Harry Sinclair Lewis fue el primer norteamericano en recibir el Premio Nobel de Literatura, y eso marcó en cierto modo su carrera, repintándola con una capa de respetabilidad que nunca tuvo, ya que nunca fueron respetables los periodistas, los reporteros, los novelistas satíricos y los humoristas. La literatura, se supone, es oficio de gente seria, aunque luego vengan sujetos como Quevedo, Rabelais, Jonathan Swift o el propio Lewis, varios pisos más abajo, a desmentir esa idea.