Hace 6 años | Por --556831-- a diariodecuba.com
Publicado hace 6 años por --556831-- a diariodecuba.com

La historia confirma lo carnavalesco de la Isla del absurdo. El personaje se llama Luis Hernández, vive en Holguín e intentó abrir un negocio privado. El cuentapropista —eufemismo casi lúdico para definir capitalista, dueño, propietario— había recibido un préstamo bancario para la inversión inicial. Luis obtuvo el financiamiento de la única compañía autorizada a darlo a nivel nacional. Por fortuna, no le "salió" en el expediente ser opositor del Movimiento Cristiano Liberación —¿faltó coordinación entre los "factores"?—.

Pero Hernández siguió adelante con su proyecto de 100.000 pesos cubanos, creyendo haber vencido la barrera más importante. En una muestra de temeridad, inocencia o quien sabe qué cosa, Luis se hizo un cartel con el nombre de la cafetería: Celia Cruz. Una vez más, los compañeros de la ONAT (Oficina de Administración Tributaria) de Holguín no coordinaron bien con los "factores" del territorio —léase ahora Seguridad del Estado— y el negocio fue inscrito como tal, Celia Cruz. Probablemente un esquimal hubiera podido decirles a los burócratas quien era Celia, y gritarles en su cara el internacional "Azúcarrr".

Comentarios

D

Pues que las llamen Cafetería Crucelia y ya está.

D

#1 La injusticia con Celia, grandísima embajadora de la cultura cubana es atroz. No solo no permiten a otros rendirle un homenaje tras su muerte, es que en vida el .... de Castro Sr. no la dejó entrar a Cuba para asistir al entierro de su madre..