Desguace de escritura
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Un poco de ingeniería. La estructura. Taller de desguace de escritura (XII)

Estructura.

La estructura es la fragmentación de la historia en momentos o situaciones dramáticas, subdivididas en escenas. Esta fragmentación, hecha voluntariamente por el autor, debe seguir un orden consecuente con las necesidades dramáticas o las pretensiones narrativas y de contenido que quiere el autor.

Antes de que nadie lo diga, aun no se ha encontrado la estructura perfecta, porque no existe, hay estructuras que no funcionan en la historia Hache, pero que pueden funcionar en la historia Jota.

La estructura tiene muchas funciones, pero una de ellas es “llevar de la mano” al lector a donde el autor quiere y sobre todo NO debe aburrir al lector. Aunque hay casos de estructuras lentas que podrían aburrir a priori y que no es así.

Hay dos tipos de estructuras, la macro estructura y la micro estructura. La primera es la estructura general de la novela, de toda la novela. La micro es la estructura de cada escena.

No creo que haga falta poner ejemplos, pero bueno, macro estructura seria algo así:

Ejemplo 1.

Infancia de Personaje protagonista.

Su juventud en un batallón militar en la guerra Equis.

Hospital donde le amputan las dos piernas.

Su vuelta a casa donde todo el mundo le da la espalda.

Su muerte por sobredosis de barbitúricos.

***

La misma historia se podría estructurar así, ofreciendo otra novela, similar pero diferente.

Hospital donde le amputan las dos piernas.

Flashback. Infancia de personaje protagonista.

Flashback. Su juventud en un batallón militar en la guerra Equis.

Su vuelta a casa donde todo el mundo le da la espalda.

Su muerte por sobredosis de barbitúricos.

***

Y por supuesto habría muchas otras macro estructuras.

La micro estructura se encarga de la escena. Ejemplo.

Hospital. El protagonista se despierta de la anestesia. Brazos escayolados. Tapado con una sábana. Otros enfermos en el pabellón médico de campaña.

Una enfermera pasa a traerle medicación,  lo mira preocupada.

Protagonista nota algo extraño bajo las sábanas, a la altura de las piernas.

La enfermera le dice que luego vendrá el capitán médico a hablar con él.

Antes de irse, la enfermera levanta las sábanas para que vea que le han amputado las piernas a la altura de la rodilla.

El protagonista dice que no puede ser, que sigue notando sus piernas.

Fin de la escena. Se pasaría a alguna otra escena de la historia, su novia escribiéndole una carta, o un compañero soldado contando los enemigos que eliminó ayer, etc., etc

***

 La función de la macro y de la micro, en general, es EMOCIONAR al lector y llevarlo a donde el autor quiere, con naturalidad pero sin ser predecible. Para eso se usan los llamados puntos de identificación; deben ser personajes que parezcan humanos, que tengan características que puedan ser comprensibles para lector, ya sea un bailarín francés, una ejecutiva canadiense, un soldador alemán, etc.

Un truco que suelo usar en cada escena (tras repasar veinte veces, claro) es “entrar tarde y salir pronto.” ¿Esto qué quiere decir? Ejemplo.

La enfermera le dice que luego vendrá el capitán médico a hablar con él.

Antes de irse, la enfermera levanta las sábanas para que vea que le han amputado las piernas a la altura de la rodilla.

El protagonista dice que no puede ser, que sigue notando sus piernas.

Incluso se podría cortar la parte en la que él dice que sigue notando las piernas. Y reservarla para la escena en la que habla con el capitán médico sobre su estado.

La estructura tiene como gran enemigo que el lector se anticipe. Hay varios tipos.

Telegráfica. Por repetición. Por contraste.

Telegrafiar es un truco literario muy sencillo y muy complicado a la vez, porque hacerlo bien no es fácil. Consiste en pasar una mínima información (verdadera o falsa, eso da igual) sobre algún hecho dramático que va a pasar más adelante.

Ejemplo: El vecino de cama de nuestro Protagonista de hoy se burla de él cuando tienen que lavarlo y limpiarlo cada vez que usa la cuña en la cama. El protagonista desea vengarse de ese malvado compañero. Esto crea una expectativa en el lector, aunque puede que Personaje no haga nada o lo deje todo tal como está.

Por repetición.

Cuando Personaje quiere incorporarse de la silla de ruedas cree que aun tiene piernas y se cae. O cuando quiere alcanzar un objeto y se olvida de la ausencia de ellas y se vuelve a caer. Se puede usar (obviamente) para quitar dramatismo o para aumentar el drama.

Por contraste.

La mayoría de los lectores han leído muchas obras y saben (más o menos) lo que esperan de cada obra, y si la guerra la ganaron los amarillos y la perdieron los morados, eso lo sabe el lector. Entonces, lo que ocurre es que el lector desea revivir lo que YA CONOCE en cierta manera. Todo el mundo sabe que el Titanic se hunde al final, que Robin Hood es quien es y lo que hace, o que Cristo muere en la cruz... a veces podemos contar partes de la historia que todos conocen desde otro punto de vista.

Sin pensar demasiado. La historia paralela de los dueños de la White Star Line en todo el proceso del hundimiento de Titanic. La juventud de Robin Hood hasta justo antes la boda con Marian Gilewater y su declaración posterior de forajido. Etc.

Para todo esto se usa un nuevo truco (en fino, técnica) que es la inversión de expectativas.

Todo el mundo sabe que si tira una manzana al aire, caerá. Si prende fuego a unos setos secos tendrá un incendio. El lector anticipa. Por eso se usan ciertas sorpresas para que las expectativas del lector no se confirmen, para que se sorprenda. OJO, siempre con la credibilidad por bandera.

Y ya lo dejo por hoy que todavía hay mucha tela que cortar.

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Cuando el objetivo del relato es presentar al personaje. Taller de desguace de escritura (XI)

Publiqué hace poco un relato por estos lares con la intención de analizarlo y desmenuzarlo un poco, aprovechando que es mío y sé cuál fue el proceso de crearlo. Lo sé más o menos, vaya, porque a veces es más fácil descubrir los cosidos de un trabajo ajeno que del propio.

La cuestión es que en mi relato, al contrario de lo que @ContinuumST y yo predicamos en anteriores entregas, se dice muy poco del personaje. Se habla de su edad, y se habla de su profesión, dos datos completamente insuficientes para trazar un carácter. ¿Y por qué lo hice así? Porque en realidad ni el personaje ni la historia tenían importancia, y que mi intención era centrarme en una idea, o sensación: la pérdida y su descubrimiento. Es decir, no tanto la pérdida como el modo en que la pérdida se hace presente en nuestra vidas.

En el sitio donde almaceno los apuntes de mis relatos, había dos opciones: o la que véis en este relato, o el tío que vuelve solo a casa después de que lo haya dejado su novia. El trauma no es tanto la separación como volver sólo a casa. Y hay que saber escribir al tío que mejor vuelve solo, y de eso estamos hablando aquí: la historia, en esta modalidad de relato, es la que describe al personaje, y el personaje es el que encarna la idea, porque la idea es el único y verdadero núcleo del relato.

"Un hombre sentado en un banco bajo la lluvia mira su reloj y espera. Tiene unos cincuenta años y va vestido de oscuro, con un traje a la vez anticuado y flamante"

Como veis, no me complico mucho más la vida y el motivo es que, para lo que queremos de él, que es que represente su papel de idea viviente, es irrelevante casi todo lo demás. E incluso se podrían reducir y eliminar cosas, pero cada cual tiene su término medio.

Más adelante, en el diálogo interior del protagonista, se ofrece su nombre y su profesión. El nombre es irrelevante, peor la profesión contribuye en este caso a incrementar la ironí, o el dolor de lo que se va a contar.

"Muchos años después, frente al pelotón de fusilamiento, el profesor Leandro Martínez había de recordar aquella tarde en que se puso a pensar estupideces bajo la lluvia porque no se atrevía a pensar en otra cosa."

Eso ya pertenece al tono y al registro, del que hablaremos más adelante, y en este caso es parte integrante de mi estilo. O sea, que no lo recomiendo ni como bueno ni como malo. Es cosa mía.

Y ahí se acabó la descripción del personaje. A partir de aquí, me centro en pequeñas circunstancias o hechos, que serán las que describan, al final, quién es el tío que está bajo la lluvia, qué le ha pasado, y por qué no podría ser de otro modo.

EL personaje no tiene por qué construir el relato. También puede ser al revés.

Es otra manera de hacerlo, y me apetecía comentarlo.

¡Salud!

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Otro poco más sobre los personajes. Taller de desguace de escritura (X)

Personajes.

Cada autor se expresa con un lenguaje, osea, con un sistema simbólico. El arte de la escritura no es exactamente copia ni imitación (plagio, aléjate de mí) sino una invención que expresa de manera sensible (estética) el universo particular de cada autor, utilizando como vehículos básicos la trama y los personajes.

Los personajes deben pasar por la trama como una suerte de pruebas negativas, positivas, neutras porque estos sólo existen, sólo cobran vida en la trama.

Imaginad la ficha de un personaje de rol. (Tengo a mano “La llamada de Cthulhu”, así que tiro de su ficha).

Fuerza. Destreza. Inteligencia. Constitución. Apariencia. Pôder. Suerte... etc., etc. Imaginad que ya hemos terminado su ficha completa. Sin la aventura que vivirá el personaje (acompañado de otros) no es nada. Absolutamente nada.

Pues a la hora de escribir pasa algo parecido, primero se tiene una idea más o menos nebulosa de la idea, luego se afina la trama general y después se crean los personajes. Con permiso de Pirandello sería algo como “una trama en busca de personajes”. Pero incluso a veces (bastantes veces) los personajes pueden y deben modificar partes de la trama, de la historia.

Conflicto.

En dramaturgia el conflicto tiene dos cualidades esenciales: correspondencia y motivación y ambas deben fluir con naturalidad en la historia para sentirnos atraídos por lo que se nos cuenta. Muy básicamente y sin entrar en “terminología gafapastiana”, los vínculos de relación entre lector y autor sobre este tema serían:

1.- Por simpatía o solidaridad.

2.- Por empatía o identificación.

3.- Por antipatía o reacción.

El problema del personaje ha de surgir del lector que entrará en complicidad con la historia, con el personaje. Cuando un personaje se encuentra en un conflicto extremo, colgado de una rama en un precipicio, por ejemplo, el lector debe experimentar su angustia si es que así lo pide la historia. Digo esto porque en una comedia la misma situación podría desembocar en risas. Un único ejemplo puesto así depende mucho del tipo de historia, del autor, de... mil factores, pero para los efectos de este taller de desguace vale lo de sentir angustia por el futuro del personaje.

Para establecer la correspondencia es necesario que el conflicto tenga su razón de ser, no puede surgir de la nada (hola, deus ex machina). De este modo la razón o motivación crearán esa complicidad con el lector, o deberían crearla, claro. Y como siempre en esta difícil pirueta que es transmitir al lector, debe existir un punto de identificación, o sea el punto de unión entre autor y lector. El lector llora, se ríe, odia, se emociona, se asusta, etc...      

Lo que suelo hacer (“cada maestrillo, su librillo”), y seguro que @Feindesland tiene otros “trucos”, es construir un personaje arquetipo. Imaginad Indiana Jones, más arquetípico no puede ser, y le añado o le quito un par de cosas al personaje. Por ejemplo, es torpe físicamente, feo de narices y vive con su madre. Es sólo un ejemplo, pero para que se entienda. Estos cambios hay que hacerlos siempre pensando en la trama general de la historia, claro. No es lo mismo si es un personaje principal que uno secundario, claro.

Normalmente, en líneas muy generales, hay que intentar responder estas preguntas sobre nuestros personajes.

1.- ¿Cómo es el personaje equis? Físicamente además de conocer su personalidad.

2.- ¿Cómo piensa y cómo habla?

3.- ¿Dónde vive, con quién y en qué circunstancias?

4.- ¿Dónde trabaja o qué hace para vivir?

5.- ¿Familiares o amigos?

6.- ¿Tiene alguna peculiaridad?

Por ejemplo, si seguimos con ese Indiana Jones que es torpe físicamente, feo y vive con su madre. Es apocado a nivel de personalidad, tímido. Habla con cierto tartamudeo pero muy sutil, no es algo muy evidente. Vive con su madre a la que cuida, ya que padece de alguna enfermedad mental. Este Indiana está divorciado y sin hijos. Es profesor de Historia Antigua en la Universidad. Familiares. Sólo su madre y una hermana que vive en Helsinki. Varios amigos de la Universidad con los que se lleva bastante bien. Peculiaridad. A veces tiene enredos físicos como Mr. Bean.

Así creado, sin una trama previa es un ente sin vida. Depende lo que queramos contar se puede reforzar en su descripción la comedia, el drama, el terror, lo que sea. No es lo mismo crear una trama tipo “En busca del arcón perdido en casa”. (Comedia.) “En busca del amor perdido.” (Drama). “El arcón tenebroso.” (Terror.) Y un largo etcétera.  

Hablando de Pirandello: “Toda criatura del mundo de la fantasía o del arte necesita, para existir, tener su drama, en el que pueda ser un personaje (...) Este drama es la raison d’etre del personaje, la funcion vital necesaria para su existencia.“ (“Seis personajes en busca de autor”.)

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