Miles de cristalinos lagos azules de Groenlandia se han vuelto de un marrón turbio gracias al calentamiento global, y lo peor es que han comenzado a emitir dióxido de carbono. El calor y las lluvias récord de 2022 empujaron a los lagos del oeste de Groenlandia más allá de un punto de inflexión, por lo que en lugar de absorber dióxido de carbono (CO₂), comenzaron a emitirlo a la atmósfera, según un nuevo estudio.
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