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Hasta en la Naturaleza se pueden interpretar los siete pecados capitales, aunque a diferencia de los de la humanidad estos no se fundamentan en la generación del mal, sino en la competencia y la supervivencia. Podemos interpretar que por sus comportamientos o desarrollo haya plantas avariciosas, iracundas, soberbias o lujuriosas, pero en el fondo no son más que estrategias para una mayor eficacia o eficiencia. De entre todas ellas la que más ha servido para la construcción de parábolas sobre una maldad preconcebida ha sido la cizaña.
Por efecto esponja se conoce a distintos fenómenos que tienen en común el que en momentos de bonanza acumulan beneficios que serán aprovechados luego con mesura para sostenerse en los de crisis. Uno de estos fenómenos fue observado ya hace tiempo en algunos bosques que aprovechan las fuertes lluvias para absorber la mayor cantidad de agua posible, que liberaran a cuentagotas durante los períodos de sequía extrema para garantizar así su supervivencia.
Un relato breve sobre una leyenda y la importancia de los hongos sobre la permanencia de nuestros bosques.
Cada vez que pintamos la silueta de los continentes sin saber delineamos el ecosistema global más amenazado. Esa estrecha franja entre el mar y la tierra, en constante cambio, presenta una diversidad de organismos sin parangón, a la par que una altísima productividad de la que todos nos beneficiamos. Aquí durante medio siglo nos hemos lucrado con pingues beneficios de una Costa que hemos puesto al servicio de una actividad, la turística en todas sus formas, aun anclada en maneras de explotación poco respetuosas con el entorno.
Cuenta una leyenda que a la muerte de Ulises los gobernantes de Ítaca le negaron dedicarle el ágora. La razón esgrimida ante el solicito pueblo fue que en la lápida no podían escribir la manida frase de toda una vida dedicada a lo mismo. Desde entonces Ítaca fue burda, porque la zafiedad de los gobernantes se define por sus simplezas. Una de las manifestaciones más netas del patán con poder es su zozobrante querencia por dedicar a personas cualquier elemento de la vía pública, desde una plaza a una farola.
Hace unas semanas volvía a sorprendernos una de esas noticias blandas que desde hace un siglo se repiten bajo titulares que dejan la sombra del misterio. En esta ocasión ha sido una exposición de fotografías de NationalGeographic la que ha devuelto a los rotativos de todo el mundo el llamativo epígrafe, El misterio de la timidez de los árboles.
Planeadoras que matan a niños, linchamiento a policías, motines en hospitales, fardos de hachís acumulados en almacenes o violentados coches de gentes tan valiente como el periodista José Palacios, son pruebas de esas escalofriantes imágenes. Todo bajo una inquietante impunidad y a un coste tan escuálido que la retención de los delicuentes dura segundos, el tiempo de poner sobre la mesa fajos de billetes de la economía criminal. Las recientes series televisivas dedicadas a los narcos son superadas por la realidad en esta tierra.
Son las caléndulas, como se recoge en su nombre desde la más antiguas culturas mediterráneas, las primeras flores en brotar con la precisión propia de un reloj de cuerda suizo. En su recóndito esplendor estos botones de oro y su perfecta fotoclinia nos anuncian que empieza el ciclo de las cuatro estaciones.
Hasta en la Naturaleza se pueden interpretar los siete pecados capitales, aunque a diferencia de los de la humanidad estos no se fundamentan en la generación del mal, sino en la competencia y la supervivencia. Podemos interpretar que por sus comportamientos o desarrollo haya plantas avariciosas, iracundas, soberbias o lujuriosas, pero en el fondo no son más que estrategias para una mayor eficacia o eficiencia. De entre todas ellas la que más ha servido para la construcción de parábolas sobre una maldad preconcebida ha sido la cizaña.
Por efecto esponja se conoce a distintos fenómenos que tienen en común el que en momentos de bonanza acumulan beneficios que serán aprovechados luego con mesura para sostenerse en los de crisis. Uno de estos fenómenos fue observado ya hace tiempo en algunos bosques que aprovechan las fuertes lluvias para absorber la mayor cantidad de agua posible, que liberaran a cuentagotas durante los períodos de sequía extrema para garantizar así su supervivencia.
Un relato breve sobre una leyenda y la importancia de los hongos sobre la permanencia de nuestros bosques.
Cada vez que pintamos la silueta de los continentes sin saber delineamos el ecosistema global más amenazado. Esa estrecha franja entre el mar y la tierra, en constante cambio, presenta una diversidad de organismos sin parangón, a la par que una altísima productividad de la que todos nos beneficiamos. Aquí durante medio siglo nos hemos lucrado con pingues beneficios de una Costa que hemos puesto al servicio de una actividad, la turística en todas sus formas, aun anclada en maneras de explotación poco respetuosas con el entorno.
Cuenta una leyenda que a la muerte de Ulises los gobernantes de Ítaca le negaron dedicarle el ágora. La razón esgrimida ante el solicito pueblo fue que en la lápida no podían escribir la manida frase de toda una vida dedicada a lo mismo. Desde entonces Ítaca fue burda, porque la zafiedad de los gobernantes se define por sus simplezas. Una de las manifestaciones más netas del patán con poder es su zozobrante querencia por dedicar a personas cualquier elemento de la vía pública, desde una plaza a una farola.
Hace unas semanas volvía a sorprendernos una de esas noticias blandas que desde hace un siglo se repiten bajo titulares que dejan la sombra del misterio. En esta ocasión ha sido una exposición de fotografías de NationalGeographic la que ha devuelto a los rotativos de todo el mundo el llamativo epígrafe, El misterio de la timidez de los árboles.
Planeadoras que matan a niños, linchamiento a policías, motines en hospitales, fardos de hachís acumulados en almacenes o violentados coches de gentes tan valiente como el periodista José Palacios, son pruebas de esas escalofriantes imágenes. Todo bajo una inquietante impunidad y a un coste tan escuálido que la retención de los delicuentes dura segundos, el tiempo de poner sobre la mesa fajos de billetes de la economía criminal. Las recientes series televisivas dedicadas a los narcos son superadas por la realidad en esta tierra.
Son las caléndulas, como se recoge en su nombre desde la más antiguas culturas mediterráneas, las primeras flores en brotar con la precisión propia de un reloj de cuerda suizo. En su recóndito esplendor estos botones de oro y su perfecta fotoclinia nos anuncian que empieza el ciclo de las cuatro estaciones.