Una cultura narcisista, borracha de tecnología, armada hasta los dientes y radicalmente delirante produce incendios y ruinas. Como Nerón, algunos esnifan los vapores que salen de los incendios del capitalismo. Alucinan con el clímax posthumano en Marte, con islas artificiales de abundancia amuralladas, se autoimaginan resumidos, sin cuerpo, en neuronas inmortales que viajan eternamente entre ceros y unos o deteniendo la flecha del tiempo a base de chutes de sangre adolescente. Todos ellos dan por perdida a la mayor parte de la humanidad...