"Antonio y Vera se besan y toquetean por primera vez mientras él le está mostrando un piso con unas vistas preciosas a la catedral de Sevilla. Un giro que parece una variante de la fantasía porno del fontanero o del 'delivery' de pizza. La novela, por cierto, tiene abundantes escenas eróticas. Me abstengo de juzgarlas porque, en este punto, coincido con Martin Amis en que no hay manera digna de narrar el sexo."