#2 Pero es que es aún peor: con el identitarismo postmoderno el papel de víctima (y como dices, el de verdugo) no se entrega por un hecho concreto, sino por la pertenencia a una categoría social (hombre/mujer, blanco/no-blanco, homo/hetero).
Haciendo el paralelismo con el comentario de #1, un judío estadounidense actual puede sentirse víctima cuando no sólo él (por edad), sino que ningún miembro de su familia pasó por los campos de exterminio nazis.
Suena grotesco, pero es la ideología que desde los EEUU se está irradiando a todo el mundo, y la progresía española la ha abrazado con pasión.
Lo peor de todo es que para ser una pretendida víctima otra persona tiene que ser el supuesto verdugo. De ahí que el victimismo haya sido siempre algo despreciable y ampliamente despreciado.