Estás frente al mostrador. A la izquierda, un filete de un rojo brillante, casi de anuncio, que grita "¡cómeme, estoy fresco!". A la derecha, una pieza de un tono más apagado, quizá un poco más oscura, pero veteada de finas líneas blancas. ¿Cuál eliges? La mayoría nos lanzamos al rojo vibrante. Es un acto reflejo. Aunque no siempre es el más inteligente.
|
etiquetas: carne , marketing , alimentación , comida , tecnología