Publicado hace 2 años por blodhemn a historia.nationalgeographic.com.es

El paso de una vida nómada y una alimentación basada en el consumo de carne a unos hábitos sedentarios y un cambio radical en la dieta provocaron en las poblaciones de Homo sapiens unos cambios físicos destinados a adaptarse mejor al entorno. Estas transformaciones se fijaron en su genoma, se transmitieron a las generaciones posteriores y han configurado el aspecto del europeo moderno: más altos y de piel y cabellos más claros, pero también oscureció nuestros ojos y, según parece, nos hizo más propensos a sufrir accidentes cardiovasculares.