Ha llegado un momento histórico y doloroso: la Unión Europea ya no puede disimular lo que está a la vista de todos. La administración de Donald Trump ha transformado la relación transatlántica, esa que durante décadas fue presentada como un «eje de seguridad y prosperidad», en un campo de batalla ideológico y económico en el que Europa es, lisa y llanamente, percibida como un enemigo o un obstáculo a conquistar. El flujo constante de desprecio, amenazas, insultos y políticas absurdas hacia la UE ha llegado a su límite