Ayuso es un fiel reflejo de la mediocridad, corruptela, miseria, hipocresía, falta de escrúpulos, sinvergonzonería, desidia, clasismo, falta de empatía, autoritarismo, matonismo y aspiraciones de defraudación y elusión fiscal de un porcentaje muy significativo de sus votantes.
Ayuso no es el problema, es el síntoma. Por otra parte, la comunidad de Madrid, que se cree el omviliculus patrio, se está convirtiendo en un verdadero problema para la convivencia en nuestro país. Un auténtico agujero negro de corrupción legalizada. Una zona cero de los contravalores éticos y morales de este país y uno de los mayores experimentos de ultraliberalismo, que está derivando en anarcocapitalismo, implantados en una gran ciudad europea.
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