Existe un mito, una creencia limitante que plantea que la sexualidad activa sólo es parte de la juventud. Que una vez que somos adultas, madres, profesionistas, deja de ser prioridad. Y casi la cancelamos. Culturalmente se nos ha instado a creer que el sexo no es más que un accesorio, cuando es una de las mayores expresiones de bienestar.