A las puertas de Semana Santa y con medio país pendiente del cielo, en España casi nadie (ni Abel Caballero) piensa en las Navidades. En China la cosa es distinta. Allí las factorías que se dedican a fabricar los adornos y árboles que decoran cada diciembre los hogares de EEUU deberían estar recibiendo ya unos pedidos que no acaban de llegar. Y en la industria hay pocas dudas de cuál es el motivo: la guerra comercial.
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