La historia comenzó con un correo electrónico: un hombre llamado Dan escribía a Joe con una petición desesperada. Había perdido el acceso a su cartera encriptada Trezor tras olvidar la contraseña de la misma. Esto representaba un desafío irresistible: aprendió técnicas avanzadas de inyección de fallos —una forma de alterar eléctricamente el comportamiento de un chip— y, después de meses de trabajo meticuloso, logró acceder a los datos.
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