¿Qué habría pasado si Champollion no hubiese dispuesto de la inscripción en griego de la piedra de Rosetta para ayudarle a descifrar los jeroglíficos egipcios? ¿Y si, aun así, hubiese logrado encontrar las equivalencias de estos con las vocales y consonantes correspondientes en el alfabeto latino, pero el significado no hubiese tenido sentido? ¿Y si hubiese leído algo así como Teitataŕ ese ŕasoankeibonatintaneś te? En realidad este texto es íbero y es tan misterioso hoy como lo fue la escritura egipcia a principios del Siglo XIX.
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