España ya no ocupa un papel nimio en la carrera espacial. En poco más de una década ha pasado de fabricar componentes para misiones de otros países a contar con startups, pymes y grandes compañías que diseñan satélites completos, desarrollan nuevos sistemas de propulsión y trabajan en cohetes de lanzamiento propios. El fenómeno, bautizado como new space, ha llegado aquí sigiendo la misma fórmula que en otros mercados: de la mano de capital privado, programas públicos e innovación —sobre todo gestada en universidades—.
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