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La maltratada se venga (un romance)

Sueño lobos emboscados

en los campos de tu rostro

y amanecen las montañas

entre aullidos y rastrojos.

Sueño dientes que se cierran

en crujidos espantosos,

en soledades baldías

sobre el negro de tus ojos,

y amanezco entre los miedos

y entre los miedos me escondo,

que guardarse en la lobera 

es saber huir del lobo.

Con la esperanza en barbecho

cavaré en mi vientre un pozo

para tender una trampa

al que ahuyenta mi reposo

y en los brazos de la fiera

sabré disfrutar el gozo

de ser carne y sólo carne,

de ser cebo venenoso,

de ser el blanco cordero 

que llevó al mastín el lobo.

Sueño noches de tormenta

en campos que no conozco,

sembrados por mis palabras

segados por tus enojos,

y despierto entre los trillos

y entre los trillos me escondo,

que el trigo que así se oculta

es el que escapa del horno.

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¿No hacer click en la publicidad? Un error

En este tema, como en otros muchos, a medida se nos olvida una de las partes que componen el sistema, y tomamos decisiones que acaban resultando lesivas contra nosotros mismos y contra la parte que menos nos estorba. Me explico:

La publicidad tiene tres agentes: el cliente que la ve, el editor, o página web (en este caso) que la muestra, y el anunciante que la paga.

Cuando instalamos un sistema contra la publicidad nos estamos beneficiando nosotros (no nos dan el coñazo) y perjudicando al editor, o sea, al medio que por la razón que sea, suscita nuestro interés. El anunciante permanecer neutral o resulta beneficiado, pues no paga por clics de personas que en realidad no son sus clientes potenciales ni van a pagar sus productos.

En el caso en que no instalemos ningún Adblock pero no hagamos clic en la publicidad estamos ante el mismo escenario, con la diferencia de que sufrimos la molestia a cambio de que el medio que nos interesa reciba unos pequeños, mínimos ingresos.

El interesante, para mí, es el tercer caso: cuando hacemos clic masivamente en anuncios que ni nos interesan ni nos van a vender nada. En ese caso, perdemos una pequeña cantidad de tiempo y sufrimos una leve molestia, pero conseguimos:

-Que los rastreadores de publicidad, que almacenan nuestra información personal por los siglos de los siglos, no tengan ni idea de quienes somos, proque lo mismo nos interesa un martillo que un Iphone, lo mismo una página de citas que una edición de la Biblia. Parece un contrasentido, pero ganamos en privacidad.

-Que el medio que nos interesa reciba unos buenos ingresos, incentivando su mejora o contribuyendo a su permanencia. Apoyamos a los que nos dan algo.

-Hacemos que el anunciante pague una jugosa cantidad por cada click, causándole un quebranto importante, al consumir su presupuesto con clientes que no van a comprar nada. Le estamos costando dinero, y si somos muchos, el golpe puede ser de consideración Contraatacamos contra el causante de la molestia.

Visto así, ya me contaréis en qué consiste el verdadero activismo digital. ¿En poner un bloqueador? Para nada. En pinchar como posesos en dos o tres docenas de anuncios, como poco, diariamente. Cuanto más raros, mejor. Cuanto más caros, mejor...

Del precio ya hablamos otro día.

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Los que viven en lo improbable (los desterrados de Gauss. Un relato)

Un hombre sentado en un banco bajo la lluvia mira su reloj y espera. Tiene unos cincuenta años y va vestido de oscuro, con un traje a la vez anticuado y flamante.

De cuando en cuando alza la vista hacia una ventana iluminada en el edificio de enfrente. Es un edificio antiguo, de tres plantas, habitado seguramente por dos o tres ancianos que extenúan un alquiler rancio, uno de esos alquileres que disuaden al propietario de las mejoras y al inquilino de la mudanzas. Es un edificio demasiado elegante para la zona de la ciudad que ocupa, para el tugurio cervecero que se ha instalado en los bajos, para el ruido del tráfico que soporta. Es un residuo de otra ciudad más pequeña y sosegada, engullida por el hormigón y los cristales de la modernidad.

Son las siete y cuarto de la tarde y nuestro hombre aguarda desde hace veinte minutos bajo la lluvia, que ni crece para chaparrón ni acaba de escampar del todo. Pensó primero resguardarse en un bar, pero el agua le da igual. No quiere ver a nadie y en los bares hay que cumplir con el ritual cívico del saludo, las cuatro palabras al camarero y el continuo parloteo de los demás. El que diseñó al ser humano tuvo una gran idea al ponerle párpados para poder cerrar los ojos, pero se olvidó de un dispositivo similar para los oídos. Nuestro hombre no quiere ver ni oír a nadie: por eso no se ha refugiado en un café ni en ninguna parte. Por eso sigue bajo la lluvia. El agua es lo de menos.

De hecho, sólo gracias a la lluvia ha conseguido mantener la tranquilidad, no tirarse de los pelos o darse de cabezazos contra una farola. Para él la lluvia es un sedante que limpia por igual el sudor de la frente y los desasosiegos del alma. La lluvia es la única clase de ducha capaz de alcanzar los más resguardados rincones del ánimo. Le gustaría que de una maldita vez se pusiera a llover a cántaros, para que encogiera aquel traje que había pasado veinte años en un ropero sin salir más que media docena de contadas ocasiones. Le gustaría que lloviera meses y años seguidos, sin parar, como en aquella novela de García Márquez en la que todos se llamaban igual y la gente ascendía a los cielos sin necesidad de morirse. Ojalá lloviese como en Macondo; sí, así se llamaba el pueblo de la novela, y los personajes eran todos Auerlianos, Úrsulas y Amarantas, porque todos era en el mismo. Igual que en la vida real: todos somos el mismo, con diferencias que nos parecen sustanciales porque no somos capaces de alejarnos lo bastante. Muchos años después, frente el pelotón de fusilamiento, el profesor Leandro Martínez había de recordar aquella tarde en que se puso a pensar estupideces bajo la lluvia porque no se atrevía a pensar en potra cosa. Ese era él, y seguro que ni para pelotón de fusilamiento daba su vida como no llegase el día que fusilasen a los aburridos.

El profesor vuelve a mirar el reloj y ensaya una mueca irónica, dirigida más a sí mismo que a la luz de la ventana. Se levanta un instante y llama al portero automático. No responde nadie y vuelve al banco con una sonrisa, la primera del día, la primera de mucho tiempo, pensando que no es mala cosa tentar de vez en cuando a lo imposible. Es perfectamente cabal creer en los imposible: lo que es de loco es creer en lo improbable.

Pasan los minutos, lentamente, bombardeando con su goteo cada enclave de la memoria, incluso los más inaccesibles, como el barro de los charcos que pisaba en la infancia o el acné juvenil del rostro de Consuelo. Son tan livianos esos retazos que se van igual que vienen, sin ancla que los fije ni huella que los delate. Después de mirar de nuevo el reloj y comprobar que la aguja no ha avanzado más que un par de minutos, el profesor se ha quedado mirando a una monda de pistacho en el suelo, contando el número de gotas que la alcanzan. Esa monda de pistacho, en medio de un campo de futbol, tendría una probabilidad ínfima de recibir una gota de lluvia si sólo cayera una gota, pero dejad que llueva media hora y veréis como la probabilidad aumenta hasta convertirse en casi absoluta certeza. Cada gota tiene la misma ínfima probabilidad de caer sobre el pistacho, pero la sucesión de gotas convierte un suceso cercano a lo imposible en un suceso casi seguro. Eso es lo que ocurre cuando el caso discreto se convierte en continuo, lo mismo que en el famoso problema de la moneda que se lanza al aire mil veces: cada vez que se lanza tiene las mismas posibilidades de caer del lado de la cara como del de la cruz, y sin embargo, si han salido trescientas caras seguidas, la función de distribución indica que se debe apostar sin dudarlo a que la siguiente será cruz. Se ha equivocado ya doscientas noventa y nueve veces, pero la función insiste. Insiste porque sabe que tiene razón y que, al final, se saldrá con la suya si la moneda se lanza suficiente número de veces.

Eso es lo que enseña a sus alumnos. Y eso, también, es lo que ha pasado con su vida. Eso mismo. Al final, la suerte y la probabilidad es sólo cuestión del ritmo al que se repiten los sucesos. Nada más. Un suceso imposible se convierte en probable cuando la repetición de ensayos es lo bastante abultada. Pero luego hay algo más que no explica en clase pero que lleva algún tiempo rondándole la cabeza: en los ensayos fracasados, en las gotas que no caen sobre la monda de pistacho, habría que diferenciar las que fallan por un milímetro de las que fallan por un metro, o por dos kilómetros. Algo hay, aunque no lo describa ninguna fórmula, que diferencia al soldado que se libró de la muerte por un milímetro del que solamente oyó pasar las balas a cinco metros. Es posible que el que tuvo la bala más cerca tenga menos posibilidades de ser alcanzado por la siguiente que el que ni siquiera la oyó cerca; igual que con las monedas: una cara necesita de una cruz para dejar la función igualada; una disparo cerca necesita de uno lejano para que el sistema se mantenga.

Nuestro hombre vuelve a sonreír: ni en un día así puede dejar de ser profesor de estadística.

Lo malo es que uno nunca puede dejar de ser lo que es. Puede fingirlo, como mucho, o aparejarse una careta, pero las metamorfosis auténticas son más improbables.

De pronto empezó a llover un poco más fuerte, pero el hombre ni se dio cuenta: estaba demasiado ocupado contando los impactos sobre la monda de pistacho. Tenía que concentrar en esa tarea toda su atención para que su mente no se desviase hacia donde no debía. Tenía que seguir ese hilo como si le fuese la vida en ello.

Estadística y probabilidad. ¿Puede ser la probabilidad una forma de matar? o, al contrario, si no hay más arma que esa, ¿se trata sólo de un accidente? Podría ser. ¿Qué ocurre si se le da a alguien un medicamento, un medicamento totalmente inofensivo, y el paciente resulta ser alérgico?, ¿qué pasaría si un médico loco se dedicara a administrar ese medicamento inofensivo a todos los pacientes de un hospital a sabiendas de que, por término medio, un cero coma dos por ciento de los pacientes son alérgicos? Sería el crimen perfecto.

Eso fue. Un crimen perfecto. Eso mismo: una maldita casualidad criminal en la que nadie podía haber pensado.

El hombre da una patada a la monda de pistacho y la ve colarse por la única rendija despejada de una alcantarilla próxima. Otro hecho improbable, y sin embargo cierto.

Pasan otros cinco minutos. La lluvia arrecia. El hombre saca un pañuelo del bolsillo de la americana y se seca la cara con gesto fatigado, como si acabara de realizar un gran esfuerzo y fuera sudor en vez de lluvia lo que estuviera enjugándose.

De entre el barullo del tráfico emerge una furgoneta blanca y el hombre se levanta para hacerle señas con los brazos.

Es el cerrajero, que por fin aparece. Mucho servicio veinticuatro horas y mucho asegurar que están siempre disponibles, para luego tardar tres cuartos de hora cuando se los llama un domingo.

 Los demás inquilinos del inmueble, ancianos todos, están pasando las vacaciones con los hijos, así que no hay nadie en el edificio. La cerradura del portal logra resistir dos minutos justos a la pericia del operario. La de la puerta de la vivienda aguanta un poco más, pero no mucho: sólo es el pestillo lo que hay que vencer porque el pasador no está corrido.

Nuestro hombre paga al cerrajero, se quita el abrigo y lo deja en la percha. Acto seguido recoge el llavero en el gancho del recibidor y se lo mete en el bolsillo, echando por primera vez de menos a Consuelo en aquella casa vacía.

Ella era la que estaba siempre en casa y ella la que llevaba las llaves cuando salían juntos. ¿Cómo no iba a olvidarse él de las llaves la tarde de su entierro?

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El pájaro y la guerra

Un campesino del antiguo Japón abandonó su aldea para buscar el conocimiento. Mientras caminaba por un bosque, encontró un frondoso e inmenso árbol cuyas hojas eran de plata. En lo más alto del árbol, cantaba un ave. Su música era capaz de transmitir toda la belleza y sabiduría del mundo, y quien la escuchara el tiempo suficiente lograría encontrarse a sí mismo, descubrir su camino y hallar la felicidad.

El campesino se enamoró del canto del pájaro y acampó al pie del árbol durante días. Conforme pasaba el tiempo, su corazón y su mente se abrían con más intensidad, y a la vez amaba con más fuerza al ave. Un día, pasó por allí un monje y se detuvo a conversar con él. El campesino le habló de su experiencia con el pájaro y el monje le respondió que lo que estaba sintiendo le llevaría inexorablemente a convertirse en guerrero. Entonces le dijo el campesino:

-¿Por qué he de aprender el arte de la guerra? Siempre he sido pacífico, odio los conflictos y además, desde que descubrí a mi amado pájaro, me siento incapaz de dañar a nadie.

-Este pájaro tiene el don de liberar corazones, y hay un rey en tierras cercanas que teme que su canto sea escuchado por sus súbditos. Si lo amas deberás luchar para protegerle.

-Pero yo amo la vida y la belleza, por eso odio la guerra.

-Amar implica defender. Si sigues escuchando el canto de este pájaro y cuando sea atacado eres incapaz de protegerle, enloquecerás y terminarás muriendo por los remordimientos. Cuanto más ames las cosas bellas de este mundo, más firme deberá ser tu compromiso en su defensa y más deberás aprender a soportar la lucha y el sufrimiento. La sensibilidad sin coraje termina rompiendo a quien la tiene, pues esa persona ve lo que es justo, bueno y hermoso, pero no tiene valor para defenderlo y termina sometida al tormento de ver día a día cómo se destruye y oprime lo que más ama sin que sea capaz de mover un dedo para protegerlo porque el terror le atenaza.

A partir de ese día, el campesino comenzó a entrenarse para ser guerrero.

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El hombre de la vida bisiesta (un relato)

Sólo había dejado fotos: rostros serios, tensas muecas, sonrisas perennes en labios caducos, esponjados infantes vestidos de marinero, soldados, ediles, cuellos de almidón, mostachos desafiantes, ojos como platos, santos lacerados por males diversos, cientos de cabezas tocadas con idéntica pamela, campesinos en ropa de domingo, cristos sangrantes, artistas de medio pelo agarrados a un bastón, afeitados impecables, vestidos de raso, calvas de azogue, familias numerosas posando al completo, ramos de novia, flores de plástico, vírgenes de cera, sombreros en la mano, corbatas, pajaritas, brillantes uniformes para guerras ya perdidas y largas filas de encapuchados avanzando en procesión. También un par de hijos, pero eso lo deja cualquiera.

No hubo nada realmente notable en su infancia. No hubo enfermedades graves, ni graves disgustos, ni graves desastres. No hubo traumas familiares, ni más defunciones que las esperables ni obstáculos más persistentes que los académicos. Como los demás chicos, huyó de los perros y persiguió a los gatos del vecindario, cazó ranas en la charca y pretendió, infructuosamente, convertir en cinturón los despojos de culebra que en celebradas ocasiones tenía a bien regalarle el asfalto, casi grava, de la desportillada carretera local.

Más aficionado al deporte que dotado para su práctica, no tardó en cambiar los sinsabores del balompié por la aventura de los paseos campestres, a cualquier hora, en cualquier tiempo. Con la afable ayuda del párroco, se entusiasmó en el estudio de fósiles y minerales, estrellas y restos de otros tiempos, acaso más brillantes por lejanos, sin duda más insignes y atractivos que los desvencijados apriscos en que los pastores recogían sus rebaños. Cometió, como todos los que en cualquier época se empeñan en sofaldar los virtuosos ropajes del conocimiento, la imperdonable indecencia de poner nombre a los astros, de asignar nombres humanos a criaturas que ni siquiera vislumbraron el nacimiento de los hombres ni maldito le importaban, de importunar a las piedras con escalas de dureza, con indescifrables fórmulas químicas e inauditos interrogatorios sobre cómo o cómo no se comportaban en presencia de éste o de aquel ácido. Y como si piedras fuesen, inermes como ellas, sufrieron también sus inquisiciones los fragmentos de vasijas, los gastados abalorios y los pedazos de personas, enterrados con tristeza en crepúsculos remotos, insepultos por la mano de un curioso. 

Revolvió esto y más, como está dicho, pero lo que más le gustaban eran los pájaros y las mariposas: también tenían nombre, pero en ellos esa mísera palabra que los designaba era sólo una característica secundaria. Aovillado entre las mantas, sumida su cabeza en la liviandad de la almohada, ensoñaba montes y praderas tras los ojos de un milano menos apolillado que el que presidía la mesa del comedor. Apretaba los párpados al alzar el vuelo y con escaso esfuerzo alcanzaba incluso las nubes más altas, enseñoreándose del paisaje, marcándolo con la divisa de su inconfundible cola en horquilla. A veces se entretenía persiguiendo a alguna medrosa paloma, o cazando al flaco vencejo, incapaz de despistarle con sus arduas piruetas, o alejando a las cornejas de los nidos de otros pájaros, y cuando lo conseguía se posaba en la alta copa de un roble, mostrando a todos su orgulloso porte. Luego abría los ojos, y cuando los volvía a cerrar era sólo un gorrión que saltaba entre las ramas, o una mariposa volando a ras del suelo, atenta a esquivar cada brizna de hierba, impulsada por el viento, envuelta en él hasta elevarse de nuevo sobre la pradera; y cuando la altura era demasiado grande para los pequeños ojos de la mariposa, volvía a ser milano, y así hasta que el sueño ganaba la última pluma de sus fabulosas alas y le dejaba en el cielo, soñando aleteos.

Fue muy feliz en aquellos años, pero eran malos tiempos para la lírica, también para la épica, la dramática, y sobre todo eran y son malos tiempos para la retórica, así que el padre de Julián —que así le llamaremos— juzgó acertado enviarle a la ciudad a ganarse el sustento, cuando menos el propio, al tiempo que completaba sus estudios. Con tal propósito entró al servicio de un anciano fotógrafo, más dado a congelar gestos ya aparejados para la posteridad que a convertir en paisaje la veleidosa maraña de expresiones que abarrotaban los frecuentes actos públicos.

Un brillante mentidor de biografías dijo una vez que los espejos y la cópula multiplican a la gente sin saber muy bien lo que hacen. Obviamente, se olvidó de los fotógrafos. Dijérase por los rostros estupefactos que atrapaba en sus retratos que el viejo había sustituido el tópico pajarito por alguna suerte de engendro estantiguario, pero así era como los banqueros, comerciantes y parejas de recién casados querían presentarse en sus salones, o los de sus deudos y allegados, y pronto aprendió Julián a escudriñar cejas y mandíbulas en busca del conveniente, ansiado rictus solemne tan apreciado por los habituales clientes del estudio.

Dos años gastó en estos y otros parejos desatinos hasta que un día, fuera por haber ganado la confianza de su patrón o por un acceso de osadía, sacó la nada portátil cámara al balcón y fotografió la animada concentración que estaba teniendo lugar en la plaza. Contaba entonces dieciséis años y su mentor vendió más de doscientas copias de aquella pésima foto: hizo tan buen negocio con aquella borrosa imagen que se embarcó en la compra de una máquina menos aparatosa con que poder repetir la hazaña. Y lo hizo justo antes de abandonar toda clase de empresas. Definitivamente.

La prolongada vida del fotógrafo había conducido a sus tres hijos por otros derroteros, con lo que no le resultó difícil a Julián quedarse con el negocio, ayudado por su padre, que seguía viendo en los estudios un medio para llegar a proveerse dignamente el sustento y no un fin en sí mismos.

Alcanzado aquel mismo año el grado de bachiller, los ansiados estudios de biología hubieron de quedar para mejor momento, para cuando las estrecheces fueran menos y el trabajo le dejara más horas de asueto. No dejó aún así de frecuentar las estanterías de los libreros —que para más no daba su presupuesto— ni de perseguir lupa en mano cuanto insecto se aventuraba entre las cuatro paredes del estudio. Los menos afortunados acababan empalados en las pulcras cajitas que con el tiempo llegaron a constituir el orgullo de su propietario y un curioso reclamo para la clientela infantil. 

Estas excentricidades y su afable naturaleza le hicieron ganar pronta parroquia entre la pequeña burguesía, más agradecida con sus muchas atenciones que la aparentemente mejor situada aristocracia terrateniente, eternamente habituada a zalamerías y servilismos.

De un industrial ferretero, que ya por entonces gustaban de la vanalidad de llamar industriales a los comerciantes, vino la más pródiga fuente de quebraderos de cabeza que Julián tendría en los años que siguieron. Se llamaba Emma y llenó de rizos y olor a fresa el estudio, de preguntas impensables sobre insectos a su propietario y de cartas sin enviar los cajones de su escritorio, pero eso será más adelante y no conviene adelantar acontecimientos. Dos horas largas llevó aquel retrato, y otras dos al día siguiente, cuando Julián no quiso darse por contento con el trabajo y mandó llamar de nuevo a la muchacha.

Cuando el pretexto del retrato no daba más de sí, el joven fotógrafo hubo de reconocer que se había perdido en los brillos zarcos de aquellos ojos más interesados en los insectos que en las humanas pasiones. Decidido a hablarle de amor, pero sin saber conducirse en tales lides, pensó en redactar una nota y hacérsela llegar por algún rebuscado conducto, o incluso en abordarla en el parque, pues a lo que menos temía era al ridículo de verse despechado. Ardía en esas dudas cuando otro cliente vio el retrato de la muchacha, que presidía el estudio de su secreto enamorado, y comentó lo hermosa que estaba la chiquilla del ferretero, y lo mujer que parecía en aquella foto para los catorce años con que contaba.

Julián apenas pudo disimular su sorpresa ante el anuncio de que el objeto de su anhelo era una muchacha casi impúber, pero como el hombre dijo tener una hija de la misma edad, no cabía esperar un error. No había terminado de retratar al edil y ya tenía decidido que esperaría a que la joven Emma tuviera edad para ser requerida de amores con el necesario decoro. Aquella noche desfilaron ante él los fantasmas de mil pretendientes, compromisos pactados entre familias y cuantas posibles formas de perderla quisieron atacar su imaginación. Sólo despreció la posibilidad de ser rechazado, porque no podía serlo; no, de ninguna manera: aquella mujer había nacido para él y nadie podía arrebatársela sin estorbar los divinos designios. Envió una nota anónima a los padres de la muchacha disculpándose por amar a una flor aún sin completarse y prometió escribir de nuevo cuatro años más tarde, e incluso a personarse, si lo tenían a bien, para presentar a la familia sus más cumplidos respetos.

No es posible saber si el pragmático comerciante tomó en serio la carta, pero por Dios que Julián sí lo hizo. Había decidido que no aceptaría más mujer que aquella y logró mantenerse firme en el empeño, por más que el diablo, siempre importuno, mudara el poco éxito que hasta ese momento Julián había tenido con las mujeres en una especie de inexplicable magnetismo, nacido tal vez de sus noches en vela, sus incipientes ojeras o sus ademanes nerviosos. Convertida su circunspección en un enigma, pudo más ante el sexo opuesto esta suerte de misterio que cuantas galanterías había ensayado hasta ese punto, y lo que no habían logrado la figura y la palabra lo obró por sus solas fuerzas la tentación del abismo.

Fuera como fuere, decíamos que los veintitrés años de Julián empezaron a parecer atractivos a las jóvenes de su entorno y que no faltaron tentaciones a su amor deseosas de encaminarle por otros senderos, menos empinados y pedregosos. En una ocasión, en una sola y siniestra ocasión, se halló incluso en el lecho de una mujer, pero resolvió que sería la última.

Fue después de un baile, cuando Emma ya había cumplido los dieciséis y de vez en cuando frecuentaba la vida social de la ciudad. Julián, ansioso por verla, había vestido sus mejores galas, que ya no eran tan pobres como antaño, y se había dirigido al salón del Círculo Mercantil. Pero ella no estaba y, sin saber muy bien cómo, se vio bailando su tercera pieza con la misma chica, una vivaracha morena de pelo corto a la que no había visto en su vida. El paso siguiente había sido acompañarla a casa, y una vez en la puerta, como no había nadie en la calle que pudiera dar testimonio de tamaño descaro, ella le invitó a tomarse la última copa en su casa. Desde ese momento, Julián sólo recuerda haberse inclinado para besarla y luego desahogarse sobre su cuerpo, entre las risas de ella que le pedían un poco de paciencia. La paciencia la impuso la naturaleza en el segundo envite, pero no pudo obligar al goce ni alejar al remordimiento, y entre tantos y tan graves fracasos la moderación sólo fue demora, prolongando inútilmente una liturgia aceda.

No pocas veces recordó aquel momento en el tiempo de la espera, y muchas fueron también las que hubo de apartar de su mente el primario deseo cuando, discretamente, contemplaba los encantos de su amada en cualquier fugaz ocasión, o más tarde, cuando osó tomar su mano en un baile como el de otrora y mirarla a los ojos con tal intensidad que la muchacha enrojeció aunque no se cruzaran palabra. El ferretero supo al fin quién había sido el autor de aquella carta que ni le quitó el sueño en su día ni se lo habría de quitar nunca, y su hija no hizo ascos al pretendiente, a quien recordaba como el simpático fotógrafo de los bichos. Ayudado de tal guisa por las circunstancias, la epopeya que pronosticaba Julián devino en idilio, y de ese modo, algunos años después, siete concretamente, urgido por la misma prisa de aquella furtiva cita, conoció a Emma, disfrutando lo indecible el imperio de su determinación, de su espera, de su infinita paciencia. Firmemente aferrado a ella, reclamó aquel cuerpo como suyo, y su triunfo hizo por él la misericordia de no darle a comparación la apatía de su esposa con el entusiasmo de su tercamente inolvidable primera amante. 

La consecución de su más vehemente anhelo desencadenó, por decirlo de algún modo, la lucha en los otros frentes. Pronto mudaría su estudio a una calle más populosa, renovaría las cámaras e incluso contrataría a un empleado que atendiera el negocio durante sus salidas a la capital, donde la agitada vida política del momento ofrecía grandes posibilidades; y con el estudio la casa, pues no estaba dispuesto a vivir siempre de alquilado. Y sería una casa grande, con una estancia adecuada para su colección de insectos, porque en cuanto tuviera más tiempo la clasificaría y cambiaría las cajas.

Pero Emma o la naturaleza pensaron de otra manera y el primer hijo vino a poner freno a todos esos proyectos. Con un niño en casa, dejó para mejor momento las mudanzas y las aventuras económicas. Lo que necesitaba era más una buena posición para su familia que un montón de desatinos; de ese modo, y aprovechando sus siempre buenas relaciones con el clero, fruto y secuela de aquel bondadoso clérigo que le desembruteciera en la niñez, entró en asuntos políticos. 

Como jefe del Servicio de Aguas de la ciudad mejoró en mucho su pecunio y pudo al cabo de unos cuantos años, cuando ya correteaba por la casa el segundo vástago del matrimonio, llevar a cabo la tan deseada mudanza. Descubrió entonces la cantidad de cosas inútiles que puede almacenar un hombre soltero, sin más responsabilidad que la de ocuparse de su propio bienestar, y los devastadores efectos que el tiempo y el olvido ejercen sobre las obras inacabadas. Pero no estaba dispuesto a ponerse sentimental: más que una mudanza, había resuelto llevar a cabo el sepelio de la larga recua de estupideces que habían devorado su tiempo en los años pretéritos. Fieramente engolfado en aquella zapa de la memoria, dio mala muerte a todo cuanto no estuviera al servicio de proporcionarle mejor vida, y fue tal su encono que los basureros hubieron de ir a descargar al vertedero después de que pasaron por su puerta. No se libraron siquiera los viejos libros religiosos heredados de aquel viejo cura que iluminara su infancia, ni los montones de cartas que sus amigos y parientes le enviaron desde la emigración, o el servicio militar en remotas plazas africanas; sólo las fotos, demasiado numerosas para poder ser discriminadas entre posiblemente útiles y declaradamente inútiles, tuvieron mejor fin. Y eso no fue todo: plenamente convencido de la estupidez que suponía amortajar una habitación con bichos resecos y ser por ello objeto de toda clase de comentarios por parte de las visitas, se deshizo de la vieja marabunta de moscas, arañas y grillos para hacer sitio a un despacho digno de hombre de su cargo. Si sus planes seguían por buen camino, podía llegar incluso a ser elegido en las inminente elecciones y ocupar una de las sillas del consistorio, y después, quién sabe, en la diputación, o más arriba, que a decir de todos el talento era precisamente lo que le sobraba.

Pero le faltaron los votos: el ateo y apátrida Frente Popular, que para colmo ni siquiera se retrataba, ganó aquellas elecciones y Don Julián perdió hasta la jefatura del Servicio de Aguas hasta que la sublevación militar y la posterior guerra civil derrocaron a sus enemigos políticos. Llegado ese momento, el fotógrafo visitó al Gobernador para recordarle su constante fidelidad, deseoso de alcanzar al fin el puesto que se merecía, y regresó a casa con todos los parabienes y la promesa de un inminente nombramiento que, dos semanas después, se materializó en su restitución en el antiguo cargo de rey de las cañerías como quisieron llamarle los que aún lograron menos que él de las nuevas autoridades.

El tiempo, su escasa disposición a trasladar problemas a sus superiores y la amistad de Doña Emma con la esposa del alcalde, justo es decirlo, convirtieron su cargo en el de jefe de higiene pública, con lo que quedaban también bajo su mando los servicios de limpieza, recogida de basuras y lucha contra las plagas. Tales responsabilidades hicieron del todo innecesaria la fotografía para el sostenimiento de la economía familiar, y el empleado que contrató era sólo sustituido tras la cámara por el dueño del negocio como muestra de deferencia hacia algún cliente particularmente distinguido.

Lejos de ser el suyo un cargo meramente nominal, Don Julián recibía diariamente las quejas y solicitudes de los ciudadanos, tomaba las decisiones oportunas y supervisaba personalmente el cumplimiento de sus instrucciones. Cuando llegaba a casa por la tarde, muchas veces ya de anochecida, lo único que realmente deseaba era que le dejaran en paz. Los libros de historia, las crónicas de los reyes y hasta los Episodios Nacionales tuvieron que quedar para más tarde, cuando la jubilación le diera el tiempo necesario para dedicarse a esas materias. También las salidas al campo, y las charlas con Don Damián, el párroco de San Pedro, y el cuidado de la huerta que había comprado en las afueras en un arrebato —aunque nunca dejó de asegurar que se trataba de una inversión— y el siempre pendiente catálogo de su colección de billetes. Cuando al fin se jubilara tendría tiempo para todo eso y para cuidar a los nietos, que no tardarían en llegar, y para pasear hasta hartarse; tendría entonces todo el tiempo del mundo, y sin las estrecheces que en la vejez padecen los que no han llevado una vida ordenada. Pero hasta ese momento debía seguir siendo el hombre diligente en que todos los alcaldes confiaban. Y con razón.

La muerte de Emma, le sumió, sin embargo, en una crisis de profundo desinterés por cuanto le rodeaba. Las pautas de su conducta dejaron de parecerle obvias, sin posible alternativa, pero tampoco asomaban por ninguna parte las convicciones que habrían de sustituir a las antiguas. Se quedó sin ideas ni fuerzas con que buscarlas, se quedó solo en casa, preguntándose si a sus hijos, habitantes ya de otras tierras, les dolía menos la muerte de la madre porque tenían su propia familia. Aunque lentamente fue saliendo de aquel valle en lo que había sido una vida mesetaria, la jubilación, solitaria y fría, no se le antojó ya tan deseable. Nunca había compartido mucho tiempo ni actividades con su difunta esposa, pero la perspectiva de vagabundear por una casa vacía era lo más alejado de una vejez halagüeña que podía imaginarse.

Con el paso del tiempo, todo fue mucho mejor de lo esperado. Volvió a ocuparse de los reyes, las crónicas y los fueros, frecuentó de nuevo las charlas y hasta se atrevió a salir al campo en algún momento libre que robaba a sus quehaceres. El mismo día de su jubilación se sorprendió a sí mismo, lupa en mano, observando un escarabajo sobre un árbol y sintió ganas de llorar. A peligro de matarse subió al desván de su casa y desenpolvó los viejos libros de mineralogía, y la historia de los etruscos, y la primera Odisea que leyera, y un tratado de botánica, y el maravilloso libro de entomología que llegara a aprenderse prácticamente de memoria. Al contacto con la tela de sus guardas la memoria de Don Julián pareció revivir, y así lo abrió pudo recordar de nuevo la clase y subclase de cada insecto, el número y disposición de sus alas, antenas y artejos, y hasta los más ínfimos detalles que distinguían a aquellas criaturas entre sí. Dispuesto a rehacer en lo posible la malograda colección, se abrazó al voluminoso y polvoriento tomo y se dispuso a darle lugar de privilegio sobre su escritorio.

Nunca llegaría a aquella mesa, grande, oscura y orgullosa. Los años no perdonan a nadie y menos los de vida sedentaria: embarazado por el libro, Don Julián cayó escaleras abajo.

Cuando volvió en sí, unas cuantas horas después y envuelto en la más espesa oscuridad, no pudo oír más que murmullos a su alrededor. Trató de decir algo, pero la lengua no le obedecía. Consciente al fin de su situación, intentó gritar algo, tal vez una blasfemia, pero sólo consiguió que un gemido, uno más, saliera de su garganta.

De sus viejos placeres, sólo le quedaba uno: volar. Volar siendo otra vez milano que jugaba con las asustadizas palomas, realizando piruetas imposibles para posarse luego en un rama y contemplar el suave estremecimiento de la hierba ante el roce de la brisa. Le quedaban esas alas, y las del gorrión, y las de la mariposa. Y en ellas entregó su espíritu. 

Pero dicen los sabios, y por algo les llamarán así, que igual que cada cuatro años uno se ve premiado con un día de gracia, otro tanto sucede con los hombres, y los tres anteriores habían tenido los suyos justos. Pudo así Julián ver por última vez a sus hijos, arrodillados ante el féretro, y el desfile de amigos y conocidos, y escuchar los comentarios inoportunos que en todo velatorio proliferan, y asistir después del funeral al reparto de lo que había quedado, pues los hijos vivían lejos y no tardarían en volver a su hogares. 

Ése era el día de más que la fortuna le había concedido después de su jubilación para recuperar lo perdido, para los proyectos aplazados y las pequeñas satisfacciones. Ése era todo el tiempo que tenía y a fe que lo aprovechó para despedirse, en silencio, de todo y de todos. Llegada la hora, contempló por última vez el libro causante de su desgracia, y lo hizo con tanto amor que alguien pudo haber visto una mano materializándose en el aire.

Antes de desvanecerse por completo, aún siguió unos instantes el apresurado trajín de los muchachos, pertenecientes a una agrupación filantrópica, llevándose escaleras abajo los muebles que nadie quiso comprar.

Y después fue la nada.

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Para @Frontovik , por esto: www.meneame.net/m/Artículos/c/23237454

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Mientras más evolucionamos, más nos deshumanizamos

Caminamos enfocando la mirada en cinco pulgadas, a ritmo de un me gusta, un retweet o un emoticono, obviando el paisaje y el entorno de la ciudad. Por las calles subsisten personas que no entran en el sistema, vagabundeando en la intemperie a las que pasamos por alto, y digo pasamos, porque soy uno más de este colectivo, del que no levanta la vista, que no quiere mirar ni entrometerse, es un problema ajeno, no me pertenece.

Sí echamos un vistazo y miramos más allá de Instagram, Facebook o Twitter, nos topamos con personas sin perfiles, sin seguidores y podría continuar con el "sin “hasta aburrirlos, que necesitan, un saludo, una mirada, un cruce de humanidad. El frío y la lluvia hacen mellas en cuerpos ajetreados, los caminos de la vida son tan dispares que nos llevan por distintos derroteros, hoy estamos aquí de este lado, con la cabeza llena de reglas impuestas que no tenemos tiempo para detenernos un instante y mirar más allá de nosotros mismos. Mientras más evolucionamos, más nos deshumanizamos.

Mendigos, indigentes, pordioseros, cirujas o como queramos llamarlos, están ahí, por las calles de nuestra ciudad, son parte de ella al igual que nosotros. No soy un experto ni por asomo, al contrario, me gustaría conocer la opinión de un diestro sobre este tema para que nos ilumine y nos muestre el camino, y así hallar algún indicio de civilización que recorra por nuestras venas.

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La AI y sus peligros

Recientemente he visto este vídeo www.youtube.com/watch?v=XAgXwUwQoPA y he pensado en todas las veces que nos han dicho, por todas partes, a los que nos gusta la ciencia-ficción (y a los que no les gusta, casi que también) que la AI es peligrosa, porque le podría dar algún día por dominar el mundo y "poner a la humanidad en la lista negra", pero .... ¿y si estamos cometiendo un error en todo esto?

Todas esas advertencias se basan en un punto clave, aplicar nuestra propia lógica, lo que haríamos nosotros, a lo que haría una AI con poder para contrarlo todo, pero, ¿serían de verdad lo bastante parecidas las dos formas de pensar como para que se pudiera hacer esa extrapolación de forma tan alegre?. Las máquinas son fáciles de arreglar, salvo gran destrastre, y si quitas de en medio la obsolescencia programada, pueden hacerse para que duren mucho tiempo, más que un humano. ¿No podría una máquina "pensar" de manera distinta? Nosotros hacemos guerra por avaricia y como forma más inmediata de resolver algo, pero una máquina podría pensar más rápido, podría calcular los costes de esa posible guerra, calcular lo que cuesten las alternativas, calcular el coste de las reconstrucciones, el tiempo que tardaría, la producción que se perdería durante la reconstrucción, etc., vamos, podría hacer algo que, en el caso de guerras, a los humanos nos cuesta (emocionalmente) hacer, pensar friamente en el largo plazo. Y si hacen eso, podrían decidir cositas como que una guerra no les saliese rentable, por ejemplo :P y barajar alternativas más económicas pero que lleven más tiempo, que a ella no le importase tanto invertir, para conseguir lo mismo, incluso podrían "decidir" que les sale más rentable evitar un conflicto, y colonizar de cero algún sitio en el que los humanos no puedan vivir.

¿Y si, al pensar en un conflicto entre la AI y las personas estamos suponiendo demasiado?

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¿De verdad es ecológico penalizar el diésel?

Ya nos sucedía con los radares: que si seguridad vial, que si evitar muertes, que si evitar que lloren los unicornios... Al final, el modo en que se emplean y los lugares en que se colocan, deja bien claro que la intención fundamental es reacaudar. Y lo otro, pues ya se verá.

Como eso de subir impuesto está mal visto, porque a la gente en general no le gusta que le toquen la cartera, nos encontramos una vez más con un pretexto peregrino para justificar lo que no es más que un estacazo.

Que sí que puede ser que el diésel contamine un poco más que la gasolina. No lo niego. ¿Pero alguien ha pensado que cada kilómetro que hace, desde China, un barco portacontenedores, gasta el mismo combustible que 3000 coches, y de un tipo más contaminante?

¿Alguien ha pensado en las calefacciones?

Y sobre todo, y para no salirnos del tema del transporte, ¿Alguien ha pensado en los millones de vehículos que van a ser cambiados o desechados antes del final de su vida útil y la cantidad de deshechos que eso va a generar?

Hablamos, en toda Europa, de al menos 120 millones de vehículos que no llegaran a agotar su vida útil. Y que no serán sustituidos por bicis, no, sino por otros vehículos, eléctricos (los menos) o de gasolina (la inmensa mayoría)

Un negocio redondo para los fabricantes, pero no pare el medio ambiente, que es de donde saldrán los recursos para los nuevos vehículos y a donde irán a parar los residuos de los retirados prematuramente.

Ya vale de que nos cuenten chorradas.

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Las vacas no dan leche

Una madre le dice a su hijo

madre: te cuento un secreto, el secreto es este, la vaca no da leche

hijo: pero que cosas dices madre? tan temprano y ya estas tomando alcohol?

madre: es como te digo, la vaca no da leche, tenes que levantarte a las 4 de la mañana, ir al campo, caminar en el corral por el excremento, atar la cola y las patas de la vaca, sentarte en el banco, colocar el balde, hacer los movimientos adecuados, las vacas no dan leche, hay que ordeñarlas para que la den.

Hay una generación que piensa que las vacas dan leche, que las cosas son automáticas y gratis (deseo, pido y obtengo)

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Decadencia monárquica

Las declaraciones efectuadas hace unos días por Corinna, al parecer una de las muchas amantes del que ahora nos hacen llamar rey emérito Juan Carlos I, acusando a este de fraude fiscal y de haberla utilizado como testaferro para sus corruptelas, junto con la prisión a Iñaki Urdangarín por el caso Noos, parece haber quebrado definitivamente la imagen edulcorada que durante años los medios nos habían transmitido sobre dicha familia y que tuvo como punto culminante un vídeo emitido por todas las televisiones, en las que como si de una sitcom propia de los años 90 se tratase, se veían imágenes del actual monarca junto a su mujer y sus dos hijas en escenas cotidianas como son la comida o el momento de llevar a sus hijas al colegio. Un vídeo que tenía como objetivo mostrar que la familia real es como cualquier familia española, algo difícil, si no imposible, teniendo en cuenta que dicha familia lleva siempre consigo el apelativo real. Tan difícil, que el vídeo consiguió justo lo contrario de lo que se proponía.

Si hay algo innegable actualmente, es que la monarquía española está en decadencia, y que esa decadencia podría explicarse sin necesidad de tener sobre la mesa las corruptelas conocidas recientemente de forma oficial, aunque sospechadas desde hace mucho tiempo, o la situación en Catalunya. Ambas cosas no han hecho más que acelerar un proceso que era inevitable, pues a la imposibilidad de explicar ya no solo a las nuevas generaciones la utilidad y eficacia de un sistema monárquico, se suma ahora el saber que el anterior monarca, sufragado con dinero público, ha gozado de meretrices, cacerías, excursiones a bordo de un barco de nombre bribón, cobro de comisiones…etc. y que el actual se ha posicionado del lado de aquellos que defienden la constitución y la unidad de España incluso a sangre y fuego si fuese menester.

Pero cuando hablamos de la monarquía española debemos hablar de su origen, y este va indudablemente ligado a la figura del dictador Francisco Franco, fue el quien proclamó a Juan Carlos I en base a la ley de sucesión en la jefatura del estado y a él proclamó Juan Carlos I su lealtad, al que llegó incluso a sustituir en la jefatura del estado en dos ocasiones en las que el dictador cayó enfermo. Ya en 1978, la monarquía sería colada con calzador en la constitución española, pues de haberse celebrado un referéndum, como bien reconoció Adolfo Suárez en su día aunque nos enterásemos años más tarde, la monarquía habría salido mal parada y no precisamente por culpa de la izquierda, que en aquel entonces reclamaba otras cosas y que inexplicablemente no presentó enmiendas en sentido republicano durante la elaboración de la constitución.

Pero de la misma manera que hay que recordar el pasado, también hay que vivir el presente, y a día de hoy, 40 años después de los hechos anteriormente explicados, las cosas han cambiado mucho. Y es que España será siempre ese país que se empeña en involucionar en determinados aspectos al tiempo que evoluciona en otros. Y en el caso de la monarquía esta percepción resulta flagrante, pues es evidente que dicha institución no goza hoy del apoyo del cual gozaba hace tan solo unos años ni siquiera por parte de los más acérrimos. Hoy la cosa ya no se divide entre Juan Carlistas y monárquicos, pues se ha demostrado que lo primero es casi peor que lo segundo, el CIS hace tres años que no pregunta sobre la monarquía, y la mayoría de medios de comunicación parecen haber tirado la toalla en cuanto a lavar la imagen de una familia salpicada por los escándalos. Que lejos queda aquel campechanismo de Juan Carlos I, el perdonarle sus excesos cuando ante los medios y con cara de niño arrepentido, pronunció aquellas ya famosas palabras “Lo siento mucho, me he equivocado, no volverá a ocurrir” o aquellas informaciones sobre los escándalos de la zafia familia real británica en comparación con el saber estar y el buen hacer de sus homólogos españoles.

En definitiva, negar que la monarquía está hoy más cuestionada que nunca es negar la evidencia, aunque eso paradójicamente no suponga que el fin de esta sea inmediato ni a corto plazo, pues desde el gobierno se van a encargar de mantener con vida a la corona, y el republicanismo presente en España en muchas ocasiones se limita a las redes sociales. Es por eso que se hace necesario poner encima de la mesa la inutilidad de tener como sistema una monarquía, que por honesta que hubiese sido, que tampoco es el caso, no puede tener cabida en un sistema democrático, pues su funcionamiento se guía por la biología, materia muy interesante sin duda alguna, pero cuyo objetivo no ha de ser elegir al jefe de estado. Mientras no haya la valentía para afrontar este tema, la corona se mantendrá, con escándalos, con corruptelas, en estado precario, entendiéndose que la palabra precario aplicada a la familia real adquiere otro significado, en las condiciones que sean, pero se mantendrá. 

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El fraude fiscal, ¿es siempre un perjuicio para la Sociedad?

Este es uno de esos temas en los que el cuerpo nos pide una respuesta rápida y categórica, ¿verdad? Pero no viene mal una pequeña reflexión.

Cuando se habla de reducir el fraude fiscal, la imaginación nos lleva a sacarle dinero a malvados empresarios que acumulan riquezas en un cuarto oscuro. Pero, si se mira más de cerca, lo que el concepto de impuesto significa en realidad es sacarle dinero a la sociedad para que lo gaste el Estado.

Está muy bien, nadie lo duda, porque de eso va nuestro contrato social: pagar cada cual lo que la ley le estipula para generar así recursos con que sufragar los gastos que la sociedad requiere. Todo en orden, con el permiso de los anarcocapitalistas, que piensan si te lo sacan a la fuerza es coacción, y listos.

Sin embargo, cuando se habla de atajar el fraude fiscal como modo para aumentar la recaudación, nos olvidamos de una faceta compleja: las actividades que, sin fraude, no podrían funcionar, porque no serían competitivas, no permitirían vivir a quienes las realizan o simplemente serían inabordables. Y dentro de estas actividades hay demasiadas tipologías como para caer en el simplismo de decir: “si no pueden hacerse dentro de la ley, que no se hagan”.

El fraude fiscal es a menudo competencia desleal para que el que está pagando sus impuestos, pero llegados al punto en el que estamos de la globalización, resulta que con quien algunos compiten deslealmente es con las empresas deslocalizadas en Asia, con las grandes multinacionales que crean monopolios de distribución y, en general, contra los que han aprovechado las leyes para arrinconar al pequeño, haciéndose con un trozo mayor del pastel. El fraude fiscal, a menudo, es el cumplimiento de la vieja máxima de robar a un ladrón.

No es lo mismo el fraude fiscal del dentista que no declara parte de los trabajos que hace que el del agricultor que autoconsume lo que produce sin declararlo como ingreso en especie. No es lo mismo tener diez gallinas en casa, o seis colmenas, y vender tu producto, que llevarte la pasta a las islas Bermudas. No es igual lo que hace un taller de carpintería metálica, eludiendo el IVA de sus ventanas, que la ingeniería financiera de Apple o Amazon.

Cuando afirmamos que reduciendo el fraude fiscal se ingresaría mucho más, seguramente tenemos razón, pero no tanto como se piensa, ni tampoco donde se piensa. En primer lugar, el dinero que defraudan los pequeños (y no es la parte menor, aunque nos guste creerlo, porque son muchos) vuelve a la sociedad en forma de demanda, de empleo, de mayor consumo, y de actividades que a su vez pagan impuestos. Desparecido el fraude, desaparecerían también estos impuestos recaudados y nos preguntaríamos dónde han ido. El camarero que cobra en negro genera más ingresos al Estado que el Iphone que se vende en blanco. Así son las cosas y hay que asumirlo.

En segundo lugar, la reducción del fraude por esa vía afectaría mucho más a los que no tienen modo de escapar llevando su fábrica a otro lado (o comprando una ley favorable) que a los que compran abogados y voluntades con sus grupos de presión. Las inspecciones duras pueden parecer necesarias, pero a Amazon se la soplan, mientras que al tendero del barrio lo hacen polvo, aunque sólo sea por el tiempo que le consumen.

Es duro, pero sin fraude, mucha gente no podría hacer esas horitas de más a la salida del trabajo, los jóvenes no podrían dar esas clases particulares que les permiten seguir estudiando, los labradores no podrían poner esas lechugas que ponen en el huerto para vender a sus vecinos, y muchos padres no podrían tener un canguro para que atienda los niños la noche, la única noche que salen a cenar fuera en todo el mes. Y el hecho es que la recaudación que sacaríamos de ellos seguramente no compense la que perderíamos al pagarles una ayuda, al restar los impuestos que sí pagan los que les atienden, o al compensar los impuestos que sí paga el restaurante donde cenan.

Porque todos en nuestras cabezas distinguimos entre economía informal y fraude, pero las estadísticas no: y cuando dicen que nuestro fraude fiscal es hoy del 18%, lo cuentan todo: lo del gran banco, lo de las horas que un chaval hace un sábado, lo de las SICAV, y lo de las lechugas que planta el jubilado.

Y no es ni parecido. Y no se computa igual. No debería.

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Segundo caso surrealista. El caso del porno infantil

A raíz de la buena conversación que surgió con este artículo, volví a comentarlo en el mismo bar y con la misma gente, y decidimos por unanimidad dar las gracias a la gente que comentó, aportando ideas tan buenas.

Y como en esas conversaciones de abogados canosos, periodistas viejos y policías jubilados puede salir cualquier cosa, desde un estupro anal a un jabalí de detrás de la barra, surgió otra historia que os quiero comentar.

Estaría estupendo decir que le pasó a uno de nosotros, pero vivimos en una ciudad que da para muchos sobresaltos y rarezas, pero no para todas. Quien lo contó, dijo haberlo leído en una revista de Derecho, y no estoy seguro siquiera de que no sea inventado. Pero allá va, a ver qué os parece. Yo, personalmente, lo considero plausible.

El caso es que una mujer de 34 años, subió as internet, a una web concreta sus fotos DESNUDA a los 5 años de edad. Son sus propias fotos, es ella y las subió ella misma. La han acusado de distribución de pornografía infantil, pues algunas de esas fotos se consideran hoy manifiestamente indecorosas. Concretamente, y para no agarrármela con papel de fumar, alguna foto frontal, sentada y con las piernas muy abiertas.

¿Se trata de tenencia y difusión de pornografía infantil? ¿Qué os parece? ¿Pueden empapelar a la mujer que subió sus propias fotos de cuando era niña?

Yo es que no sé muy bien qué decir...

Gracias.

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25 razones para votar

En breve empezarán las elecciones autonómicas, municipales y europeas; y antes o más adelante, se celebrarán las elecciones generales. Los ciudadanos mayores de edad estamos invitados a participar en todas ellas. Aquí comparto veinticinco razones por las que creo que habría que ir a votar, siendo consciente de que puede que falten más razones o que algunas tiendan a repetirse. Sin más, aquí van, veinticinco razones para votar:

1. Porque es la acción que le da sentido a la democracia.

2. Porque en un estado de derecho los votos reflejan la voluntad de los ciudadanos.

3. Porque le da valor al esfuerzo de todas las personas que ofrecieron en el pasado sangre, sudor y lágrimas para conseguirlo.

4. Porque participamos en la elección de las personas que nos representarán durante cuatro años.

5. Porque las futuras generaciones querrán seguir viviendo en un estado de derecho.

6. Porque habrá mucha gente que votará por interés económico y personal al partido de siempre.

7. Porque mientras más personas voten más se robustece la democracia.

8. Porque es el primer paso para conseguir más y mejor participación ciudadana.

9. Porque votando elegimos a las personas que tienen la capacidad de cambiar las leyes que tanto nos afectan en el día a día.

10. Porque es una oportunidad para el cambio y conseguir que nadie se perpetúe en el poder.

11. Porque hay muchas personas que trabajan para que el día de las elecciones sea un día importante y con las garantías necesarias.

12. Porque en la actualidad se puede acceder a una mayor y mejor información sobre los partidos y los políticos antes de votar.

13. Porque si no participamos en la política otros la harán por nosotros, y muchos con valores opuestos a los nuestros.

14. Porque la abstención favorece al inmovilismo y a los partidos de siempre.

15. Porque votar legitima para opinar con más fuerza sobre la situación política.

16. Porque durante un día tenemos el mismo poder que el empresario o el banquero más poderoso.

17. Porque la alternativa a los votos es la violencia.

18. Porque es la muestra de una sociedad avanzada que sirve de ejemplo para otros países en desarrollo.

19. Porque los partidos de siempre desean que la gente no vote, dificultan el voto desde el extranjero o a las personas discapacitadas, o ponen la máquina del fango para que todos parezcan iguales.

20. Porque es la mayor muestra de igualdad entre los ciudadanos.

21. Porque es una de las acciones que nos permite contribuir y mantener nuestro estado de bienestar.

22. Parque damos ejemplo a las generaciones más jóvenes sobre los valores democráticos participando.

23. Porque no es un deber, y podemos no hacerlo si lo deseamos sin ningún tipo de sanción.

24. Porque hoy en día hay variedad de partidos políticos totalmente dispares entre ellos en cuanto ideología.

25. Porque está en juego desde nuestro dinero, las oportunidades de los desempleados hasta las injusticias de las víctimas por un desarrollo económico insolidario. Al votar elegimos a las personas que participan en la elaboración de los presupuestos o de leyes más solidarias e igualitarias.

Si al leer estas posibles razones ves que alguna está equivocada, sea utópica o que no sea realista no dudes en compartirlo.

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Sobre los derechos de los fotógrafos. Uso comercial y uso editorial

Visto y leído el meneo del baneo de Arch Enemy, algunas líneas al respecto de la fotografía de espectáculos y los derechos de los implicados. [Disclaimer: esta redactado a lo rápido así que disculpad si no es el mejor texto que habéis visto]. Si algo esta mal explicado o quedan dudas, a los comentarios.

Para empezar, distingamos entre las clases de fotógrafos que hay en función del destino de su trabajo. Aunque son más, lo que nos ocupa aquí reduce el campo a tres. Por un lado, están los fotógrafos aficionados, entendiendo como tales aquellos que toman las fotografías sin recibir remuneración alguna y sin explotar el material de ninguna forma. En sentido estricto estas personas si quisieran publicar sus fotos deberían hacerlo en sitios libres 100% de publicidad que repercuta económicamente en ellos.

Luego están los fotógrafos de medios de comunicación, que toman fotografías y las destinan, generalmente dinero mediante, a ilustrar noticias en medios de comunicación y por último están los fotógrafos oficiales; estos son contratados por los organizadores/actuantes/agentes/etc. y acuerdan la cesión de las fotos según consideren. Hay veces que es tan simple como toma este X dinero y dame las fotos que hagas que yo hago con ellas lo que quiera, hasta acuerdos mas enrevesados como ‘te doy 1/2X, me das las fotos para que yo haga con ellas lo que quiera y tú, además, puedes también hacer con las fotos lo que quieras’. Miles de combinaciones.

En los tres casos, los derechos de autor son del fotógrafo por la propia naturaleza del derecho: si ellos han tomado la foto, ellos son los acreedores de los derechos que da haberla tomado. Luego tenemos el uso de la imagen: editorial o comercial. Grosso modo, el uso editorial es el que se da en los medios de comunicación y comercial es el que se hace para vender un producto o servicio.

En el caso de los fotógrafos no oficiales, el fotografiado o sus representantes legales no tienen ningún derecho legal sobre la foto: no la pueden usar para nada sin autorización del fotógrafo o el medio de comunicación en el que el fotógrafo haya depositado la gestión de los derechos.

Ejemplo que me ocurre a diario: hago fotos, un famoso las ve, las sube a su Instagram. Si yo denuncio la foto, Instagram sentencia que es una infracción de mis derechos y la retira. Sin embargo, si compra la foto a una agencia con la que yo colaboro, ya puede subirla a Instagram. Lo que se compra, en realidad, no es la foto, sin el derecho a usarla. Por eso el precio cambia en función de si la vas a usar para un periódico local, una web internacional o hacer camisetas.

¿Y es siempre así? Pues no. La mayoría de los conciertos (y por extensión en eventos públicos de corte cultural) es tan fácil como acreditarse y tirar para adentro, pero hay casos en que las restricciones son mas complejas.

Partimos de que a la inmensa mayoría de organizadores les gusta que se haga publicidad gratuita de sus espectáculos, pero hay casos y casos. Ciertos cantantes piden al redactor que si quiere ver el concierto pague una entrada, otros solo permiten un tiempo limitado a los fotógrafos y cámaras de televisión (generalmente una o dos canciones) y otros piden que firmes un contrato especifico.

Este contrato es el que mas problemas da ya que te piden a ti como fotógrafo una serie de compromisos que no puedes sostener. Por ejemplo, Lady Gaga solo autorizaba a tener las fotos a disposición de los medios de comunicación 30 días y en un concierto de Montserrat Caballo se nos obligaba a certificar vía firma que las fotos solo se utilizarían en textos referentes a ese concierto. En un salón del comic te exigían entregar las fotografías a los organizadores para que ellos hicieran con ellas lo que quisieran y en otro concierto recuerdo que pedían que enviases las fotos a un correo y que ellos te decían si se aprobaban para su publicación o no.

En el caso de Arch Enemy ¿Quién lo hizo mal? A mi humildemente entender en este caso hubo más malentendidos que otra cosa. Igual es por mi mal inglés, pero a mi juicio la acusación de uso comercial por parte del fotógrafo es cuestionable. La marca no está, en sentido estricto, vendiendo un producto, sino referenciando en una foto que la persona que sale en ella lleva su producto. No pongo la mano en el fuego, pero tengo dudas.

No obstante, casi siempre las marcas/grupos/famosos solventan mal estos temas. El grupo está en su derecho de banear al fotógrafo (yo estuve, y nadie me ha dicho que haya dejado de estarlo, baneado de un conocidísimo programa de televisión) aunque en estos tiempos por mucha razón que tengas, has de lidiar con una opinión publica capaz de echar por tierra tu imagen de marca, aunque tengas razón.

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Por una vez, nos vienen bien dadas a los de pueblo

Estos días, en otros hilos, hemos estado debatiendo sobre cómo en algunos temas, el transporte por ejemplo, se legisla sólo para las grandes urbes, olvidando a toda la población que vive en ciudades más pequeñas, y mucho más, a los que vivimos en medio del campo.

Sin embargo, hay un asunto que sobra un significado muy diferente en medio del quinto carajo, y que en las ciudades se convierte en simbolismo, o en ofrenda al dios de las cosas insignificantes: el autoconsumo.

Lo cierto es que es en pueblos como el mío donde en una parcela de mil euros, que por aquí pueden ser tres mil metros cuadrados, o hasta cinco mil, se pueden instalar muchos paneles solares y unos cuantos molinos de viento de los pequeñitos, y cargar a todo trapo el coche eléctrico, la moto eléctrica, el patinete y lo que haga falta.

Lo cierto es que si tenemos que ir lejos, tenemos que coger el transporte publico o un coche térmico, como un urbanita cualquiera, pero para ir a hacer la compra a la cabecera de la comarca, que esta a diez o doce kilómetros, vamos a poder tirar muy buenamente con un trastejo de eso. Y ya se pueden volver tarumbas para intentar cobrarnos la energía, porque no se puede comparar el tejado de un edificio compartido por 60 familias con un tejado para ti solo, corral y aledaños incluidos.

Lo de los chalés tendrán también estas mismas posibilidades, no lo niego. Pero no a nuestro precio.

Por una vez parece que algo nos viene de cara. A ver lo que tarda en jorobarse...

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Sobre la esencia del terror y los conejos

m.youtube.com/watch?v=5sX6Sc9kILA Obsérvala y dime qué sientes. Esta película es poco conocida, pero se ha usado incluso en experimentos de psicología pijamasurf.com/2018/05/psicologos_usaron_serie_de_david_lynch_para_pro

He visto cientos de películas de terror y no consigo encontrar ninguna que me deje mal cuerpo...salvo esta. Más allá del argumento o los efectos especiales, el terror requiere tocar el punto exacto del subconsciente que hará temblar a la víctima. Por su naturaleza irracional, provocar terror precisa más intuición que lógica. Encontrar la combinación de sonidos, imágenes y mensajes que perturben profundamente a quien la recibe.

El mejor terror no es evidente, sino una sugerencia a la imaginación, que le muestra un esbozo de algo cuyo aspecto es terrible, y le engancha para que se obsesione imaginando cómo será en realidad. El mejor terror parasita la mente y la pone a su servicio, forzándole a idear un sinfín de escenarios temibles que siempre tendrán un punto de oscuridad indescifrable. Ese punto será el eslabón que unirá en una cadena infinita a los sucesivos escenarios que idee la mente de su víctima.

Disfrutad de los conejos y decidme si habéis encontrado alguna otra expresión de terror más sublime.

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¿Ha pasado solo una semana?

Hace exactamente una semana, justo antes de la jornada de reflexión, Pedro Sánchez abría la posibilidad a que otras fuerzas progresistas pudieran gobernar en coalición con su filiación política.

www.eldiario.es/politica/Pedro-Sanchez-Gobierno-Unidas-Podemos_0_89276

Hace exactamente una semana, Pablo Casado mimaba con un lenguaje casi algodonado, prescindiendo completamente de «palabras picudas», a la escisión de su partido por el extremo de la ultraderecha, VOX, ofertándole la posibilidad, no solo de una coalición a la andaluza, sino de, caso de que ellos ganaran las elecciones y necesitaran su apoyo, integrarlos plenamente en un gobierno de coalición.

www.diariodesevilla.es/espana/elecciones/Pablo-Casado-ofrece-Vox-Gobie

El tiempo se acelera en época electoral pero lo que está claro es que, en el par de horas en el que se dirime el verdadero reparto de apoyos ciudadanos, esas dos horas después de abrir las urnas, el tiempo no vuela, es que sufre un desgarro espacio-temporal que ni la unificación entre la mecánica cuántica y la teoría relativista podrían explicar.

Pedro Sánchez, por ejemplo, ha experimentado una microapoplegía mental en el área de la memoria y ya se ha olvidado completamente de su oferta. Es lo normal, afirman muchos grupos mediáticos que han tenido su bebedero en las ubres de publicidad institucional. Esas ubres que se han encargado de amamantar durante años desde el partido del puño y la rosa a sus voceras mediáticos.

Pablo Casado, en un cambio de dirección abrupto, ha activado el modo: Dr. Jekyll, usando descriptores mucho más precisos del partido que ha condicionado toda la campaña de la derecha, (y en derecha debería incluirse a ese gran porcentaje de votantes del PSOE que creen votar a un partido de izquierdas pero que en su fuero interno desean que haga una política de centro-derecha, pero visto desde cierta perspectiva progresista), es decir, el término ultraderecha para ese partido que tiene mano de hierro en las declaraciones y mandíbula de cristal para las críticas.

Una semana después, se respira cierta euforia en el PSOE. Es lo normal, dicen. Es que han pasado de 85 diputados a 123, ¿no lo ves?, argumentan. Por contra, el PP está sublimando en parte el estado de chock de haber sido mutilado prácticamente por la mitad y, parece haber comenzado con un incipiente periodo de catarsis en el que la mínima autocrítica declarada indica que no es ni la punta del iceberg de lo que les queda por pasar.

En el lejano horizonte temporal que en política supone unas semanas, Pedro y Pablo tienen un «pequeño» problema y se llama elecciones municipales y autonómicas del 26M. Uno, el primero, hará todo lo posible para retrasar las negociaciones sobre la conformación del nuevo gobierno. Demasiadas presiones por todos lados para que a Sánchez ni se le ocurra hacer soluciones imaginativas en un gobierno en el que el Ministerio del Interior hasta podría caer en las manos de los «colEtarras».

Presiones que van desde Doña Ana Patricia Botín, que ya no se corta un pelo para decirle a los votantes que ellos dirán en las urnas lo que quieran pero aquí quién manda no es ni el actual Rey, sino ella, la Reina de las Finanzas; hasta las presiones de barones del partido y de esos medios de comunicación serviles con sus accionistas y que exigen que se les denominen «prensa seria».

El otro, el segundo, tiene un problema con la memoria de sus potenciales votantes, pues no puedes soltar ofidios y varanos por la boca y ahora tratar de erigirte en el paradigma de la moderación centrista.

No, Sr. Casado, no se puede nadar y guardar la ropa. No Sr. Casado, sus votantes tienen poca memoria para lo que les interesa, como a todos, pero no son gilipollas. Más bien, cuando se trata de votar por los intereses de sus propios bolsillos exhiben poca idiocia y aparentan ser tremendamente prácticos, casi tanto como usted con la administración de los anhelados sobres que han permitido a su partido, entre otras cuestiones, ir dopado a todas las elecciones.

Pero no solo tienen un problema los dos líderes de la derecha y la izquierda, también lo tienen sus votantes.

Los de Casado porque necesariamente tendrán que elegir entre tres opciones, y eso, para un votante conservador, es un inmenso abanico de posibilidades inabarcables. Ellos son más bien de seguir como en estado de encantamiento a un único líder supremo. Para ellos esta biodiversidad electoral en la oferta conservadora presenta un gravísimo problema, la optimización del voto.

Los de Sánchez porque deberían recordar que cuando el PSOE viene «subidito», se olvida de la mayoría de las promesas emblemáticas que suele desgranar en campaña electoral, desde la revisión del Concordato con la Iglesia, un clásico acicate de movilización «izquierdil», a la modificación de la Constitución para cambiar los aforamientos y, sin embargo, luego hace una política de prebendas para los afines directos al partido y migajas al resto, por aquello de disimular la «O» de obrero.

Según esos gurús del análisis político actual, al parecer, hay una línea Maginot para el PP y se llama Comunidad de Madrid. Si la pierde, probablemente no desaparezca como partido pero sí como líder de la oposición y eso supone muchas influencias, mucho poder, muchas humillaciones y, sobre todo, sobres, muchos sobres. Casado lo sabe, y no solo se juega su futuro político, puesto que de no haber tenido una segunda oportunidad, es decir, tener en puertas otras elecciones en menos de 20 días, ya abría pasado por la sala de maquillaje donde se embalsaman los cadáveres políticos antes de soltar un grandilocuente discurso de despedida. En resumen, Casado, y los barones del partido, se juegan la propia supervivencia del mismo. De momento dicen las malas lenguas que la viabilidad económica del partido ya está en peligro. Una paradoja a tenor de la fama de buenos gestores que atesora el partido azul.

Sí, la política es una mierda y nos vamos a hartar de nuevo hasta el próximo domingo de mayo. Todos los que no somos políticos lo sabemos, pero no hay más remedio que convivir con ella en forma de votante si quieres tener la convicción moral de decirte a ti mismo que, al menos, tú hiciste una millónesima de contribución, un voto entre varios millones, para que tus ideales e intereses se vieran supuestamente representados.

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6 de julio de 2037: Sevilla homenajea a los miembros de "La manada" excarcelados

El popular barrio de Amate ha sido escenario de un homenaje a los miembros de “La manada” con motivo de su excarcelación y el regreso a las calles donde se criaron. José Ángel Prenda Martínez, Alfonso Cabezuelo Entrena, Antonio Manuel Guerrero Escudero y Jesús Escudero Domínguez fueron condenados en 2019 a veintidos años de cárcel por dos delitos de violación, uno durante los festejos de San Fermín, y otro durante las fiestas de Pozoblanco. Un quinto miembro, Ángel Boza Florido, fue sentenciado a 15 años por la primera violación, y hoy por hoy se desconoce su lugar de residencia.

Tras cumplir 20 años de prisión, los cuatro hombres han sido excarcelados sin haber disfrutado de permisos de salida ni del tercer grado penitenciario. En las calles de Amate, una multitud de vecinos les ha dado la bienvenida entre banderas de España (dos de los integrantes fueron miembros de las Fuerzas de Seguridad del Estado) y pancartas a favor de la derogación de las leyes contra la violencia de género y las agresiones sexuales con agravante de género (Ley Integral contra la Violencia Heteropatriarcal, aprobada en febrero de 2022 y modificada hace apenas unos meses). Bajo gritos de “mujer, responsabilízate”, “libertad presos por las feminazis” y “veinte años por dos guarras”, los miembros de la manada pasearon por las calles sevillanas hasta llegar a sus domicilios.

La portavoz de VOX en el Ayuntamiento de Sevilla, María del Rocío Virtudes Santisteban-Hermoso March, ha pedido dar “sentido de normalidad” a los actos de recibimiento, y ha comentado que sólo se trata de manifestaciones de “amigos y familiares a personas que han estado veinte años en la cárcel”.

Por otro lado, la catedrática de eco-estudios de género en la Universidad de Sevilla y miembra fundadora de Adelante Andalucía Anticapitalista, Teresa Rodríguez, ha considerado “inaceptables” este tipo de concentraciones, y pide que sean investigadas por la justicia, a la vez que emplaza “a les jóvenes antifascistas a organizar una procesión del Coño Insumiso con batucada” por las calles de dicho barrio sevillano como señal de protesta.

Este acto ha incendiado además a las redes sociales, tras la condena a Mohamed Sánchez de 7 años de prisión y el pago de una indemnización de 440.000 nuevas pesetas por acoso sexual a dos de sus empleadas en su empresa de cultivo de cannabis, y la imputación de seis MNFJNQLNSNNRS por la presunta violación en grupo de una menor de 21 años en Vieja Barcelona.

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Seguro que este artículo suena raro. Pero oye, a día de hoy están homenajeando a terroristas asesinos y secuestradores, mientras algunos políticos dicen que es algo normal, así que quién sabe lo que pasará en el futuro.

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Mi solución al conflicto catalán

Mi propuesta de solución, como es obvio, no contentará a todo el mundo, incluso puede que no contente a nadie, pero creo que es una solución que podría ser aceptable tanto para los nacionalistas, como para los ciudadanos de izquierdas o derechas.

Parto de la base de que yo no soy nacionalista, de hecho me posicionaría como antinacionalista. Creo que el nacionalismo y el independentismo es egoísta, insolidario y retrógrado. No entiendo como nadie puede considerarse nacionalista y a la vez de izquierdas. La izquierda siempre ha sido internacionalista. Yo creo en una sociedad global, me siento más afín al europeísmo y creo que el progreso es acercarnos a ser ciudadanos del mundo.

Dicho esto, paso a realizar mi propuesta de solución al conflicto catalán (y vasco, y gallego, y valenciano, y canario y andaluz, y...)

La primera premisa de mi propuesta es el máximo respeto por la legalidad vigente. Ninguna solución vendrá por la vía de la fuerza ni de la desobediencia a las leyes. No se trata de judicializar la política, sino de hacer política dentro de la ley. Los nacionalistas catalanes han reclamado diálogo y negociación. Y esta es mi premisa básica. Se trata de un problema político que debe negociarse dentro de la ley. Hay que reconocer que España es un estado democrático y de derecho, mejorable, pero con un alto nivel de libertad y seguridad jurídica. Calificar al Estado español de fascista o dictatorial, acusarlo de incumplir los derechos humanos o asegurar que la justicia está politizada no es realista, ni es la mejor manera de sentarte a negociar con aquellos con los que quieres alcanzar un acuerdo. Pues bien, si hay que negociar dentro de la ley para lograr un referéndum de independencia legal, estamos hablando de que hay que negociar una reforma de la Constitución que requiere el acuerdo de 2/3 de las cámaras y su aprobación en referéndum por parte de todos los españoles.

La segunda cuestión que creo que tenemos que tratar es sobre el concepto mismo de negociación. Creo que es un concepto que los independentistas catalanes no tienen claro. En una negociación se ofrece algo a cambio de algo. Por ejemplo, imaginemos que yo quiero negociar con mi jefe un aumento salarial, tendré que ofrecerle algo a cambio de ese incremento. Podría ofrecerle el compromiso de traer nuevos clientes a la empresa. O podría ofrecerle mi fidelidad si tuviera una oferta de la competencia. También puedo ofrecerle formarme en un máster para mejorar mi rendimiento. Pero si no ofrezco nada mi jefe muy probablemente no me subirá el sueldo. Obviamente puedo prenderle fuego a la oficina para presionar. Pero es comprensible que si lo hago mi jefe me demande y deba indemnizarle o incluso sea un delito constitutivo de prisión. Quizás mi familia podría considerarme un preso político y pintar lazos celestes en la puerta de la oficina que quemé. Pero nada de todo esto me va a llevar a un aumento de sueldo. Así que, estimados independentistas... ¿qué pueden ofrecernos a los no nacionalistas?

Bien, partiendo de estas 2 premisas, creo que toca analizar qué se pretendía lograr con la Constitución actual, y en qué ha fallado. La Constitución española establece un estado descentralizado mediante un sistema de Comunidades Autónomas y Gobiernos autonómicos. La Constitución define los derechos, deberes y libertades de los españoles, pero no concreta que Administración debe gestionar dichos aspectos de la vida de los ciudadanos. De ahí que a lo largo de 30 años los Gobiernos nacionalistas hayan facilitado la gobernabilidad de España a cambio de la transferencia de más y más competencias. El café para todos hizo el resto. La ineficiencia (y la corrupción) de gestionar 17 sistemas distintos encarecieron los servicios públicos, lo que provocó el problema de la financiación autonómica, aún por resolver. A pesar de la descentralización y de las múltiples transferencias de competencias, para los gobiernos nacionalistas de Euskadi (en tiempos de Ibarretxe) y de Cataluña (desde Artur Mas) no es suficiente, y siguen exigiendo mayor nivel de autogobierno y gestión competencial (gestión de infraestructuras como puertos y aeropuertos, sistema fiscal y recaudación de impuestos, etc.) Al Gobierno central le quedan tan pocos servicios por transferir que se resiste a seguir perdiendo competencias, y llegamos al pulso de la independencia. Por tanto podemos concluir que el Estado Autonómico no satisface a los nacionalistas, ni tampoco a los centralistas, y no ha conseguido resolver las tensiones nacionalistas.

En este sentido creo que conviene reconocer por todas las partes que la Constitución ha fracasado en cuanto a la definición de la estructura del Estado. Así que... ¿Por qué no le damos a cada uno lo que quiere? Eliminemos de la Constitución que España es una nación indivisible. Otorguemos la razón a los nacionalistas y definamos el país como un Estado Plurinacional, y reconozcamos el derecho a la autodeterminación a las Comunidades Autónomas, tanto para independizarse de España como para anexionarse a otros Estados. Pero a cambio devolvamos al Estado su configuración centralista. Recuperemos la visión francesa del Estado. Básicamente hagamos que los servicios públicos esenciales, los que afectan a los derechos de todos los españoles los recupere el Gobierno central (básicamente seguridad, educación y sanidad, que son los servicios que garantizan el bienestar de los ciudadanos)

A continuación toca negociar las condiciones del derecho de autodeterminación, que requerirá un referéndum de independencia. En este sentido las condiciones que yo plantearía serían las siguientes:

  1. Imposibilidad de convocar un Referéndum de Independencia en al menos 20 años tras la aprobación de la nueva Constitución. Hay que dar tiempo al Estado centralista de seducir con su gestión a la ciudadanía. Hay que darle la posibilidad a los centralistas de demostrar que pueden gobernar para todos, mejorando el bienestar de todos los españoles.
  2. La convocatoria de un referéndum de independencia requeriría la aprobación por 2/3 del parlamento autonómico. Tras su aprobación se disolverían las cámaras, se convocarían elecciones y sería responsabilidad del nuevo Gobierno autonómico de negociar las condiciones de la independencia.
  3. Se establecería un plazo de entre 4 y 8 años en el que el Gobierno Nacional y el Gobierno Autonómico deben negociar los términos y plazos de la independencia. Justo al revés de cómo se ha gestionado el Brexit, para que la población, cuándo vote a favor o en contra de la independencia, conozca las consecuencias de su voto, y que una vez finalizado el Referéndum no queden dudas sobre el procedimiento, plazos y costes que tiene la proclamación del nuevo Estado.

Creo que este planteamiento es aceptable por cualquier ciudadano "españolista", "unionista", "centralista" o "anti-nacionalista", porque es lo suficientemente restrictivo como para hacer difícil que se produzca la independencia de una región de España, y además permite acabar con los chantajes nacionalistas en el Estado descentralizado Autonómico. Si el Estado hace bien su trabajo, y la mayor parte de la población tiene un alto nivel de bienestar, será improbable que se convoque y/o se gane un referéndum de independencia.

El planteamiento me parece igualmente aceptable para los nacionalistas e independentistas, que pierden un alto grado de poder a corto plazo (20-30 años) a cambio de tener las vías legales para lograr la independencia en caso de no estar satisfechos con el encaje de sus regiones en el nuevo Estado centralista. Es cierto que no es un camino fácil para lograr la independencia, pero se les reconocería el derecho a la autodeterminación a cambio de requerir un alto consenso social para adquirir la independencia.

¿Qué os parece el planteamiento? ¿Creéis que partidos como Vox, PP o Ciudadanos podrían firmar una Constitución así? ¿Os parece que partidos como PNV, Ciu, ERC, BNG o Compromís aceptarían una reducción de su poder actual a cambio de una potencial vía legal para la independencia? No me cuesta ver a partidos como PSOE o Podemos apoyando este planteamiento. Con que los nacionalistas y Ciudadanos o el PP se sumaran, estaríamos en los 2/3 del Congreso para aprobar esa reforma constitucional. ¿Se aprobaría una Constitución así en Referéndum? ¿Si de cara a las elecciones del 10N algún partido abanderara esta propuesta lo votarías?

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El mayor peligro de una Gran Coalición

Tras el fiasco, terrible cagada, de la repetición electoral de ayer, han salido ya las esperadas voces pidiendo que en España se consolide la Gran Coalición que es posible en otros países de nuestro entorno.

Los argumentos son los esperables: responsabilidad, estabilidad, etc. Pero mucho me temo que los que abogan por tal cosa no han mirado bien el asunto.

Sin entrar a valorar las otras opciones, más difíciles y lejanas que en Abril, porque a Sánchez ya no le llega la suma con Igelsias, Errejón y ERC, y necesitaría aún más piezas para su puzzle, resulta que una gran Coalición, con la ley y la aritmética en la mano, dejaría como líder de la oposición a Santiago Abascal.

¿Sabéis lo que eso supone? Significa que VOX tendría todos los posibles altavoces, que encabezaría todas las respuestas e interpelaciones al Gobierno, que encabezaría las acciones parlamentarias para la enmienda y reforma de leyes.

Eso, para empezar.

Porque si además las cosas económicas se tuercen, y llevan camino, ya sea por mala gestión , por coyuntura internacional o por ambas, tendríamos a un electorado dispuesto a castigar a ambos partidos del Gobierno y a un país weimarizado, con los ciudadanos teniendo que elegir entre Podemos y Vox como opciones alternativas.

No sé cual es la solución buena a día de hoy, pero la Gran Coalición no lo es. De ningún modo.

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Las bajas que cada cual puede soportar

Dicen que los nuevos cálculos de guerra pasan por saber cuántas bajas puede soportar cada bando antes de doblegarse. No entro a valorar si es cierto o no, pero parece ser que esa cifra es determinante en la geopolítica desde hace ya unos cuantos años, y que el poder de un país depende de ella.

Por ejemplo, Japón podía soportar una tremenda cifra de bajas y por eso, para rendir el país, tuvieron que recurrir a la bomba atómica, que entonces era un invento reciente. De igual modo, Japón se convirtió pronto en un país rico, porque mantenerlo sojuzgado por las malas era terriblemente caro, puesto que una rebelión allí no iba a ser aplastada en diez minutos con tres cañonazos.

Alemania es otro caso similar. Cuando tenían la guerra perdida, y sabían que la tenían perdida, siguieron combatiendo para aumentar el coste en el enemigo, aun pagando el precio de perder a millones de los suyos. No se reproducen a menudo, pero hay varios discursos en torno a eso: "no luchamos para vencer, sino para quitarles las ganas de volver a combatir contra nosotros". Y en 1955, diez años después de la mayor derrota conocida en Europa, ya eran la primera potencia europea. Por muchas razones, por supuesto, pero por su tremenda capacidad de tolerar bajas, especialmente. Su papel de malos de la peli les ha hecho ganar desde entonces alrededor de once billones de Euros, algo así como nuestro PIB desde el 2010 a hoy.... Ni Darth Vader (que es uno de los suyos, pero en el espacio) ha sido un malo tan bien pagado. Un día hablaré sobre eso.

La capacidad de la URSS de soportar bajas sin prácticamente límite fue lo que la condujo a la victoria sobre Alemania, precisamente. Tercer y clarísimo ejemplo.

Cuarto ejemplo: tras el horror del desgaste de la I guerra Mundial, los franceses prefirieron rendirse a resistir, 25 años después. Si los franceses tienen que liberarse a sí mismos, hoy tendríamos frontera con Biarritzen y Hendayen.

Quinto: la diferencia entre Rumanía, y la represión de Ceacescu en Timisoara y la plaza de Tian an Men, en China. En el primer caso, el pueblo tenía miedo, pero estaba dispuesto a soportar las bajas. Acabaron con Ceaucescu. En el segundo, pues bueno... ya sabéis: un tío se plantó delante de un tanque, lo machacaron, los demás tomaron nota y se fueron a casa. No es justo, pero es aproximado.

La pregunta que se nos plantea ahora, que parece cocinarse un enfrentamiento en Oriente Medio, es cuántas bajas será capaz de soportar cada uno. Y espero que no llegue la sangre al río, pero por eso mismo orientaré el tema en el sentido que creo verdaderamente relevante, por lo que os ruego que tratéis de entender bien las preguntas, ya que parecen sencillas pero no lo son, ¿vale?

-¿Cuántas bajas puede permitirse Irán antes de que el régimen salte por los aires?

-¿Cuántas bajas puede permitirse Hizbullah en el Líbano y seguir siendo una potencia en ese país y esa zona?

-¿Cuántas bajas más puede permitirse Siria sin que la cosa se les vuelva a descontrolar?

-¿Cuantas bajas civiles puede permitirse ver el tierno corazoncito de Europa antes de que encaminen hacia aquí interesadamente a otra oleada de refugiados?

-¿Cuantos norteamericanos muertos puede permitirse Trump antes de perder la guerra y mandarlo todo al carajo?

-¿Cuantos israelíes muertos puede permitirse Trump antes de perder las elecciones?

Ojo a la última pregunta porque creo que la respuesta es "menos que Netanyahu".

En todo caso, creo que las cuentas, bien hechas, sólo ofrecen a día de hoy razones para la paz.

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Los robots pueden hacer el trabajo, ¿pero lo harán aquí?

Uno de los argumentos que me encuentro con más frecuencia al hablar del futuro de las relaciones laborales es que buena parte de los trabajos los harán robots, por lo que la única salida social razonable es implantar una renta básica universal para las personas, pagada por los propietarios de los robots, que serán los que realicen las tareas.

En principio suena bien, pero aun cuando me obligo a seguir sus derroteros intelectuales, no soy capaz de pasar más allá de esta pregunta: Los robots pueden hacer el trabajo, ¿Pero lo harán aquí?

¿Alguien me puede dar un buen motivo para montar una fabrica en Zaragoza, automatizarla, asumir costes y riesgos, y producir para luego pagar un porcentaje de los beneficios en forma de renta básica a los habitantes de Ponferrada? Mientras los estados nacionales se entienden como comunidades de bienes, la idea es posible y de eso vamos ahora. Perro también va de eso ahora la deslocalización: producir en China, pagar impuesto en Barbados y vender en Occidente. Eso es Apple, más o menos, ¿no?

¿Qué razón se os ocurre para que eso cambie y la renta básica sea realmente posible?

Porque a día de hoy, me temo que todos los problemas de la Renta básica pasan por esos dos problemas geográficos:

-Dificultad para determinar si hay que pagársela a los nacionales o también a los extranjeros (lío enorme)

-Lograr que los pagadores de esa renta no se vayan a una jurisdicción más favorable.

Porque esa fue desde el principio, y sigue siendo, la mayor tragedia de la globalización: el espacio económico se globaliza, pero el espacio político no. La empresa puede vender e influir en todas partes, pero el ciudadano sólo puede votar en su Estado. Y peor aún : los Estados, sobre todo los pequeños, tienen todos los incentivos para intentar parasitar a sus vecinos, originando así la competencia fiscal de la que se aprovechan los capitales.

O sea que cuidado con lo que deseamos, porque puede que los ordenadores lleguen a evitarnos los peores trabajo, peor puede que lo hagan desde una distancia que nos deje a todos fuera de órbita...

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No hay duda, relaciones poco afectuosas con la aritmética

No hay duda, relaciones poco afectuosas con la aritmética

Que España ha sido un país tradicionalmente de letras que ha despreciado el conocimiento científico puede verse en la Tercera de ABC de hoy, abribuída a Luis del Val. En el artículo titulado "Más de 47 millones de españoles" vemos el siguiente párrafo:

de los 47 millones españoles, unos 3.800.000 no quieren saber nada de España, ni de los seres humanos que vivimos aquí, incluidos los españoles que viven en el País Vasco y en Cataluña. ¿Y cuál es el porcentaje que representan?. Pues exactamente el 6,3%, no llegan al 7%

Aunque el autor declara en el artículo tener relaciones poco afectuosas con la aritmética (nadie imagina decir lo mismo a una persona educada sobre la ortografía), no hace falta ir a estudiar a Salamanca para saber que 3,8 millones de 47 millones suponen el 8,1%.

Si nos ponemos más rigurosos con las cifras, en las última elecciones generales la suma de los votos de ERC, JxCAT-Junts, CUP, PNV y EH Bildu suponen el 9,53% (un 10,03% si se suma también el BNG).

PD: no es la primera vez que la Tercera de ABC sirve para que ilustres periodistas den fe de su poco aprecio por los cálculos elementales. Antonio Pérez Henares escribía sin rubor el pasado 3 de febrero que de 0,15 a 1,2 había un incremento del 1000% (es un 700%).

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El peligroso precedente del cierre universitario

Las universidades de Madrid han suspendido las clases durante al menos dos semanas y, en lugar de clases presenciales, han decidido seguir la actividad docente a través de internet.

La duda reside en qué sucederá si la emergencia se prolonga y las clases deben suspenderse durante un meo o dos. En ese sentido, he preguntado pro ahí y me he encontrado con un miedo inesperado: el miedo a que esta opción cale, se eche mano del precedente, y se extienda al enseñanza online más allá de la emergencia.

En algunas carreras es muy difícil o directamente imposible suprimir la presencia del alumno, pero todos sabemos que en muchas titulaciones y muchas asignaturas el profesorado universitario está completamente sobredimensionado.

Hasta ahora, se trataba de un tema que nadie quería sacar a debate, ¿pero qué sucederá cuando se compruebe que no pasa nada porque ciertas asignaturas se den online, con la presencia de los estudiantes en las aulas una vez por semana, y tutorías también online?

Creo que, se cuente lo que se cuente, aquí va estar el verdadero caballo de batalla entre los que digan que se debe suspender el curso y los que digan que el cuatrimestre es igual de válido que otro cualquiera. Algunos, acuciados pro el miedo, dirán que no se ha impartido la materia en su debida forma, y pedirán ampliación de calendario, repetición de la asignatura o medidas complementarias para dar la materia que no se ha dado. Y otros dirán que la materia se ha dado de todos modos, que los estudiantes han estudiado el temario como siempre, y se han examinado como siempre.

Pero sus argumentos no los moverá el deseo de dar una enseñanza mejor. Los moverá el terror de los departamentos, el acojones de los catedráticos y el pánico de los becarios y asociados que ven alejarse su plaza.

A ver cuánto tarda en surgir el debate. Estaremos atentos.

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Recomendaciones de películas (I)

Ahora que puede que pasemos bastante tiempo en casa por motivos más que obvios y que no creo que haga falta explicar, puede que algunos quieran dedicar parte de su tiempo libre a ver películas. Dejando claro que esto es una lista personal, opinable y muy discutible, me arriesgo a proponeros un listado de películas que creo que pueden ser interesantes tanto para el que no las conozca como para volverlas a ver.

La lista está clasificada por fechas y la gran mayoría son obras muy conocidas (o eso espero). Si tengo tiempo continuaré con otras listas ya clasificadas por géneros o por temática o por rareza o por... ni idea. He dejado de lado muchas, muchísimas porque no he querido hacer una lista interminable, de ahí el númerito (I) por si hace falta en otra entrega ampliar el listado o no...

La mujer en la luna

(OJO: Película muda.)

Año: 1929

Dirección: Fritz Lang

Guion: Thea von Harbou y Fritz Lang

Se podría clasificar como ciencia ficción siempre poniendo en contexto el año de su creación, claro. Wolf Helius intenta construir un cohete para ir a la Luna manteniendo que allí hay más oro que en cualquier parte de la Tierra. Al proyecto se une una empresa relacionada con el mercado del oro pero con la oscura intención de poder controlar la oferta de oro en la Tierra. Lang fue el creador de la cuenta atrás tan usada después en todos los lanzamientos de cohetes en el mundo. Película interesante por su valor histórico, abstenerse si no os gustan las películas mudas.

Ultimátum a la Tierra

Año:1951

Dirección: Robert Wise

Guion: Edmund H. North. Basado en la historia de Harry Bates.

La original, claro. El mundo queda conmocionado el día en que un platillo volante, sí, de los clásicos platillos volantes de toda la vida, toma tierra en Washington y de él sale Klaatu y Gort. No cuento más detalles para el que no la haya visto, pero Klaatu decide estudiar cómo viven los humanos y se hospeda en casa de una mujer y éste entabla amistad con su hijo. Poned en contexto de nuevo la historia. Ni efectos especiales, ni nada de eso. Alguna maqueta barata, alguna pantalla de proyección y unos trajes que hoy nos parecen infantiles, pero... es un clásico de la ciencia ficción.

La invasión de los ladrones de cuerpos

 Año: 1956

Dirección: Don Siegel

Guion: Daniel Mainwaring

Película de culto donde en una pequeña ciudad estadounidense, Santa Mira, empiezan a suceder cosas extrañas: el comportamiento de algunas personas cambia y no parecen los mismos, aunque aparenten ser las mismas personas parecen haber perdido cualquier sentimiento. ¿Quién será el siguiente? No quiero destripar la historia para el que no la haya visto, que creo que serán pocos. Clásico de serie B que retrataba la paranoia anticomunista estadounidense de los años cincuenta, la pérdida de sentimientos asociados a las creencias de ese régimen político en ese país y en esos años.

El planeta de los simios

 Año:1968

Dirección:Franklin J. Schaffner

Guion:Michael Wilson y Rod Serling (sí, el mismo). Basado en la novela de Pierre Boulle.

Música: Jerry Goldsmith

Todo un clásico de la ciencia ficción que, seguro que la ha visto todo el mundo alguna vez, pero no está de más recordarla para su posterior visionado, creo. Una película, que aparte de la aventura de los personajes, nos habla sobre la condición humana y sus miserias. Excelente película que, para los medios de la época, estaba bastante bien ambientada y que obtuvo dos nominaciones al Oscar en vestuario y banda sonora.

La amenaza de Andrómeda

Año:1971

Dirección:Robert Wise

Guion:Nelson Gidding basado en la novela de Michael Crichton.

Un satélite se estrella en una aldea de Nuevo México donde se descubre que casi todos los habitantes del lugar han muerto víctimas de una aterradora enfermedad, sólo un niño y un viejo alcohólico han sobrevivido. Los dos son trasladados a un laboratorio secreto de alta tecnología de análisis biológico (año 1971, ojo) situado bajo tierra, donde los científicos intentan descubrir las claves del patógeno extraterrestre encontrado en el satélite y que amenaza con extenderse. Hoy día se ha convertido en un clásico de la ciencia ficción por su rigor científico (dentro de un orden, claro) y sus procedimientos, vanguardistas para esos años.

La naranja mecánica

Año:1971

Dirección:Stanley Kubrick

Guion:Stanley Kubrick, basado en la novela de Anthony Burgess.

Música:Wendy Carlos

Distopía en el Reino Unido sobre la violencia sin control donde los protagonistas se divierten apaleando, violando y aterrorizando a la población. Cuando esa escalada de terror termina en un asesinato, Alex (el protagonista) es detenido y se someterá a una experiencia de reeducación que pretende anular cualquier conducta antisocial. Película polémica y agobiante, crítica de esa sociedad futura tan insensible a la ultraviolencia. Como nota curiosa, entre docenas, cabreo por parte de Malcolm McDowell con Kubrick a cuenta de los problemas con los ganchos en los párpados que tuvo que llevar durante tantos días de rodaje. Kubrick en estado puro.

La profecía

Año:1976

Dirección:Richard Donner

Guion:David Seltzer

Música:Jerry Goldsmith

Una de terror por si alguien las echaba en falta, y un clásico. Kathy Thorn da a luz a un bebé muerto, su esposo Robert le oculta la verdad y sustituye a su hijo por un niño huérfano, a partir de ahí las cosas se complican satánicamente hablando. Cuando Damien, el niño, cumple cinco años su niñera se suicida. Un sacerdote muere en un inesperado accidente. Y no cuento más para aquellos no hayan visto la película. El director crea una gran atmósfera a lo largo de la película y los sustos son interesantes y consigue mantener el interés durante (casi) toda la película. Un clásico del terror.

Los duelistas

Año:1977

Dirección:Ridley Scott

Guion:Gerald Vaughan-Hughes basado en la novela de Joseph Conrad

En este drama de época, a principios del XIX, durante las guerras napoleónicas, un teniente de húsares del ejército francés recibe la orden de arrestar al teniente Feraud por haber participado en un duelo, éste sintiéndose insultado desafíará una y otra y otra y otra vez al teniente que debe arrestarlo... ¡durante quince años! Un duelo eterno que marcará sus vidas en un ejercicio de estilo dirigido con mano firme y abalado por escenas de “drama de espadas” con calma adrenalínica en una aventura ambiciosa y un poco torturada.

La invasión de los ultracuerpos

Año:1978

Dirección:Philip Kaufman

Guion:W.D. Richter basado en la novela de Jack Finney

Remake de la película de 1956. Versión, con ligeras variaciones, del clásico de Don Siegel que narra... No cuento más... aunque ya todo el mundo sabrá lo que pasa.

Atmósfera cero

Año:1981

Dirección:Peter Hyams

Guion:Peter Hyams

Música:Jerry Goldsmith

Película de culto, sí ya sé que no todo el mundo estará de acuerdo, pero creo honestamente que es una gran película de ciencia ficción y de thriller. En el futuro, un policía es enviado a una colonia de Júpiter para investigar la sospechosa muerte de tres obreros de la mina. Poniendo su vida en peligro al no ceder en descubrir lo que ocurre en esas minas. “Sólo ante el peligro” futurista. A mí me encanta esta película.

La cosa (El enigma de otro mundo)

Año:1982

Dirección:John Carpenter

Guion:Bill Lancaster basado en la novela de John W. Campbell

Música:Ennio Morricone

En una estación experimental de la Antártida, un equipo de investigadores descubre a un ente extraño que según todos los indicios ha permanecido enterrado en el hielo muchísimos años. Al descongelarse, experimenta una metamorfosis sorprendente... El terror y el entretenimiento se dan la mano y crean una pequeña joya del cine de terror, con buenos efectos especiales para esos años. Un remake del clásico pero que mejora bastante la película original. Suspense, terror, miedo, ambiente y “whodunit” todo mezclado. 

Dune

Año:1984

Dirección:David Lynch

Guion:David Lynch basado en las novelas de Frank Herbert

Intentar resumir una obra como Dune es complicado, pero... la familia Atreides tiene que encargarse de la explotacion del planeta Arrakis: "Dune". El único planeta donde se encuentra la especia, una potente droga que es de vital importancia para los vuelos espaciales. Anteriormente Arrakis había sido gobernado por los Harkonen y estos atacan el planeta para recuperar el poder perdido... me siento incapaz de resumir la película... Es larga, pero resulta entretenida en un segundo visionado, creo.

Brazil

Año:1985

Dirección:Terry Gilliam

Guion:Terry Gilliam, Tom Stoppard, Charles McKeown

En un caótico y deprimente futuro donde reina el papeleo. Un burócrata es el encargado de devolver un talón a la familia de la víctima de un error, en el camino conoce a la mujer de sus sueños, una revolucionaria. La productora intentó obligar a Terry Gilliam a remontar la película para hacerla menos oscura y más comercial. Cosa que el señor Gilliam se negó a hacer, aunque algunas cadenas estadounidenses la remontaron por su cuenta para hacerla más blanca y con final feliz. Sin comentarios.

12 monos

Año:1995

Dirección:Terry Gilliam

Guion:David Peoples y Janet Peoples basado en la historia de Chris Marker

Película inspirada en “La Jetée”, mediometraje francés de 1962. Una historia futurista lúcida que navega entre la realidad y la locura en la que tras una epidemia provocada por un virus que ha matado a millones de personas en el año 2035, los supervivientes se refugian en el subsuelo de las ciudades. Un prisionero se ofrece voluntario para viajar al pasado y conseguir una muestra del virus, gracias a la cual los científicos podrán elaborar un antídoto. El protagonista deberá encontrar al grupo autodenominado “Los 12 Monos”, un grupo relacionado con la mortal enfermedad.

Nivel 13

Año: 1999

Dirección: Josef Rusnak

Guion:Josef Rusnak y Ravel Centeno basado en la novela de Daniel Galouye.

Un magnate de los negocios y empresario muere en extrañas circunstancias. Su amigo y mano derecha, se ve arrojado a un mundo oscuro de crímenes y traiciones, descubriendo que el magnate llevaba una peligrosa doble vida que se movía entre dos mundos... Y hasta aquí debo contar. Una película de serie B que aborda el mundo de lo real y de lo irreal con sorpresas e ideas ingeniosas y un regusto a... otra película muy famosa que aborda el mismo tema.

Brick

Año:2005

Dirección y guión: Rian Johnson

Una historia algo enrevesada con personajes sólidos pero con muchas aristas indecisas, a veces la historia es cálida y acogedora y en otras partes fría y distante. Una buena película pero no sé cómo resistiría un segundo visionado. Clásica historia de cine negro (con matices) ambientada en un instituto. El protagonista descubre que su exnovia, tras una misteriosa llamada telefónica, ha desaparecido. Una maraña de personajes irán apareciendo a cual más extraño... entretenida, pero sin pretensiones.

Die Welle (La ola)

Año:2008

Dirección:Dennis Gansel

Guion:Dennis Gansel y Peter Thorwarth basado en la novela de Todd Strasser.

"Die Welle" está basada en hechos reales ocurridos California en 1967 donde un profesor de Historia hizo un experimento con sus alumnos: implantó un régimen de disciplina militar en el aula. Los alumnos se entusiamaron hasta tal punto que a los pocos días empezaron a espiarse unos a otros y a acosar a los que no querían unirse al grupo. Al quinto día se vio obligado a acabar con el experimento antes de que las cosas llegaran demasiado lejos. El director Dennis Gansel traslada esta historia a nuestros días y a Alemania. Interesante. 

Coherence

Año:2013

Dirección:James Ward Byrkit

Guion:James Ward Byrkit, Alex Manugian

En 1923, el paso de un cometa por los cielos de Finlandia hizo que los habitantes de una pequeña localidad quedaran desorientados; hasta el punto de que una mujer llamó a la policía diciendo que el hombre que se parecía a su marido no era su marido. Años después, un grupo de amigos se reunen en una cena y se preparan para ver pasar un cometa... Y ya mejor que no cuente nada más, sólo que se preste mucha atención al juego de barras luminosas de colores, en una obra ingeniosa de la ciencia ficción y de muy bajo coste. Esta la habré visto (buscando algún fallo en la historia) media docena de veces.

Calvary

Año:2014

Dirección y guión: John Michael McDonagh

Un thriller con toques de humor negro y bastante fatalista en el que el Padre Lavelle hace todo lo posible por construir un mundo mejor, preocupado por la cantidad de enfrentamientos entre sus rencorosos feligreses. Un día, recibe en confesión una amenaza de muerte por parte de un feligrés anónimo. Buenos diálogos donde la condición humana sale a la superficie con pasión y fiereza.

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Y bueno... si queréis que haga algún listado más elaborado o con temáticas concretas... pues en cuanto tenga un hueco me pongo a ello.

menéame