El león, la zorra y el siempre ingenuo asno, se asociaron para ir de caza.
Cuando ya tuvieron bastante, dijo el león al asno que repartiera entre los tres el botín.
Hizo el asno tres partes iguales y le pidió al león que escogiera la suya.
Indignado por haber hecho las tres partes iguales, saltó sobre él y lo devoró.
Entonces pidió a la zorra que fuera ella quien repartiera.
La zorra hizo un montón de casi todo, dejando en el otro grupo sólo unas piltrafas.
Llamó al león para que escogiera de nuevo.
Al ver aquello, le preguntó el león que quien le había enseñado a repartir tan bien.
-¡Pues el asno, señor, el asno!
Moraleja: Siempre es bueno no despreciar el error ajeno y más bien aprender de él.
Fábula de Esopo
“Lo malo de llorar cuando uno pica cebolla no es simplemente el hecho de llorar, sino que a veces uno empieza y ya no puede parar.”
Laura Esquivel, “Como agua para chocolate” (1989)
“Ver lo que está delante de nuestros ojos requiere un esfuerzo constante”.
Atribuida a George Orwell

"Cuando empecé a actuar, Lionel Barrymore interpretaba a mi abuelo. Luego hizo de mi padre, y finalmente de mi marido. Si hubiera vivido lo suficiente, estoy segura de que yo hubiera interpretado a su madre. Así es cómo funciona Hollywood, los hombres se hacen más jovenes y las mujeres más mayores."
Cita original: "You know, when I first went into the movies Lionel Barrymore played my grandfather. Later he played my father, and finally he played my husband. If he had lived I'm sure I would have played his mother. That's the way it is in Hollywood. The men get younger and the women get older."
Fuente: An Uncommon Scold (1989), de Abby Adams.
Lillian Gish (1893-1993): en.wikipedia.org/wiki/Lillian_Gish
Lionel Barrymore (1878-1954): en.wikipedia.org/wiki/Lionel_Barrymore
“He llegado a no verle a la vida más sentido que el de indagar su sentido, aun a sabiendas de que ninguna pista lleva a aclarar nada, fallando en la pesquisa una vez detrás de otra.”
Carmen Martín Gaite, “Nubosidad variable” (1992)
"Lo que vemos cambia lo que sabemos. Lo que conocemos cambia lo que vemos."
Jean Piaget. (Psicólogo, epistemólogo y biólogo, se le considera el padre de la epistemología genética.)
"Nunca mejora su estado aquel que solamente cambia de lugar, y no de vida y costumbres"
Vida de un Buscón llamado Pablos, Francisco de Quevedo
“Había una vez en Japón un anciano cuyo nombre era el de Takahama, y que vivía desde su juventud en una pequeña casa que él mismo había construido junto a un cementerio, en lo alto de una colina.
Era un hombre amado y respetado por su amabilidad y generosidad, pero los lugareños a menudo se preguntaban por qué vivía en soledad al lado del cementerio y por qué nunca se había casado.
Un día el anciano enfermó de gravedad, y estando cercana ya su muerte, su cuñada y su sobrino fueron a cuidarle en sus últimos momentos y le aseguraron que estarían junto a él todo lo que necesitara. Especialmente su sobrino, quien no se separaba del anciano.
Un día, en que la ventana de la habitación estaba abierta, se coló una pequeña mariposa blanca en el interior. El joven intentó espantarla en varias ocasiones, pero la mariposa siempre volvía al interior, y finalmente, cansado, la dejó revolotear al lado del anciano.
Tras largo rato, la mariposa abandonó la habitación y el joven, curioso por su comportamiento y maravillado por su belleza, la siguió.
El pequeño ser voló hasta el cementerio que existía al lado de la casa y se dirigió a una tumba, alrededor de la cual revolotearía hasta desaparecer.
Aunque la tumba era muy antigua, estaba limpia y cuidada, rodeada de flores blancas frescas.
Tras la desaparición de la mariposa, el joven sobrino volvió a la casa con su tío, para descubrir que este había muerto.
El joven corrió a contarle a su madre lo sucedido, incluyendo el extraño comportamiento de la mariposa, ante lo que la mujer sonrió y le contó al joven el motivo por el que el anciano Takahana había pasado su vida allí.
En su juventud, Takahana conoció y se enamoró de una joven llamada Akiko, con la cual iba a casarse. Sin embargo, pocos días antes del enlace la joven falleció.
Ello sumió a Takahama en la tristeza, de la que conseguiría recuperarse. Pero, sin embargo, decidió que nunca se casaría, y fue entonces cuando construyó la casa al lado del cementerio con el fin de poder visitar y cuidar todos los días la tumba de su amada.
El joven reflexionó y entendió quién era la mariposa, y que ahora su tío Takahama se había reunido al fin con su amada Akiko.”
Cuento de origen japonés que habla sobre el amor, concretamente de un amor capaz de trascender el tiempo e incluso la muerte.
Cierto mandarín lleno de codicia deseaba hacerse una fama de funcionario incorruptible. Cuando lo nombraron en su primer cargo, hizo juramento ante los dioses de no dejarse engatusar.
- Si mi mano izquierda llegara a aceptar dinero, que caiga convertida en polvo. Y si mi mano derecha lo hace, ¡que también caiga convertida en polvo! – exclamó.
Un buen día, algún tiempo más tarde, alguien le hizo llegar cien onzas de oro con el fin de asegurarse su apoyo en un asunto. Por miedo a la maldición que pesaba sobre él, a causa de su juramento, dudó en aceptar ese dinero que, sin embargo, codiciaba vivamente.
Sus subalternos le dijeron:
- Que Su Señoría puede hacer colocar los lingotes de oro dentro de su manga, así, si la maldición obra, sólo la manga caerá hecho polvo.
El magistrado encontró que el consejo era bueno y aceptó el oro.
Fábula antigua de China - Relato de Xue Tao
Me contaron hace un tiempo una historia muy estúpida, sombría y conmovedora.
Un señor se presenta un día en un hotel y pide una habitación. Le dan el número 35. Al bajar, minutos después, deja la llave en la administración y dice:
–Excúseme, soy un hombre de muy poca memoria. Si me lo permite, cada vez que regrese le diré mi nombre: el señor Delouit, y entonces usted me repetirá el número de mi habitación.
–Muy bien, señor.
A poco, el hombre vuelve, abre la puerta de la oficina:
–El señor Delouit.
–Es el número 35.
–Gracias.
Un minuto después, un hombre extraordinariamente agitado, con el traje cubierto de barro, ensangrentado y casi sin aspecto humano entra en la administración del hotel y dice al empleado:
–El señor Delouit.
–¿Cómo? ¿El señor Delouit? A otro con ese cuento. El señor Delouit acaba de subir.
–Perdón, soy yo… Acabo de caer por la ventana. ¿Quiere hacerme el favor de decirme el número de mi habitación?
André Breton

La memoria es un monstruo; olvidas — no lo haces. Simplemente archivas cosas. Mantiene las cosas para ti, o esconde cosas tuyas — y convoca a tu memoria con una voluntad propia. Crees que tienes una memoria, ¡pero ella te tiene a ti!
John Irving
"No hay manera de salir del orden imaginado. Cuando echamos abajo los muros de nuestra prisión y corremos hacia la libertad, en realidad corremos hacia el patio de recreo más espacioso de una prisión mayor.”
Yuval Noah Harari, “Sapiens: De animales a dioses” (2011)
"No confío en la gente que cree tener muchos amigos. Es señal de que no conocen a los demás."
Carlos Ruiz Zafón, “El juego del ángel” (2008)
“Tenemos bastante religión para odiarnos unos a otros, pero no la bastante para amarnos”.
Jonathan Swift

“El amor sólo es hermoso cuando encontramos a alguien que nos hace mejor de lo que podemos ser”.
Fernando Pessoa

“Un hombre orgulloso siempre está menospreciando las cosas y las personas; y, por supuesto, mientras mires hacia abajo, no puedes ver algo que está por encima de ti”.
C. S. Lewis

“Con una falta tal de gente con la que coexistir, como hay hoy, ¿qué puede un hombre de sensibilidad, hacer, sino inventar sus amigos, o cuando menos, sus compañeros de espíritu?”
Fernando Pessoa
Un monje andariego se encontró, en uno de sus viajes, una piedra preciosa, y la guardó en su talega. Un día se encontró con un viajero y, al abrir su talega para compartir con él sus provisiones, el viajero vio la joya y se la pidió.
El monje se la dio sin más. El viajero le dio las gracias y marchó lleno de gozo con aquel regalo inesperado de la piedra preciosa que bastaría para darle riqueza y seguridad todo el resto de sus días.
Sin embargo, pocos días después, volvió en busca del monje mendicante, lo encontró, le devolvió la joya y le suplicó: “Ahora te ruego que me des algo de mucho más valor que esta joya… dame, por favor, lo que te permitió dármela a mí”.
Cuento Zen
¡Y llevará una espada de nueve filos! ¡No de dos, ni de cinco, ni de siete, sino de nueve! ¡Y la empuñará contra todos los pecadores! Como ése de ahí que me está mirando. ¡Y en la cabeza llevará un cuerno, y doce cascabeles!
La vida de Brian
“Nuestra sociedad ha llegado a un momento en que ya no adora al becerro de oro, sino al oro del becerro”.
Antonio Gala

Érase una vez un sufí a quien se le acercó un erudito de una devoción incomparable, célebre por el meticuloso cumplimiento de sus deberes externos.
Este hombre le dijo al sufí:
—Observo que no se te ve en las oraciones públicas.
—Así es —respondió el sufí.
El hombre continuó:
—Vistes ropas corrientes y no las túnicas de varios colores que utilizan muchos sufís.
—Cierto.
—Y no te reúnes con otras personas para debatir acerca de la espiritualidad; raramente te vemos con un rosario en la mano. Nunca te refieres a los grandes maestros, y en apariencia no te atraen las personalidades santas —prosiguió el hombre.
—Cierto, muy cierto —confirmó el sufí.
—¿Puedo preguntar por qué?
El sufí respondió:
—Porque ocuparme demasiado en tales cosas interferiría con mis actividades espirituales.
Sabiduría de los cuentos sufíes, Oscar Brenifier e Isabelle Millon
“Desde la infancia nos enseñan, primero a creer lo que nos dicen las autoridades, los curas, los padres… Y luego a razonar sobre lo que hemos creído.
La libertad de pensamiento es al revés; lo primero es razonar y luego creeremos lo que nos ha parecido bien de lo que razonamos”.
José Luis Sampedro

“Los amigos no son más que enemigos con los que hemos establecido un armisticio, no siempre lealmente observado”.
Atribuida a Giovanni Papini
menéame