Habitamos en una sociedad en la que quien no lucha y está 24/7 enfocado en su labor para superarse y conquistar metas es alguien pasivo, falto de carisma y un fracasado. Nos educan para demostrar nuestra valía y potencial casi a cada instante, lo que puede resultar agotador, y hasta peligroso psicológicamente. Porque a veces en ese intento por demostrar lo que valemos, nos dejamos la piel y hasta la salud. La antiambición es un cambio de perspectiva y la "mediocridad", que tantas connotaciones peyorativas tiene, puede ser una opción más sana.