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Voy a salir del armario y voy a contaros uno de esos secretos inconfesables, secreto que me avergüenza con solo pensarlo. Todo empieza de una manera muy normal, el clásico chico conoce a chica... quién me iba a decir que acabaría de esta manera.
Bien, chico conoce a chica, se gustan y empiezan a hacer todas esas cosas que hacemos las personas cuando comienzan una relación, es decir, salir por ahi, tomar algo, hablar de todo un poco para, eventualmente, terminar haciendo el amor. Todo esto como preparación al momento más importante de todos y que decidirá los destinos futuros: ver una película juntos. Total, que uno de esos días ella aparece con un montón de películas de todo tipo (porque esta historia transcurrió previa aprobación de la Ley Sinde, claro). Y entre las películas está La jungla de cristal, o sea, el sueño de todo hombre de bien, ver tanquilamente la jungla con una chica guapa a tu lado.
Empiezo a repasar el resto de películas, para disimular más que nada, y me hago el sorprendido "vaya, la jungla de cristal! bien podría ser mi película de acción favorita" digo con intencionada indiferencia. "¿te apetece que la veamos?" me responde ella... "bueno, por qué no". Mierda! en ese momento estoy dando palmas con las orejas, de verdad que no se me ocurre un plan mejor para una triste tarde de domingo. Me siento en la cresta de la ola. No quepo en mi.
Y claro, la ponemos. Y apenas el bueno de John se ha cargado dos o tres terroristas y me quedo dormido. Toda mi vida esperando este momento y me quedo dormido. Estoy viendo la jungla de cristal con una chica guapa a mi lado y por iniciativa suya y ME QUEDO DORMIDO.
No merezco más cine de acción de los 90. Me he castigado haciendo voto de castidad cinematográfico: ahora solamente veo cine dogma 95, sin palomitas y en una telefunken de tubo sin mando a distancia. Y betamax, para máx inri.