El tiempo libre no tiene sentido sin su opuesto, el tiempo del trabajo. El origen de esta forma de organización se encuentra en la Revolución Industrial. Los complejos mecanismos tecnológicos y logísticos que eran necesario para mantener un sistema de producción continua necesitaban, además, el control del trabajo como factor productivo. Nace, de esta manera, el horario laboral ligado a la proletarización generalizada.