o no la conseguirán y sufriré el maltrato a Catalunya en forma de falta de inversiones, transferencias, gestión, de criminalización de ideas.

No tengo nada que ganar, gane quien gane.

23 13 1 K 69
23 13 1 K 69
38 meneos
1980 clics

El problema real de la redistribución de la riqueza

Aquí, al principio, es donde debería ir un alegato sobre la importancia de este concepto, o sobre su inconveniencia si yo fuese un liberal de pro. Pero no vais a encontrar ninguna de las dos cosas, porque mi pretensión es escribir un artículo que tenga que ver con los temas prácticos que he observado y comentado, y no sobre las posibilidades y bondades teóricas de la redistribución.

La cuestión es la siguiente: queremos gastar más, porque creemos que la sociedad funcionaría mejor si todo el mundo dispusiera incondicionalmente de una serie de servicios o derechos, y estos servicios o derechos tienen un coste.

Pintemos esto como lo pintemos, y sin entrar a juzgar si es bueno o no, lo cierto es que un grupo de gente saldrá beneficiada, pues obtendrá recursos del sistema y otro grupo de gente saldrá perjudicada, pues tendrá que aportar al sistema más de lo que de él recibe. Por eso precisamente, se llama redistribución. Por eso precisamente otros tratan de llamarle simplemente justicia y otros atraco. Pero vamos a dejarlo en redistribución.

Como es lógico, los que reciben algo de manera gratuita, están encantados. Los que lo ponen, en cambio, se dividen en dos grupos: los que están encantados también, porque creen que de ese modo se les garantiza el pacífico disfrute de sus riquezas, y los que están encabronados, porque sienten que se les maltrata. Los primeros suelen ser gente tremendamente rica, a la que pagar 100 millones de euros más al año ni les va ni les viene, porque han entendido de qué va eso del dinero y han entendido que no hay nada a lo que deban renunciar por falta de él. ¿Qué les puede importar a Bill Gates, Bezos y Buffet pagar 1000 millones más al año de impuestos? ¿A qué les obligaría a renunciar ese pago? Se la sopla. Les quedan 20 años de vida, tienen a sus herederos cubiertos, y se la sopla.

El problema está por debajo de ahí, y con las personas que no son personas físicas.

Bill Gates, Bezzos y Zuckerberg tienen pensado morirse y están, me parece, curados de avaricia. Yo en su lugar lo estaría. Pero el problema es que Microsoft, Amazon y Facebook no piensan morirse, están desesperados por repartir unos centavos más de dividendo a sus accionistas y están dispuestos a mudarse al primer paraíso fiscal que les ofrezca un ahorro del 23%, porque de eso dependen los bonus de sus directivos y las pensiones de sus millones de accionistas. Y ahí se jodió todo.

Ahí la cagamos a lo grande, porque son estas corporaciones las que tienen los recursos necesarios para dilatar 20 años cualquier subida de impuestos. Eludirla, y finalmente traspasarla a los demás.

Porque aquí tenemos que ver lo que pasa en realidad. Queremos gastar más y para ello tenemos que recaudar más. Le llamamos a eso redistribución y diseñamos una subida de impuestos. ¿Y que saben en las asesorías?

Que en cuanto entra en vigor la subida de impuestos, las grandes corporaciones, se escaquean. Detrás de ellas, y con los mismos bufetes, se escaquean las grandes fortunas. Luego, tras ellas, se escaquean las fortunas entre grandes y medianas, y finalmente las pequeñas consiguen escaquear una parte a través de sus redes familiares, sociales y de intereses.

¿Y con qué se encuentra el Gobierno amigo de la redistribución en sus carpetas? ¿Qué es lo que tiene entre manos, en la práctica? Una ley de dependencia que cuesta 14.000 millones y sólo 4000 millones recaudados. Una vinculación de las pensiones al IPC que cuesta 9000 millones y sólo 2000 millones recaudados. Una subida de los salarios de los funcionarios que cuesta 7600 millones y sólo 1800 millones recaudados.

Entonces ese Gobierno, entre renunciar a sus planes y profundizar en la redistribución, elige lo segundo. Porque es parte de su programa. Por convicción. Por soberbia. Por demostración de poder. Porque cree que es lo más justo. El motivo es igual, porque las consecuencias también son las mismas: la redistribución no la pagan los ricos, sino las clases medias, empezando por los funcionarios de categorías superiores (médicos, jueces, ingenieros de obras públicas...) a los profesionales de mayor cualificación. Acto seguido, pagan los profesionales liberales. Luego los autónomos, y finalmente, loa asalariados, tanto del sector público como del privado.

Y toda esa gente, o mucha de ella, se hace enemiga de la redistribución, que en la práctica es un fenómeno que no afecta para nada a los ricos y hace un tremendo daño a las clases medias, derechizando políticamente a los países que antes contaban con mayorías progresistas. ¿O qué demonios creéis que ha pasado en Francia, por ejemplo?

Tenemos que aprenderlo de memoria o grabarlo en mármol: da igual lo que los empresarios paguen: hay que obligar a pagar a las empresas. Por mí, como si Amancio Ortega está exento de IRPF, pero Inditex, que pague.

Lo que pasa es que decir esto no es popular, porque a la gente no la mueve la justicia, sino la envidia, y la mayoría es tan simple que no se siente capaz de envidiar a una Sociedad Anónima.

Así estamos.

24 14 2 K 39
24 14 2 K 39
29 meneos
1206 clics

Propuesta para rebajar el nivel de crispación y beligerancia en los comentarios

Imagino que como, muchos de vosotros, mis fuentes de información no son exclusivamente la de los medios que me autoafirman en mi sesgo cognitivo, (deseo no equivocarme, que espero mucho de vosotros).

En un amplio abanico de medios digitales que suelo entrar, para determinar el pulso emocional del colectivo al que pertenecemos, he creído detectar una invariante. Hay un intenso debate por ganar el relato de cómo se están tomando las decisiones sobre la pandemia entre ambos grupos de supporters, que podríamos clasificar de manera gruesa, con sus matices, diferencias y peculiaridades, en dos grandes grupos: conservadores y progresistas.

Me considero progresista en multitud de aspectos aunque, en otros, no comulgo para nada con el discurso empaquetado y oficial de aquellos que tienen más posibilidades de poder representarme.

Hago esta aclaración puesto que la mayoría, que pueda o no participar en esta propuesta, no se va a tomar la molestia de mirar el historial de mis comentarios y deducir hasta que grado soy un sectario de grado extremo, importante, intermedio o bajo del grupo en el que me he autoclasificado: los progresistas.

Creo que tratar de discriminar entre los errores y los aciertos sin tirar de ideario o ideología es un sano ejercicio para la salud mental para comprender a los que no piensan como nosotros. Además, puede ser extraordinariamente enriquecedor para uno mismo mostrar públicamente los aciertos de aquellos representantes políticos a los que generalmente siempre criticamos. Por eso me gustaría empezar por mí.

Hace unos meses fui extremadamente beligerante con José Luís Martínez Almeida, actual alcalde de Madrid, por su, a mi parecer, nefasta política de regresión en las medidas anticontaminación de la capital de España. Sólo hay que ver este artículo que escribí hace unos meses: www.meneame.net/story/propongo-crowdfunding-denunciar-actual-alcalde-m para entender de lo que hablo.

No comprendía una actitud tan cerril, tan sectaria y tan cabrona. Ahora, con el paso de los meses y con la situación que estamos viviendo, empiezo a entenderlo mejor, precisamente porque he tratado de ponerme en su pellejo. Pero no abordándolo desde una visión como miembro individual aislado sino desde el punto de vista de ser integrante unitario del colectivo político al que pertenece, es decir, como persona sometida a la férrea disciplina del discurso oficialista de su partido y engranaje de la máquina que pretende ganar unas elecciones.

Mi actitud hacia él ha cambiado y lo afirmo sin pudor.

Sigo pensando que es un soberbio y que, probablemente, no le votaría nunca pero creo que sus intervenciones están siendo sensatas, equilibradas, ponderadas, tranquilizadoras y, lo que es más importante, balsámicas, pues ver su cara de preocupación, su aspecto de estar con una tremenda carga de trabajo no lo ha, aparentemente, desbordado. Está manteniendo el tipo en situación tan adversa y eso es un termómetro de la madera de la que pueda estar hecho.

A mí, personalmente, me tranquiliza saber que una persona, que siempre consideré extraordinariamente preparada pero tremendamente soberbio, ha sabido comprender la situación a la que nos enfrentamos y cuáles son las verdaderas prioridades en esta puta guerra contra un enemigo implacable, invisible y mucho más hijo de puta de lo que pueda ser él. Ha sabido graduar el tempo a la hora de suministrar la información o cómo se pueden llevar a cabo la implementación de las mejores medidas para solucionar el inmenso problema que tenemos característica indispensable a la hora de sedar al intranquilo.

Su manera de actuar, de explicarse, de erigirse en alcalde representante de todos los madrileños jodidos, osea todos, independientemente de su ideología, a mis ojos, lo ha humanizado.

Y ya acabo. Espero que cada uno haga un mínimo esfuerzo de humanización de sus personajes odiados favoritos del mundo de la política y que participe en esta propuesta mencionando el personaje diana de sus exabruptos y describiendo algún acierto del mismo.

P.D.: Livingstone, algunos echamos de menos tu capacidad para el análisis y tus intervenciones profesorales. Anímate y participa, coño, que para salir de esta cuanto antes vamos a tener que usar toda la inteligencia colectiva que sea posible.

32 meneos
1269 clics

Sobre el Sesgo del Superviviente, el Efecto Composición, la Economía Política y la Meritocracia

Que Inglaterra siempre fue consciente de la importancia de mantener una hegemonía marítima es algo conocido. Al fin y al cabo, ese Imperio Británico al que tres cuartas partes del mundo llegó a deber obediencia se confirmó tras un absoluto dominio naval resultante de la famosa “Batalla de Trafalgar” donde, de nuevo, la flota francesa y española fue derrotada por la de su majestad inglesa. “Desastre de Trafalgar” lo llamamos nosotros, y uno al que la vida le llevo a pasar tiempo en la que fue capital de ese imperio no podía evitar pensar en esto las veces que miraba al imperturbable rostro de ese Almirante Nelson que nos escruta desde lo alto de su columna en “Trafalgar Square”, miren ustedes por donde le sale a uno esa estúpida vena de honor patriótico.

Aun así, los comienzos de la II Guerra Mundial no eran tiempos de mucha soberbia para el ejército británico. En una primera fase de la guerra donde la iniciativa ofensiva se encontraba en manos del ejército alemán, y tras la retirada del ejército británico de Dunkerque y la derrota francesa, era evidente que el próximo paso nazi sería la conquista de las islas. Aunque el dominio naval seguía siendo de la “Royal Navy”, y con esto se alejaba al corto plazo la invasión terrestre, la Luftwaffe alemana se encontraba en disposición de atacar blancos en tierra británica: la guerra había evolucionado, y ahora tan o más importante era dominar los mares como los cielos. La “Royal Air Force” (RAF) buscaba poder revertir una situación que ponía en serio riesgo su defensa: Inglaterra sentía, como no lo hacía desde mucho tiempo atrás, la guerra dentro de sus propias fronteras. El “Blitz”, esa guerra aérea alemana consistente en bombardeos a las principales ciudades, amenazaba con minar la moral civil británica.

Con esta idea, y ya en colaboración con el ejército norteamericano, se reforzó lo que se vino a llamar el “Centro de Análisis Naval Aliado”, que entre otras muchas funciones tenía la de mejorar la ingeniería de los aviones de la RAF. Uno de sus proyectos consistía en estudiar los daños sufridos por los bombarderos que regresaban de misiones. Se analizaban las zonas donde más impactos de proyectiles antiaéreos se recibía con el objetivo de aligerar los bombarderos mediante el uso de un blindaje más eficiente: conociendo donde se concentraban en mayor medida los impactos de la artillería alemana, se podría reforzar esas zonas para aumentar su seguridad, a la vez que se aligeraban otras zonas que no solían recibir impactos.

En un primer momento los resultados y aplicación de los estudios no presentaron mejoras. Hasta que apareció Wald...

Wald y el “sesgo del superviviente”

“Hay quién piensa que si a uno le salen canas no se quedará calvo. Pero es justo al revés: el que es calvo no tiene canas por no tener pelo”.

La historia es bastante conocida: Abraham Wald fue un matemático de origen rumano, experto en análisis estadístico y econométrico. Sobresaliente estudiante en la universidad de Viena, debido a su origen judío huiría de Austría a USA tras la llegada al poder del gobierno nazi como consecuencia de su anexión a Alemania en 1938, aprovechando la invitación de esa "comisión Cowles" que sería el germen de esa tan liberal "Escuela Económica de Chicago".

Conocido ya como un brillante experto en “teoría de la decisión”, recibiría la visita inesperada de unos ingenieros militares de ese “Centro de Análisis Naval” que anteriormente citábamos. En esta visita se le presentó a Wald ese estudio sobre los impactos en los aviones, consultándole sobre las diferentes alternativas planteadas de refuerzo y blindaje.

Podemos suponer que los militares se sorprenderían tras la respuesta de Wald: afirmó que el estudio debía de ser interpretado justo al revés. El análisis solo consideraba la muestra de aviones que habían sobrevivido a sus misiones, obviando todos los que fueron derribados y no habían regresado. La prueba de que las zonas que presentaban mayor Nº de impactos no eran las más críticas era el mismo hecho de que esos aviones retornaban a sus bases: las zonas más castigadas de los aparatos que retornaban eran las que podían permitirse recibir más artillería, mientras que en las zonas que regresaban intactas debían encontrarse aquellas más críticas y que por tanto debían blindarse. El estudio se había concentrado solo en las zonas con impactos, obviando las zonas de los aviones que regresaban a la base sin marcas de artillería.

Ilustremos esto de otra manera, sin salirnos de este ambiente bélico donde el texto nos ha llevado: si visitasemos un hospital militar de campaña de la I Guerra Mundial, podemos suponer que encontraríamos muchos más soldados con heridas de bala y mutilaciones en las piernas y brazos que en el pecho o cabeza. Pero no sucede porque los soldados no sufran balazos en el pecho o cabeza, sino porque los que reciben impactos allí van menos al hospital por soler quedar muertos en el campo de batalla entre trincheras.

Desde la respuesta que Wald dió a los militares, este problema se conoce como “Sesgo del Superviviente”, un sesgo de selección basado en considerar solo los elementos presentes, obviando al resto por no ser observables o no haberlos tenido en cuenta en la muestra.

El “Sesgo del Superviente” y el “Efecto composición”.

Visto desde la estadística, este sesgo tiene relación con lo que llamamos “Efecto Composición”, un error de análisis que puede falsear las medidas centrales y de dispersión, desvirtuando las conclusiones. Veamos un sencillo ejemplo, muy conocido, de este “Efecto Composición”:

Tenemos tres trabajadores que cobran salarios de 900, 1.500 y 3.000 € respectivamente, dando así una media salarial de 1.800 €. Si todos experimentasen una subida del 10%, la media también subiría un 10%. Pero ahora imaginemos que el asalariado de 900 € es depedido, el que cobra 1.400€ ve rebajado su salario a 1.300€ y el que cobra 3.000€ lo ve rebajado a 2.900€. El resultado es que el salario medio ha subido siendo ahora 2.100 €, cuando nadie ha visto un € más, de hecho todos perciben menos.

Ustedes ya pueden imaginar que ocurre cuando no tenemos en cuenta este “Efecto Composición” en los análisis de evoluciones salariales. Esto ha sido especialmente relevante en estudios desde nuestra última crisis: como en esta el despido más frecuente fue el de los trabajadores menos cualificados y con menores salarios, podemos llegar a erróneas conclusiones sobre la evolución salarial, llegando a afirmar aumentos salariales cuando esto no es cierto (y, permitánme decirles, no solo a erróneas conclusiones, uno sospecha que incluso presentar conclusiones conscientemente falseadas, investiguen la prensa de este tiempo atrás...).

Durante el transcurso de la crisis económica hubo un debate intenso sobre este mismo asunto, entre el 2008 y 2009 la pérdida de empleo fue de un 7% a la vez que los salarios medios aumentaban un 4,5%. Mientras algunos analistas denunciaban esto como un ejemplo de excesiva rigidez de nuestro sistema de negociación colectiva, otros veían un claro ejemplo de este “Efecto Composición”. 

Más ejemplos ampliamente conocidos del “Efecto Composición” son los derivados de medir la productividad del trabajo como un ratio, cociente entre el valor añadido bruto y el Nº de horas que se trabaja. Por el mismo motivo mencionado en el anterior ejemplo sabemos que este ratio de productividad suele crecer en las recesiones (son despedidos los trabajadores que tienen asociado una menor productividad), cuando esto puede no tener relación con una mejora de la productividad real. Análisis de rentabilidades históricas, de capital-riesgo, previsiones de demanda, etc... suelen verse presas de este sesgo, y diremos que en general es un efecto en ocasiones muy difícil de evitar y que se debe aceptar.

Saliendo del ámbito económico: Les invito a que reflexionen ahora sobre las consecuencias del “Efecto Composición” en los actuales análisis relacionados con la evolución del “Coronavirus”, su tasa de mortalidad, tasa de asíntomaticos, etc... Dada una situación en la que no conocemos el Nº real de infectados ni otras variables, cualquier previsión o tasa a presentar (por otro lado normalmente necesaria para iniciar cualquier actuación hacia fines) siempre deberá tener como base unas suposiciones (asunciones) a partir de las cuales realizar el cálculo. Sabemos que estas asunciones a día de hoy son débiles, por lo que cualquier resultado de estudios siempre deberá tenerse en cuenta, por el momento, con cautela. En estadística predictiva, la calidad de los resultados suele en muchas ocasiones tener una relación directa con el Nº de muestras disponibles para integrar en el estudio y con el tiempo transcurrido desde el inicio de la variable a analizar.

El “Sesgo del Superviviente” y la Economía Política.

"Si pretendemos el triunfo en la gran contienda ideológica de esta época, es preciso, sobre todo, que nos percatemos exactamente de cual es nuestro credo". (Von Hayek)

Salgamos ahora del campo econométrico y estadístico para pasar al relacionado con lo político: piensen ahora en todas esas teorías que explican y tratan de reglar el comportamiento económico solo en base a unas variables previamente seleccionadas (conscientemente o no).

Acercándonos hacía extremos en apariencia antagónicos, por un lado podemos encontrar este sesgo en esa sacralización de “la oferta y la demanda” como un mecanismo impío, la creencia casi religiosa en la posiblidad de la libre disposición de los agentes de mercado para sus acuerdos, en esa afirmación de que la determinación de precios solo se crea en base a la subjetiva utilidad marginal, la presentación velada del estado como el único agente con capacidad de ejercer intervención en la economía... en el otro lado tendríamos propuestas que llegan en ocasiones a obviar la existencia de incentivos personales como fuente de acción, que no admiten la utilidad de estos, o que no encuentran una organización al menos mínimamente vertical como necesaria para el desarrollo social. 

Vemos así como el “Sesgo del Superviviente” toma parte activa, diremos que conductora, en la economía política (digamos ya política simplemente): toda ideología, al igual que toda hipótesis (y por extensión teoría), parte necesariamente de una serie de axiomas que en algún momento son presentados como ciertos y universales, y a partir de los cuales se formula y crea el cuerpo teórico: representación de la realidad y programa de acción. Cada agente social se posicionaría aparentemente alrededor de tal o cual ideología política en función a los axiomas que acepta o rechaza como verdaderos o falsos en la realidad (y destaco dos palabras de este párrafo para reflexión del lector, aparentemente y realidad: si nuestra ideología finalmente parte de nuestras consideraciones hacia la realidad, no estaríamos más que aceptando que toda ideología se encontraría limitada por esta misma realidad. Encontraríamos así una de esas "vueltas al calcetín" que la historia del pensamiento da cada cierto tiempo, en este caso la del materialismo sobre el idealismo: lo que aparentemente se presenta como fruto único de nuestra capacidad mental, las ideas, en realidad nace como integración en nuestra mente de la "realidad material" de la que somos testigos con nuestra mente, creandose así las ideas...)

El “Sesgo del Triunfador” y la meritocracia.

Estos idiotas nunca entenderán cómo van encadenados méritos y suerte. Si tuvieran la piedra filosofal, a la piedra le faltaría el filósofo. (Goethe, Fausto).

Toda ideología, más aún cuando esta toca el debate político, busca ejemplos en la realidad a partir de los cuales autoafirmarse. En esto cabe una especial mención a esa idea que ha venido a ser conocida como “meritocracia”. Esta acepción actual (la idea nos acompaña en realidad desde siempre, vean sino la “Republica Ideal” del aristocratico Platón) se la debemos a Michael Young, ya como crítica, en su novela “Rise of the Meritocracy” de 1958. Ustedes ya conocen el concepto que se esconde detrás: la manera más eficiente de conducir cualquier grupo social sería que este fuera dirigido y modelizado en función de los méritos personales de cada uno de sus individuos; aquellos que hayan demostrado más méritos serían los mejores posicionados para la toma de recompensas sociales, cargos y puestos de mayor prestigio.

En su versión fuerte, la meritocracia suele caer en considerar al individuo como “átomo social”, desvinculando este del resto de variables que pueden influir en su devenir. Toda “meritocracia” se vería obligada a definir y limitar que entiende como mérito, cayendo en un necesario círculo redundante: solo los resultados que hayan sido seleccionados como méritos serían los que se tendrían en cuenta a la hora de determinar que individuos serán los portadores de este mérito, y por tanto que modelos son los que se deberían perseguir. Vemos aquí como el “Sesgo del Superviviente” se convierte en el “Sesgo del Triunfador”. De nuevo se toman solo en consideración una serie de variables preseleccionadas para a partir de estas crear un “todo”, que suele coincidir con los valores y objetivos que interesan a aquellos con capacidad de definir “qué es lo meritorio”. Obviando una realidades y destacando esas otras se crearía una falsa autoafirmación en la realidad.

El “Sesgo Resultadista”

“Parece que como perdimos no tenemos más derecho a nada. Yo tuve la suerte de que me renovaran el contrato, lo agradezco... es un reconocimiento en el fracaso” (Marcelo Bielsa)

Por último no quisiera dejar sin destacar muy brevemente la relación entre ese ”Sesgo del Superviviente” y el “Sesgo Resuladista”. Este último aparece cuando las acciones son valoradas en función de los resultados finales obtenidos, obviando la calidad del proceso de toma de decisión e información existente en este. De nuevo vemos como se obvian ciertas variables a la hora de emitir un juicio… ¿les suena esto verdad? Es cosa muy de los "jefes” y del momento presente… 

-----------------------------------

Nota: Repasando el artículo antes de su pubicación, me hago consciente de que este sobrevuela de manera sin duda simplona varios asuntos que, solo por su propia complejidad, requerirían una mucha más cuidada exposición de la asociada a las posibilidades de un simple artículo. Si finalmente me decido a publicarlo será acaso por dos motivos; el primero es que, en la situación actual y presente que vivimos, me ha sorprendido la cantidad de opiniones y comentarios vertidos que no tienen en cuenta problemas conocidos como el "Sesgo del Superviviente" o el "Efecto Composición", cosas que pensaba como ampliamente conocidas. En segundo lugar, debo reconocer que he dejado "correr la pluma" poniéndo enfásis en como ese "Sesgo del Superviviente" puede convertirse en un hilo conductor que se puede encontrar en asuntos como estadística, toma de decisiones, economía y política. Espero que el lector disculpe esto...

27 meneos
1027 clics
La Vía Láctea sobre los Himalayas

La Vía Láctea sobre los Himalayas

El punto brillante justo encima del plano central es el planeta Júpiter, mientras que el punto naranja más brillante en la parte superior derecha es la estrella Antares. El astrofotógrafo se enfrentó a temperaturas bajo cero a casi 4.000 metros de altitud para tomar las fotografías que componen esta imagen. La imagen que se presenta es una composición de ocho exposiciones tomadas con la misma cámara y desde el mismo lugar durante tres horas, justo después de la puesta de sol, en abril de 2019, desde cerca del lago Bimtang en Nepal. En gran parte del planeta Tierra, los planetas Mercurio (débil) y Venus (brillante) serán visibles esta semana después de la puesta del sol.

traductor DeepL.com

22 5 0 K 51
22 5 0 K 51

menéame