Nueve horas, dos transbordos y mucha paciencia. Eso requiere, en el mejor de los casos, viajar en tren entre Madrid y Lisboa. Pese a estar separadas por apenas 500 kilómetros, todavía no existe una conexión de alta velocidad y ni siquiera directa entre ambas capitales, una promesa que los dirigentes de España y Portugal arrastran desde 2003. Las dos ciudades, de hecho, están peor conectadas hoy que en 1881, cuando se inauguró la línea ferroviaria Madrid-Lisboa. Es una anomalía dentro del territorio comunitario