«No podemos dejar fuera a los racistas, tenemos que ser capaces de seducirlos y de dar respuesta a su malestar, que tiene su origen en que son unos hijos de puta», insisten las principales fuerzas de la izquierda española. «La política debe escuchar lo que se dice en la calle, y ‘putos negros’ se dice bastante en determinadas calles», argumentan.