A finales de 1994, tras el lanzamiento de su brillante juego System Shock, que tuvo una acogida que, en el mejor de los casos, podría calificarse de moderada, el estudio Looking Glass Technologies, con sede en Boston, envió a su productor estrella, Warren Spector, a Austin, Texas. Allí debía visitar las oficinas de Origin Systems, la editorial de Looking Glass, a cuya falta de entusiasmo promocional achacaban en gran medida el tibio rendimiento comercial de su último juego. Hasta hacía poco, Spector había sido empleado directo de Origin.
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