Hace unos días, Grace* discutió muy fuerte con un hombre. Llegaron incluso a las manos y ella sintió tanto miedo que echó a correr para huir. El tipo, un señor mayor italiano, estaba forzándola a tener sexo anal: le quería pagar 2.000 chelines (unos 14 euros) por hacerlo por delante y por detrás. “No, no. Soy pobre, pero no me puedes tratar así”, cuenta Grace que le soltó. Tuvo que recurrir a la prostitución a los 28 años, cuando su marido la abandonó a ella y a sus dos hijos sin dejarles ni siquiera un techo bajo el que resguardarse.
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