La prostitución del feminismo (o el "sólo soy una chica" dicho con palabras modernas)

Andaba yo por twitter cuando me encontré este escueto tuit de Irene Montero respondiendo al Coronel Baños, propagandista de la ultraderecha putinista y fiel escudero de Iker Jiménez en su programa sobre fantasmas y chips en las vacunas x.com/IreneMontero/status/1976314962760044813

Para quien no quiera entrar en twitter, copio el mensaje del Coronel:

Señora Montero, con humildad y respeto, me atrevo a recomendarle que lea y divulgue.

Con adecuado conocimiento sobre cómo se creó, expandió y consolidó el Imperio hispano, con sus más luces que sombras, es muy probable que cambie de opinión en cuanto al significado de la civilización que somos los pueblos hermanos que conformamos la Hispanidad.

Comenzando por hablar de Hispanoamérica y no de América Latina.

Gracias.

Saludos cordiales.

Y le adjunta una foto de la portada de un libro escrito por él.

Montero le responde:

Un día más, los hombres me explican cosas.

Habréis visto que Baños me cae rematadamente mal. Pero la respuesta de Montero da vergüenza ajena. Alguien le expone argumentadamente que no concuerda con su postura. Y ella, en lugar de responderle, se escuda burdamente en su condición de mujer para, de forma falaz, acusarle de mansplaining y rehuir el debate dejándole (más bien pretendiendo dejarle) mal. Como eres un hombre y yo una mujer, si me rebates sobre una cuestión que afirmas haber estudiado explicándome tu punto de vista (algo que desde hace milenios llevamos haciendo los seres humanos con total naturalidad), estás siendo machista y eso te desautoriza y deja sin valor tu razonamiento. Si, siendo una mujer, hubieses hecho exactamente lo mismo, no tendría nada que reprocharte y no me quedaría más remedio que entrar en el debate. Absolutamente delirante, y sobre todo burdo, patético y trapacero.

Esto me recuerda a la infinidad de veces en las que Iglesias, Montero o cualquier cargo de Podemos, han respondido con estruendosas acusaciones de machismo a quienes cuestionaban la capacidad de Montero para ser la número 1 del partido, y vinculando su posición a su relación de pareja con Iglesias. Otro tabú empleado como excusa barata para rehuir el debate racional. Se supone que, si eres mujer y alguien piensa que no tienes el mérito y la capacidad para ocupar un cargo, está prohibido criticarte, aunque ello implique construir un telón de acero que impida denunciar una amplia porción de los casos de nepotismo y endogamia que, en este país nuestro, son tan comunes, y que siempre tienen el denominador común de una persona en una posición de poder (hace décadas casi todos hombres, pero ahora también mujeres) y un enchufado que está donde está por su relación familiar o sentimental con él.

Desde mi perspectiva, esto es prostituir el feminismo y degradar a la mujer a la condición de frágil florecilla ("a mí no me preguntes, sólo soy una chica") que no puede sufrir los mismos embates dialécticos que el hombre. No se le puede rebatir con argumentos cuando se piensa que está equivocada (si quien le rebate es un hombre) ni se puede cuestionar su idoneidad para ocupar un cargo aun cuando nos parezca evidente. En el fondo, es usar un noble movimiento de emancipación como carta trucada de tahúr. Y eso lo desprestigia y refuerza a quienes lo odian. Pero creo que a Montero le da igual.